SAN MARTIÑO Y EL MUNDO MÁGICO GALLEGO PROTECTOR
Iniciábamos
nuestra entrada anterior basándonos en el video en Youtube de una conferencia
del Dr. Vincent Debiais en la que
relacionaba los crismones y portadas con las ceremonias de consagración de las
iglesias en los tiempos del románico.
Precisamente
en este mismo mes de Febrero, de nuevo el magnífico profesor dictará una de las
conferencias en el curso que organiza la Fundación que acoge este blog,
titulada “La ceremonia de consagración
en las iglesias románicas y su plasmación epigráfica”, lo que nos permitirá
abundar en el mismo tema anterior. Nosotros habíamos tomado algunos de sus
ejemplos para resaltar lo que a fin de cuentas suponían esas ceremonias:
exorcismos para alejar al diablo del recinto que se consagraba –siguiendo la
similitud con la ceremonia del bautismo- si somos conscientes que en los
primeros siglos del cristianismo, los catecúmenos eran adultos y no los bebés
que vemos hoy, alejados de todo riesgo demoníaco. Algo de eso pasaba a veces con los templos, que eran construidos con elementos y reutilizados de templos anteriores paganos, lo que requería un mayor empeño en su cristianización. La liturgia aparatosa que
describíamos en esta reciente entrada seguramente será mejor revisada por el
insigne maestro en su próxima conferencia.
Resto de estela del Cristo de Catalaín (Garinoain) en Navarra con laberinto apotropaico (foto Omedes) |
En
esa insistente línea nuestra de resaltar todos los elementos que tienen una
función apotropaica en los templos, incluíamos un relieve curioso de la iglesia navarra de Catalain, que luego
será reiteradamente citada por el Dr. Castiñeiras cuando analice la escutura
gallega. Tiene el citado relieve, quizás procedente de una lauda, un
interesante “laberinto” –tema muy recurrido en funciones apotropaicas- en el
que una gran cruz y una espiral enlazan el recorrido de su trazado. Los diablos
se van a entretener mucho tratando de desvelar el camino correcto, equivalente
a la “cantidad no revelada” que dicen los expertos es la esencia de esas
trampas diabólicas, como contar las púas de una flor de cardo o resolver un
alquerque y de esa forma desistir de dañar a los difuntos. Si además, al seguir
con su dedo diabólico el camino laberíntico acaban trazando inadvertidamente una cruz, la incomodidad
para Satanás será mayor.
También
curiosamente, acaba de remitirme mi compañera de blog, Mª.J.Friedlander la foto
de una pila que estaba estudiando, la de St.Mary en Gloucestershire – Deerhurst,
que pasa por ser la más antigua del Reino Unido con este texto de un reputado
investigador:
Cylindrical bowl is carved from a single block of stone with a broad
band of double trumpet-spiral ornament occupying about half its total height,
with narrower bands of vine-scroll above and below. The spiral devices are not
just decorative they are apotropaic. The devil was believed to be capable only
of moving in straight lines. Spirals were designed to give protection from him
and were widespread in the iconography of the Celtic, Norse and early Christian
cultures.
(Traducido, viene a describir la pila con su
peculiar adorno, pero advirtiendo que los dibujos espirales, no son precisamente
decorativos sino apotropaicos; se
creía que el diablo sólo será capaz de moverse entre los estrechos márgenes de
sus líneas. Las espirales se diseñaban para dar protección contra el diablo y se difundieron en la iconografía
celta, noruega y la primitiva cultura cristiana).
La pila inglesa de St.Mary ( foto enviada por M.J.Friedlander) |
En las
páginas de la wiki se señala que el diseño de sus dibujos también aparece en
algunos manuscritos de la época,
dato que nos será valioso cuando avancemos en esta propuesta.
LA PILA DE CILLAMAYOR
Tenemos hace años las fotos de una conocida pila bautismal que plasma un intrincado dibujo laberíntico que ha servido de base a múltiples lecturas, puesto tiene a su cargo esculpido lo que parece un clérigo.
Pila de Cillamayor con el diagrama y el personaje que lo señala |
Volvemos a insistir que, como en el caso inglés, la presencia de
laberintos, nudos, y enrevesados esquemas tienen una función apotropaica, lo
mismo que la presencia de personajes obscenos, como la pila de Robladillo de
Ucieza, con sirenas y espinario pelotudo. En el caso de la pila con el
laberinto que comentamos, la de Cillamayor,
que conocimos en el Castillo de Ampudia y que la familia Fontaneda ha devuelto
generosamente a su origen, está firmada pero sigue siendo un misterio su
contenido. Como se trata de un mueble litúrgico, la “académica” conclusión es
que estamos ante un diagrama que representa la peregrinación a Jerusalén en
donde un presunto clérigo que parece portar un hisopo señala el camino, en
versión de la experta Garbiñe Bilbao. Otra versión anterior identifica al
personaje como el autor, que no solo lo firma sino que se autoretrata. Pero nosotros creemos que sí es un clérigo
que señala el lugar de su ministerio (la pila) y su instrumento (el hisopo) y
que una vez más estamos ante una “invitación” al diablo a perderse en esas
líneas cruzadas para dejar en paz a los catecúmenos aspirantes al bautismo. En
este caso también ven los expertos una cruz en el centro, que nosotros no
tenemos claro.
Detalle del personaje con hisopo "invitando" a entrar en el laberinto |
La búsqueda de simbolismo en el románico es un
lugar común, que nos permite hacer toda clase de conjeturas, incluida la
nuestra, la de la intención apotropaica. Solo que nosotros intentamos no ver
alegorías ni simbolismos, que los usuarios medievales no tenían lecturas
místicas ni pensaban en Jerusalén cuando bautizaban a sus hijos o a ellos mismos.
Se trataba de dotar de protección contra el diablo en el momento del
sacramento, ceremonia plagada de exorcismos. La efetatio, por ejemplo, que
consistía en que el oficiante escupiera en los oídos del bautizando, tenía como
misión directamente ahuyentar al diablo que pudiera alojarse en él, y no era
simbolismo de nada, aunque quien lo prefiera puede llegar hasta ver escenas de
la Creación. Es lo bueno de no dejar instrucciones.
Como principio básico, aconsejamos valorar la
protección contra el diablo siempre que veamos un entrecruzado, algo
laberíntico, grecas, etc. que abundan en el románico sin otra utilidad más
aparente que la que proponemos. Portadas como Leyre, que pronto estudiaremos, o Sangüesa, están dotadas, entre otras muchas figuras con esos
inusitados nudos o lazos, a veces en formato de racimos. Los estudiosos nos
dirigen a verlos como alusiones a la vida eterna, la infinitud divina o lo que
uno necesite para irse tranquilo tras haber recibido la explicación adecuada. Y
hablar del diablo no encaja. A pesar de que en esa época era imprescindible
proteger cualquier figura o texto de la acción maligna. Los mismos libros
miniados se acompañaban de esos detalles, que, como vimos de la mano de Ruth Mellinkoff y Christina Seilling,
evitaban al diablo: Vade Retro. Ya dijimos tiempo ha, que el documento de
donación de la iglesia de Yermo en Cantabria, actualmente en el Liber
Testamentorum de Oviedo, contiene en su final una ristra de maldiciones contra
el que dañe el escrito: desde la ceguera a la lepra para el infractor. No hizo
falta dibujo.
Portada de Sangüesa (lateral norte) |
Portada de Sangüesa (lateral sur) |
"Atrapadiablos" en la portada de Leyre |
En ese sentido de la utilidad contra el diablo
de los esquemas laberínticos, topamos con un interesante trabajo de la
estudiosa de la Universidad de Santiago y discípula del Dr. Castiñeiras, Carolina Casal Chico quien en el 2002
lo publicó con el título “Tralas pegadas da cultura bieita: debuxos e esquemas
no Mosteiro de Samos” en la revista Semata.
Dado que el ilustre catedrático se basa en
parte en este estudio de su alumna para encuadrar estos signos en el románico
lucense, se produce una retroalimentación de ambos trabajos, como luego veremos
cuando analicemos su propuesta sobre San Martiño de Mondoñedo en Foz.
Portada de paso del claustro de las Nereidas del monasterio de S.Julián de Samos |
Diagrama inscrito en el románico tímpano de Samos (del blog Galicia pueblo a pueblo) |
Hemos de volver a insistir en que muchos
documentos medievales estaban protegidos contra el aojamiento y el mal en
general con este tipo de signos y denostaciones. Precisamente eran signos
marginales, a veces añadidos después, con el fin de evitar el daño a su
contenido. De esa manera, Yarza
explicaba el “raspado” de los ojos de los diablos pintados en el Beato de Silos
probablemente borrados por los mismos monjes para proteger al lector del mal de
ojo que aquellas figuras diabólicas podían producir en los monjes que lo
contemplaban.
Diablo del Apocalipsis con los ojos raspados para evitar el aojamiento a los monjes (foto MJF) |
Señala la historiadora que el dibujo del Tombo
es tan liviano que “”confunde al espectador, que no puede distinguir su
desarrollo”.
Un boceto o ensayo de algo que se iba a
esculpir lo podemos ver en una de las metopas de Piasca, que, por fortuna, se ha podido rescatar de su posible
destrucción por el mal de la piedra. No le habríamos podido ver de no haberlo
desmontado, porque permaneció muchos siglos tapada por el montaje de los canes.
El bosquejo es la forma del cuadrúpedo que luego se esculpirá encima. Pero
hacer un esquema en un Tombo de un nudo o sello que finalmente veremos en un
tímpano es relacionar texto y portada sin más base.
Metopa de centauros de Piasca con ensayos en los bordes, como las ancas de la izquierda (bajo la firma) |
Elegir el tímpano de una portada lateral de un
monasterio para poner una retorcida alusión a una cuaternidad, supone atribuirle
una cualidad académica que se nos escapa. No digamos cuando se repite en muchas
cumbreras gallegas. Sigamos a la estudiosa.
Como apostilla a la propuesta, muestra otro
dibujo esquemático casi perdido en ese mismo Tombo, en el que se puede
identificar un león, con la característica de tener la boca abierta y la lengua
fuera, que es la manera habitual de mostrar las figuras ahuyentadoras del
diablo: sacando la lengua, aunque lo habitual que conocemos lo hacen humanos o
monos. Mostrar la lengua es una de las reacciones más elementales de rechazo en
todas las civilizaciones. Hasta los maoríes lo hacen en su haka. Pero los
eruditos nos explican cuando ven esas figuras lengauraces, que aluden bien a la
blasfemia, bien a la difamación o la mentira. Siempre los pecados. Pero si una
figura no tiene condena, ni castigo, podemos pensar en otra utilidad. Llegan a
identificar los culos esculpidos en los canecillos ¿con qué va a ser? Pues con
un pecado, así que pronto lo encuentran en su catálogo: sodomía. Al final, esos
malos pensamientos harán feliz al diablo que era el destinatario final para
rechazarlo.
Imagen tomada de un libro del Dr.Yzquierdo con un culo obsceno de la capilla de San Juan |
Pero donde se pueden encontrar miles de
esquemas o nudos sin fin es en las iniciales de los libros miniados, estudiados
por Ruth Mellinkoff, que aparte de su valor decorativo, lo que hacen con su
entramado y belleza es atraer la mirada para dejar a salvo el texto y los
dibujos sagrados que a veces lo acompañan. Tienen formas antropomorfas o zoomorfas,
como los ejemplos que muestra el artículo del Libro de Horas de Fernando I y la
reina Sancha, bichos y sujetos estrafalarios, que cuanto más sorprendente e
imaginativa es su representación, más eficacia antidiabólica van a tener. Pero
nos van a permitir que discrepemos con todo respeto, de que los monjes usaran
las últimas hojas de las copias que hacían en sus scriptoria de libros
miniados, como lugar para ensayar lo que finalmente plasmaban en textos y
tímpanos.
Tanto en los libros como en el tímpano, en los
muros y hasta en los canecillos, los entrelazos y trampas para el diablo que se
dibujaban tenían utilidad apotropaica,
muy lejos de sofisticadas alusiones a las cuatro estaciones o los cuatro
estados del espíritu o de la materia, a nuestro entender. Tampoco un tímpano era lugar para
adoctrinar a los monjes y no digamos a los fieles, analfabetos todos ellos y
muy supersticiosos, que se acercaban a la iglesia no por amor a Dios sino
buscando protección.
Siguiendo con el estudio, al analizar el
tímpano, del siglo XII, dice que en la puerta de paso del claustro de las Nereidas
a la iglesia de Samos, se ofrecía “un mensaje simbólico a un público letrado”,
que trabajaba en el scriptorium. “Aparece adornado con una cruz procesional de
tipo paté en bajo relieve al que se superpone un entrelazo en aspa, unido a un
círculo”. Esa cruz –dice- recuerda una cruz prerrománica del mismo monasterio.
Realmente, nos parece –igual que ocurre en la pila de Cillamayor- que no se
muestra especial interés en resaltar la cruz, quizás para no quitar eficacia a
la “trampa”.
Bien, veamos la explicación de la cuaternitas. “Aristóteles hablando de la distinción entre
hombres, animales y plantas hacía una comparación del ciclo vital con las
estaciones del año. Desde el nacimiento a la niñez equivalía a la primavera, la
juventud el verano, la madurez el otoño y la vejez el invierno. Esta
correlación entre el progreso de la vida y el curso del año en un modelo
cuatripartito nos lleva al pensamiento pitagórico en el que los números son
considerados como propiedades matemáticas con significado extramatemático. A
través del número el micro y el macrocosmos estaban unidos o limitados. La vida
del hombre correspondía a un ciclo temporal en un mundo mayor; desde el
nacimiento el año se dividía en dos solsticios y dos equinoccios y la vida humana
tenía cuatro estaciones. Este sistema cosmográfico de origen platónico-pitagórico
explica un mundo ordenado y armónico a partir de la triada, que es la base de
la relación entre macro y microcosmos, por lo que la cosmología de la
quaternitas de le herencia antigua se recoge con ecuanimidad en el cristianismo.”
Como diría Gerardo Boto lo que se esculpía en
los claustros no era para cursos acelerados de Teología. Aparte de que, todas
estas teorías sólo serán desarrolladas en el Renacimiento, en el siglo XII era
cuando menos peligroso tener esos textos en un monasterio. La cuaternidad era
la evolución de la Trinidad y si uno se pone a pretender leer algo sobre ello
acaba con la alquimia y luego en Jung. Para no extendernos, creemos que ese
tímpano, como otros muchos signos laberínticos tenian un sentido apotropaico,
sin más. Para eso eran útiles y no para dar una sofisticada lección filosófica
a los monjes mientras pasaban bajo el tímpano. Se trataba de dar protección
contra los diablos y el mal de ojo.
De otra manera, es muy posible que tengamos que
ver hoy a los guías que nos enseñan esa portada sacando la chuleta para leernos
la interpretación de tan extraordinaria altura intelectual.
Llegados aquí, la articulista incluye una cita
literal de su profesor, el Dr.Castiñeiras
sobre este tema de la cuaternitas, la teoría de los humores de la medicina
hipocrática impartida a los escolares de las grandes abadías. “Se trataba,
pues, de una Antigüedad pagana asumida por el cristianismo en el seno de uno de
los lugares sacros por excelencia: el monasterio.”
Incluye un esquema del Liber de rerum natura de
San Isidoro de Sevilla, del año 613 que “representa el concepto antiguo,
permanente y penetrante en la Edad Media de que el hombre era un mundo pequeño
y el mundo un gran hombre”.
Termina el artículo reconociendo que no sabemos nada acerca del estudio del quadrivium en Samos ni si hubo relación con Ripoll para incluir una cuaternidad. Respecto a que el modelo aparece en otros tímpano cercanos, que carecieron de la dotación artística de Samos, bien pudieran haberse copiado sin saber su significado en los otros templos, que a veces ocurre, pero nos resulta más razonable creer que, viendo la utilidad para proteger el templo de la entrada de diablos y malos deseos, se tomara el modelo por su inmediata utilidad apotropaica. Por ser prácticos : no en todos los monasterio había scriptorium, pero los diablos intentaban entrar en todos.
Loba capitolina en la fachada de A Mezquita (Orense) |
Para ilustrar nuestra lectura del uso más
popular de esos entrelazos, se puede consultar un magnífico blog titulado “Galicia de pueblo en pueblo” de donde
tomamos la foto de Samos, pero que tiene un amplísimo contenido. Si miramos en
el índice el apartado “Antefijas y otras figuras geométricas” nos encontraremos
que esa “cuaternidad” preside muchos de los cumbreros de los tejados de los
templos rurales. Era el lugar más alto, para que fuera bien visto por los
diablos y proteger el templo, a veces sobre un figura que parece un ave y
también como se muestra en los artículos de los expertos que manejamos, en los
tímpanos, como Santa María del Azogue,
en Betanzos. Por tanto, abunda más en las cumbreras que en los tímpanos y
es mal lugar para dar doctrina o filosofía a los humildes campesinos. Todo
sirve para llamar la atención del diablo y sus acólitos (aojadores) y en A Mezquita en Orense aparece una
escultura de la loba capitolina amamantando a Rómulo y Remo probablemente como
muestra de algo pagano y conocido por los diablos. O San Estebo de Ribas de Sil, en cuyo ábside bajo los arquillos
comparten lugar con el sello de Salomón, otro potente signo protector.
Sello de Salomón y entrelazos en S.Estevo
Y no digamos de Santo Tomé de Serantes, que nos parece un verdadero catálogo de figuras obscenas apotropaicas, desde el sexo hasta los nudos, incluso en lugares insólitos.
Santo Tomé de Serantes con nudos protectores |
Tímpano con la quaternidad y otros signos (Escuadro) |
Caganer apotropaico en Ansemil |
Espinaria en una esquina estratégica atrayendo las miradas en Ansemil (Pontevedra) |
O en Escuadro y Carboeiro, en la zona de Silleda (Pontevedra), repletos de signos mágicos. O el caganer y la espinaria –justo en la esquina del alero- protegiendo Ansemil Pero nos hemos desviado hacia la figura humana desde la geométrica en que andábamos.
De nuevo el signo misterioso, esta vez en la cripta de Carboeiro en la zona de Silleda (Pontevedra) |
EL ESTUDIO DE D.MANUEL CASTIÑEIRAS
Esta escéptica visión nuestra, seguramente
fruto de la ignorancia, nos conduce a un monumental artículo accesible en el
capítulo dedicado a Lugo en la Enciclopedia del Románico, tan manejable gracias
al sufrido trabajo de los currantes de la Fundación, que dedica el Dr.
Castiñeira a “La escultura románica en
la provincia de Lugo” en el que se detiene a estudiar, entre otros, la
iconografía de San Martiño de Mondoñedo, como habíamos anticipado. Lo vincula
con la escultura de Jaca y Loarre, de donde pudieron provenir los tallistas,
aparte de la evidente influencia de la cercana Santiago. Nos cuesta ver las vinculaciones que señala el autor con
canecillos de Jaca y Loarre, e incluso Catalain (Navarra). En nuestra
ignorancia creíamos ver influencias más claras del otro lado del mar, del sur
de Inglaterra, porque la sheela-na-gig
de su alero no la encontramos ni en Aragón ni en Cataluña y escasamente en el
interior de la península. No confundir la sheela con la mujer exhibicionista,
ampliamente utilizada en todo el románico hispano.
Sheela-na-gig de San Martiño de Mondoñedo (Foz). La diferencias con la mujer impúdica es dónde colocan sus manos. |
La explicación de la presencia de los canes en
el interior de San Martiño, como consecuencia de los “recortes” en la
construcción al trasladarse la sede a Mondoñedo nos parece muy bien avenida.
Iban a configurar el alero de la puerta occidental. El profesor destaca cómo
tras la revuelta contra Alfonso VI, muchos de los nobles gallegos rebeldes se
habían refugiado en Aragón y llegaron a establecer una poderosa colonia gallega
en Huesca, como séquito del compostelano Diego Peláez, humillado y depuesto en
el concilio de Husillos.
Dedica un largo espacio al estudio de los
tímpanos lucenses, los temas sansónicos y juglarescos, como el
de S.Miguel do Monte en Chantada, en
el que la escena festiva tiene detalles apotropaicos, como la genitalidad
descarada del vihuelista, como se puede ver en la estupenda foto de Cándido
Rico.
Más
adelante, destaca nuevos esquemas como el de Samos en portadas de su ámbito,
como la puerta occidental de la
iglesia de San Cristovo de Novelúa (Monterroso, A Ulloa),que claramente indican su conocimiento de los
dibujos de los manuscritos de cómputo, en los que era habitual encontrar el
diagrama de la quaternitas o syzygia, a través de los que se hacía explícita la idea de una creación divina
basada en los cuatro humores, temperaturas, temperamentos, direcciones, vientos
y estaciones, a los que no era ajena la figura de la cruz . El tema ha sido
estudiado precisamente por Carolina Casal Chico en relación con el único
vestigio de la antigua iglesia románica de San Salvador de Samos: una puerta
románica en cuyo tímpano se figura una cruz a la que se superpone el dibujo
entrelazado de la quaternitas,
Tímpano de Novelúa triplemente protegido (si fuera enseñanza, habría repetición como castigo por no entenderlo) en foto de Maria Luisa Alvarez para www.Amigos del Románico. org |
Pero aquí, en Novelúa el profesor Castiñeiras
advierte que no hay justificación a un dibujo del scriptorium porque no había
tal. En este caso, donde sigo sin ver cruz alguna, los diagramas repetitivos
parecen pretender tapar todos los caminos a la acción del diablo.
Si, como indica después, una de las intenciones
de la Reforma Gregoriana era poner las imágenes al alcance de los iletrados,
parece que el mensaje tan complicado que hasta hoy mismo necesitamos al experto
que nos explique su significado filosófico, no cumplió su fin.
En su recomendable lectura, se puede obtener
una interpretación bien construida sobre su famoso antipendio y de los
capiteles del interior, que ahora no vamos a tocar.
Sí queremos resaltar algunos matices que nos
desconciertan en alguna medida. Cuando menciona la iconografía exterior y sus
procaces canes “hace un especial hincapié en el pecado capital de la lujuria y las
consecuencias del sexo. De manera muy vulgar y grosera, como sucede también en
el ejemplo navarro de Cataláin, se exhibe en el alero septentrional la
condición humana resultante del Pecado Original: un onanista, una pareja
copulando y un alumbramiento de nalgas”.
Bien; eso es lo esperado: pecado y castigo.
También comenta la abundancia de cabezas y animales relacionado con la visión
habitual del mundo que rodeaba aquellos edificios. Con todo respeto, nosotros
ya hemos comentado en ocasiones anteriores que la talla de animales en los aleros
atraía la mirada y sorprendían, lo que les confería valor apotropaico y no eran
una pintura del paisaje. No deja tampoco de atribuir personajes bailando y las
máscaras con los carnavales, que –a nuestro juicio- la Iglesia no habría
consentido su perpetuación en los aleros y compara algunos con lo visto en San Quirce de los Ausines, que ya hemos
comentado en este blog en siete capítulos seguidos. Los abundantes artículos
sobre los carnavales relacionados con la iconografía vulgar de los templos
creemos tienen poco apoyo porque no eran fiestas para que la Iglesia lo
plasmase en los templos, dada su irreverencia y temporalidad. Esas máscaras y
gesticulantes intentaban alejar al diablo de su entorno, donde reposaban los
cuerpos de los antepasados, objetivo de los malos espíritus. Los religiosos entendían bien lo que venía siendo utilidad popular para conjurar al diablo, diferente de lo que era exhibición sexual con finalidad distinta. Desde luego, jamás se entendió como incitación, no hay más que leer a los arqueólogos sobre los yacimientos con figuras fálicas.
Más adelante, el autor hace un comentario
esclarecedor: En algunos casos, las referencias al sexo son tan crudas y directas que es
necesario acudir a explicaciones antropológica en relación con la funcionalidad
de estas representaciones.
Canecillo de Sta.Filomena de Cadramón (foto de J.A.Gil Martínez en la wiki) |
Y cita la iglesia de Santa Filomena de Cadramón, de la que intentamos mostrar algunos canzorros. Comenta su mujer exhibicionista y la relaciona con la sheela-na-gig irlandesa, que quizás no ha visto en el mismo San Martiño (está en la zona no visitable) o que ha visto como una exhibicionista que no es, de la que señala que “su gesto obsceno adquiría claramente un valor protector. De esta manera, la imagen alcanzaba casi el estatus de un amuleto apotropaico que espantaba el mal augurio del lugar sagrado y se asimilaba en el contexto irlandés a Anu, diosa céltica de la agricultura y de la productividad”. Se detiene en la función protectora y fertilizadora de la exhibición de los órganos sexuales que se extiende desde la cultura mediterránea.
No
se puede pretender que sólo la mujer exhibicionista o la sheela tuvieran ese
carácter protector. Toda la iconografía obscena cumplía el mismo objetivo, con
las escasas excepciones en que el o la protagonista sufren algún castigo (la
femme aux serpents) que puede contener catequesis, aunque conocemos ejemplos de
figuras con esa doble función. En Santiago de Compostela, por ejemplo, tenemos una femme aux serpents que saca ostensiblemente la lengua, acto que
tiene un marcado sentido apotropaico, como hemos comentado, pese a que los
estudiosos ven el gesto como parte del sufrimiento de la pecadora.
Capitel de la girola de Santiago con la femme aux serpents con gesto apotropaico |
En
resumen, nuestra modesta propuesta con todo el respeto a la autoridad del
maestro Castiñeiras, es que pese a que se puedan ver en los scriptoria libros
con dibujos marginales añadidos de nudos y entrelazos, a veces simples
bosquejos, no se trataba de ensayos de diseños de capiteles o tímpanos, sino
directamente dibujados para proteger el texto y sus imágenes y con esa misma
intención apotropaica se utilizaban los diseños para tímpanos, cumbreras y
esculturas. La existencia de tratados filosóficos de gran nivel intelectual,
probablemente no influyeron en la decoración del templo, ni siquiera para
impartir enseñanza a los monjes.
Por
otro lado, mantenemos humildemente la idea de que tampoco tiene mucho sentido
enlazar esas imágenes sexuales con propuestas de fertilidad, como muchas veces
nos dicen –haciendo ya un esfuerzo para “salirse” de la línea pecado/castigo -
porque mostrar el sexo para ahuyentar diablos no es muestra de fertilidad, sino
muestra de vitalidad, de que allí
hay vida –nada mejor que enseñar la pareja en coito para demostrar que están
vivos – y por tanto, hay protección contra el diablo que acosa a los difuntos. Si
dejas una flor o una vela junto a la sepultura de tu familiar, todos entenderán
que alguien se ocupa del difunto, que no está abandonado. Hay vida.
SAN
MARTIÑO DE MONDOÑEDO
Terminamos
este largo estudio repasando la documentada ficha del profesor dedicada a San
Martiño de Mondoñedo, que conoce tan bien.
Comenta cómo en el siglo VI pudo haber contactos marítimos con las islas británicas, de los que desaparecen rastros tras la invasión musulmana, pero que ha dejado muestras para datar alguna edificación en ese tiempo. De ahí pudiera derivarse el modelo de la sheela actual así como las abundantes cabezas de ganado, muy típicas del románico del otro lado del mar.
vista frontal de la sheela de San Martiño en un alero no visitable |
La portada occidental, bien armada de cinco
arquivoltas parece denotar –a nuestro juicio- una ausencia de tímpano, suplido
por un dintel con un sencillo crismón y un pequeño Cordero tallado sobre un
sillar. Esto parece confirmar la propuesta del profesor de cambios en los
planes una vez que se traslada la sede y San Martiño pierde fuerza, y se
suceden muchos años de modificaciones y reformas. Encuentra el autor relación
con Jaca y Loarre, por ejemplo, por las figuras de simios encadenados, aunque
pensamos que ese motivo es constante en todo el románico monástico del norte,
desde Silos a San Quirce de los Ausines o iglesias palentinas. Atribuye la
decoración de los aleros norte y sur a artistas procedentes de Aragón y
Navarra, donde se centra en el navarro Cristo de Catalain (Garinoain) para
encontrar paralelismo. Precisamente de allí es la primera imagen que usamos en
esta entrada con un resto de claro sentido apotropaico. Los canzorros del muro
interior de San Martiño pudieron haber sido concebidos para la portada
occidental y ante el recorte del proyecto, colocados en el interior.
Canecillos "sin pecado" en S.Martiño: sirena, cabeza monstruosa con la lengua fuera y santo mostrando un libro (mucho sentido apotropaico y ninguno culposo) |
Pero
de nuevo hemos de olvidar el sentido apotropaico de las imágenes obscenas en
San Martiño cuando describe el Dr. Castiñeiras la iconografía de los aleros. “Por su
parte, en el exterior del templo, tanto
en el muro norte como en el sur, la serie de canecillos hace un especial hincapié en el pecado capital de
la lujuria y las consecuencias del sexo. De manera muy vulgar y grosera,
como sucedía en Catalain, se exhibe en el alero septentrional la condición
humana resultante del Pecado Original: un onanista, una pareja copulando y un
alumbramiento de nalgas”.
Habla
de vicio y castigo al comentar los tres canes sobrantes de la portada y
colocados en el muro, aunque solo uno aparece enmaromado y mostrando los
genitales. Los demás carecen de castigo y el tocador de pífano con falo
enhiesto es frecuente en otros lugares (ventana de San Martin de Elines) aunque el más vistoso es el de Villanueva de la Nía (también en
Cantabria) en el capitel más sexual y con más sentido apotropaico de la zona.
Ventana de S.Martin de Elines con dos "trompeteros" junto a un símbolo extraño |
Capitel Villanueva de la Nía con tres personajes con gesto apotropaico. También el sacerdote del centro al levantar las manos hace un gesto protector |
Mujer impúdica del capitel, situado enfrente del altar de Villanueva |
"Trompetero" dotado de un gran falo cuyo tamaño se supone por el resto |
Su
explicación bascula del pecado sexual a lo apotropaico, pero claramente se
decanta por lo primero, que es lo que mandan los cánones.
En
fin, una verdadera joya esta ficha así como sus fotografías, espléndidas, que
anima a felicitar a los responsables de la Enciclopedia del Románico.
Terminamos
con una breve cita de un gran investigador de la simbología medieval, Michel Pastoureau “Una historia
simbólica de la Edad Media occidental” a la que ya hemos recurrido: “Para
incitar al historiador a ser prudente, se podría decir que en la simbología
medieval, los elementos significantes (animales, colores, números, etc) no
poseen, al igual que las palabras, un significado en sí mismo, sino sólo empleos. Sin duda, en algunos casos,
tal afirmación parecerá exagerada, pero en toda construcción simbólica
medieval, el conjunto de relaciones que los distintos elementos establecen
entre sí, siempre es más rica en significaciones que la suma de las
significaciones aisladas que posee cada uno de aquellos elementos.”
Ahora
podemos contemplar un alero como el de San Martiño (los canecillos carecen en
general de programa iconográfico) no por
el significado sino por el empleo, la utilidad apotropaica con que se
esculpían, por eso han sobrevivido a censuras y desprecios.
Subiría una foto de la mujer exhibicionista de Santa Filomena do Cadramón, pero supongo que no se puede en los comentarios.
ResponderEliminarEn efecto, Cándido, la aplicación no permite subir fotos en los comentarios. Si te pones en contacto con Maxi o Pedro Luis (tienes su correo de los cursos anuales) te animarán a que te des de alta en el blog, donde verás que solo estamos María José (a la que también conoces) y yo. Teniendo en cuenta que el foro donde escribíamos ha caído por abandono en manos de unos desaprensivos, ante la indiferencia de los socios, que solo quieren que les lleven de excursión y tanto a ellos como a los directivos les importa una higa lo que pase con el foro, tenemos que buscar otros espacios y este blog que nos habilitó Maxi cumple, pese a que no tiene la frescura de intercambios que llevábamos en el foro. Falta darle un "hervor" para que tenga más vidilla, pero eso requiere que tengan tiempo para ello los administradores. Lo tienes fácil: con darte de alta puedes escribir y publicar fotos sin problema. Es más: ya no hace falta tener las fotos registradas en flirck u otro sitio, ya que las puedes subir desde tu ordenador directamente, lo que es comodísimo.
EliminarPerdona que no haya visto tu comentario pero verás que espacio más mis entradas por problemas familiares que me tienen absorbido todo el tiempo. Ya no me verás por el pueblo acosando a los turistas, sólo investigando a salto de mata, pero la afición no se pierde y han mucho que leer. Abrazos