El capitel de la Orestíada (I)
Llegamos por fin al capitel
más estudiado y debatido del románico palentino: el llamado “ de la Orestíada”.
El Dr. Prado-Vilar en uno de
sus imprescindibles artículos: “Del
maestro de Orestes-Caín al maestro del sátiro: una conferencia sobre la belleza
de la tragedia y la memoria del futuro” relata cómo en 1905 Emile Bertaux
observó admirado los capiteles de Frómista:
(traducimos): ”el artista…ha
estudiado sarcófagos antiguos, para copiar de ellos figuras enteras que ha
dejado desnudas y que, en las formas de sus cuerpos y en las sonrisas de sus
rostros, parecen aparecer, en medio de monstruos bárbaros a los que combaten
cabalgándolos, una visión fugitiva de la belleza olvidada”.
Que como consecuencia de
este comentario, Moralejo adecuara la presencia física del sarcófago de
Husillos como inspirador de estas escenas, es bien conocido por todos los
interesados en Frómista. Literalmente el comentario de Bertaux se adapta mejor
a los capiteles circundantes que al preciso de la Orestiada, pero lo importante
es la referencia iconográfica. Precisamente el capitel contigüo a nuestro protagonista, el nº 48 según el plano de G.Guinea, refleja mejor las palabras de Bertaux.
Tomamos la imagen central del original del museo de Palencia, magníficamente mostrado en su exposición, bien iluminado y accesible. El existente en el templo es una copia, como ocurre con el de la Orestíada.
Y ¿dónde ha visto figuras que inspiren esa comparación? En cualquiera de los muchos sarcófagos romanos precristianos de los museos vaticanos, por ejemplo. El que aportamos procede del MET de Nueva York.
A nuestro modo de ver, el
capitel de la Orestiada ha sido víctima también, como si la tragedia que relata
se actualizara periódicamente, de la venganza y la ira que muestra
representada. Todos conocemos cómo al desmontarse el ábside en las obras de
1900 fue bárbaramente destrozado, de manera que la única fotografía previa,
precisamente días antes de la salvajada -puesto que aparece en el suelo- genera
cierta incertidumbre sobre el sexo del personaje apuñalado.
Lo tomamos de una ejemplar web del colegio la Salle de Santander donde un buen profesor ha debido hacer estudiar como es debido este tema: apuntes.santanderlasalle.es |
La venganza moderna se materializa de la mano del restaurador (probablemente Santiago Toledo) que hubo de hacer la pieza que hoy vemos en base a esa foto y suponemos que con la rabia acumulada por la salvaje agresión. De esta manera, la venganza en piedra, ahora del replicador del primitivo capitel, la podemos contemplar hoy en forma de una fémina (“los niños” dijimos que lo llama García Guinea) con un evidente sexo que nunca debió tener el original. De manera que, pese a la restauración, aún se debe explicar la escena inspirada en la tragedia de Esquilo para describirlo.
El extraordinario trabajo de
Prado-Vilar que hemos mencionado, logra engancharnos para entender la evocación
del primer crimen de la Humanidad –un fratricidio- extraído del relato de una
tragedia griega de permanencia en la memoria común, incluso en el siglo en que
se construye Frómista y se celebra el concilio en Husillos. La venganza en el
ámbito familiar, el derecho a devolver a la familia del ofensor el mismo daño
causado a un pariente, al margen de la justicia del Estado, se narra en la
mitológica historia y pervive en el siglo XI. El ambiente de ritual que impregna la escena nos recuerda cuánto de obligación impuesta por las costumbres ancestrales había en esas venganzas.
Es, por
tanto, parangonable esa condena del agresor y sus remordimientos (tanto los
tiene Caín como Orestes) en la representación iconográfica. Precisamente, el
profesor Prado-Vilar señala, como así es en la mitología, la presencia de las
Furias (o las Erinias) acompañando la escena del ajusticiamiento, por ser
“seres específicamente encargados de vengar los crímenes familiares”. Si abrimos el foco sobre la terrible historia,
las Furias no sólo actúan acosando al atormentado Orestes que ha hecho justicia
asesinando a los amantes asesinos; también la pareja adúltera ha de sufrir ese
acoso, ya que aquellas persiguen a los asesinos hasta el inframundo. No
olvidemos que antes que Orestes la “ajusticiara”, Clitemnestra había asesinado
a su marido y padre de 0restes. Por
tanto, la presencia de las Furias está doblemente justificada y la
especialización de cada una de las tres que cita Virgilio era perseguir los crímenes contra la moral, contra
la infidelidad y los de sangre, todos ellos precisamente cometidos por la
pareja adúltera. Con esto pretendemos centrar la propuesta en los crímenes en
el ámbito familiar tan frecuentes en la época, menos que en un episodio bíblico
más difícil de comprender plásticamente por los usuarios.
Orestes perseguido por las Furias (Bouguereau) (wiki) |
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