Una nueva ordalía en Navarra

Teníamos que entrar a conocer los textos de los historiadores que nos hablan con detalle de las ordalías, sus orígenes y usos en cada  pais y en cada región, ya que hasta el siglo XII y en algunos casos después, se practicaba en todo el mundo cristiano.
Pero el fino ojo y la espléndida memoria fotográfica de nuestro amigo JRU nos permite interrumpir el texto para mostrar su aportación sin duda de una ordalía, que no está definida por los especialistas.
Se trata de la portada románica de la iglesia de Larraona, en Navarra, al límite con Alava.
Veamos primero una foto del conjunto de la portada.
Sin entrar a discutir si los personajes a ambos lados de la puerta sean S.Pedro (posible porque lleva las llaves) y el otro recuerde al mercator de Sangüesa por la bolsa al cuello, que pudiera aludir tan sólo a los mercaderes en general que comerciaban frente a esa portada y no a Judas, nos interesa comprobar que no sólo la arquivolta relata una escena de ordalía -al menos el juramento es indiscutible- sino que sobre ella se han esculpido en los canecillos dos elementos muy frecuentes en esas escenas en Palencia; el juez-alcalde y el que probablemente sea el párroco. Algunas escenas resultan algo populacheras, quizás para nuestros ojos de hoy, ya que aparenta que el pleito pueda haberlo originado el robo de una gallina o de un jumento; hay que considerar que en la época y el lugar tampoco habría que esperar historias más trágicas.
Veamos primero la prueba de veracidad, con la ya conocida introducción de las manos en la boca de una fiera, probablemente león.
Salvo que aparentan sentarse, no difieren mucho de los vistos en Castilla. Responden a un modelo.
Algunas escenas del entorno sugieren similitudes con lo ya visto: un personaje arrastra de los pelos a otro  y en otra dovela uno coge de la mano a otro más tenso, quizás la dama solicitando protección a su fiador.

Al comienzo del relato por la izquierda un personaje con una especie de cetro, probablemente una autoridad, un alguacil, arrastra de los pelos a un personaje que parece ser un hombre, quizás para hacerle comparecer en el juicio.
Sobre estas curiosas escenas, entre las que se incluyen la manipulación de animales domésticos, aparecen en los canecillos las autoridades que vigilan que se realicen los juramentos conforme a los fueros y costumbres, el sacerdote con las manos juntas, quizás invocando la concordia antes del inevitable juicio y el alcalde o juez con su distintivo de mando. Esta figura llama la atención por tener la barba bífida que se achacaba habitualmente a los judíos, que sin duda hubieron de ser invocados por sus conocimientos jurídicos. Pero es que además este personaje muestra algo que se puede ver también en Artaiz: el monosandalismo. Lleva un pie calzado y el otro descalzo. Lanzamos la hipótesis de que se trate de un juez judío que se ve obligado a impartir justicia en la puerta de la iglesia (también en Artaiz la figura aparece en la puerta) y por tanto "pisa" suelo mitad sagrado, mitad profano, pero es una incógnita que dejamos para que la resuelvan los estudiosos. Nosotros nos conformamos con relatar "el pleito de la gallina".




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