Ordalías hispanas

Me ha recordado la imagen anterior del "voluntario animado" a tomar el hierro candente con el mismo aspecto que cuando llevamos a los niños a vacunar -bien agarrados, pelo alborotado y con los pies en el aire- a la imagen menos violenta del clérigo y la supuesta monja que aparecen "animados" o empujados suavemente (agarrados por el hombro y sujetando la mano de la dama) en la portada de Arenillas quizás hacia la toma de juramento que pudiera desembocar en ordalía.

















Veamos brevemente un resumen del librito de José Villa-amil y Castro de 1881 mencionado por Beatriz Mariño en su trabajo sobre las ordalías vulgares en Palencia que vimos anteriormente. Título :”Del uso de las pruebas judiciales llamadas vulgares”, que conviene repasar dado que hace mención a las prácticas en los reinos hispanos.
Cita una ordalía en el siglo VI que se utilizó bastante en la vida del cristianismo: la declaración divina sobre la autenticidad de una supuesta reliquia. No se nos olvida que santa Elena recurre a una ordalía para averiguar cuál de las tres cruces halladas en el Gólgota era “la buena”. 
Pero la prueba relatada por Villa-amil de Zaragoza se refirió a la autenticidad de una reliquia encontrada en la iglesia de los arrianos. Ya hemos dicho que una ordalía se utilizó para determinar la validez o no de los textos de la reforma gregoriana, aunque se impuso el criterio real. Y dice el investigador:
“En los Estados del oriente de la península parece que se prefería la prueba del agua fría a la del agua hirviendo. Así se desprende de la disposición tomada en el concilio celebrado en Vic hacia 1068 para que quien fuese acusado de haber mandado, dispuesto o aconsejado que se hiciese alguna cosa mala, en la cual se supiese que no intervino, jure por su mano sobre el altar no haberlo mandado; y todos los que interviniesen en hechos malos, si negaren haber intervenido, se purguen por el juicio del agua fría en la Sede de San Pedro y no queriendo hacerlo, queden excomulgados, haciéndose todas las prueba a los querellantes y a los acusados, de la paz y tregua de Dios por el mismo juicio del agua fría de la sede de S.Pedro…
En Aragon debió ser muy usada la prueba del hierro candente, según las numerosas menciones que de ella se hacen. Don Sancho Ramirez la establece, como la practicaban sus villanos, para varios casos y por los muchos perjurios que se cometían, en la llamada carta iudicialis, de S.Juan de la Peña, que mandó hacer en 1062…la manera de efectuar la prueba, que consistía en hincarse de rodillas ante el altar teniendo en una mano un puñado de tierra de la heredad que se litigaba y juraba pertenecerle, y en seguida tomar el hierro ardiendo.
En Oviedo y Avilés, se reservaba para los sospechosos de robo que ya habían sido convictos en ocasiones anteriores.
La caldaria, según documentos de los siglos X y XI era más usada en Galicia (España Sagrada) por pleitos sobre posesiones entre monasterios. La pasa el presbítero Salamino sin lesiones. A veces se usan aguas termales de alta temperatura, como las que aún surgen en Orense. En Galicia se juraba sobre el sepulcro de Santiago (probare sacramentum in tumulum B.Jacobi). Ordalía fue que el rey Ordoño echara un toro bravo al obispo Ataulfo, ante quien se arrodilló, dejándole los cuernos en las manos , dejándolos luego sobre el altar el santo obispo.
La prueba cuyo uso más se prolongó fue la del hierro candente, usada en el siglo XIV para determinar la validez de la atribución de un hijo al rey. Incluso en las apasionadas querellas de Savonarola en Italia aparece la ordalía".
“En nuestra península, aun cuando se ha dicho que desde el siglo X vemos, por nuestros fueros municipales, cómo se iban suprimiendo poco a poco las pruebas judiciales, y que ya no existían en España en época en que todavía estaban en su mayor vigor y fuerza en Francia, no aparece muy pronunciada la oposición contra estas prácticas hasta el siglo XI. En el ultimo tercio de éste sí que, seguramente, se habían atraído muy general aversión y gozaban de escaso crédito; contribuyendo quizá en gran manera a su abandono, contra lo que generalmente se ha creido, la influencia cluniacense, pues en los parajes donde ésta aun no se ha había sentido es donde las hallamos en uso, y el monarca mayor protector de los monjes franceses es el que resulta que más favorable se mostró a la supresión de tales supersticiosos procedimientos."
"Alfonso VI hizo, en efecto, mucho uso de la esección, por via de privilegio, de la prueba caldaria. ..En 1076 confirma el fuero de Nájera concedido por el rey Sancho el Mayor de Navarra y advierte de las penas en que incurria el vecino de la ciudad que lidiase o se sometieses a las prueba de agua hirviendo o del hierro. En 1087 concede fuero a los clérigos de Astorga, dejando exentos de prueba caldaria y lo mismo en otros muchos como hemos visto.
Un decreto de 1288 en el concilio de León reiterándolo implica que se seguía haciendo. Se excomulga a sus practicantes y ordenantes “puesto que parece que con ello tientan a Dios y son castigados sin razón en estas purgaciones los inocentes".

Hay motivos para creer que, por lo menos desde este tiempo, el clero comenzó a rehusar su cooperación a la práctica de las pruebas vulgares, mientras persistían en usarlas los tribunales civiles. Asi parece darlo a entender lo que se dice en el ceremonial de S.Juan de la Peña, publicado por Martinez Marina, respecto a la bendición de “las gleras y el agoa” para la prueba caldaria.
El texto en negrilla y subrayado supone un respaldo a la propuesta que venimos manteniendo de que la escultura de Frómista contiene un alegato contra la pervivencia del Fuero Juzgo y otras leyes antiguas, que tanto los cluniacenses como el propio Rey Alfonso VI se empeñan en desterrar. Veremos pronto la forma de insistir en ello desde capiteles como el de la Orestiada.

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