EXULTET (continuación)

Capitel de la epístola. Adán y Eva se cubren tras el pecado.  Eva se esconde tras Adán. Una cabeza animal feroz abre las fauces sobre Eva, que tiene tras de sí a la serpiente que asciende hasta su oreja. Al otro lado del árbol, que marca la diferencia de personajes, aparece Cristo con nimbo crucífero, que apunta a ambos, pero no para expulsarlos ni para reprenderlos, sino para mostrar que es la alternativa al pecado, según el cántico del Exultet. La postura del cuerpo de Cristo es similar a la de Adán, uno a cada lado del árbol.

El capitel de la Epístola relata lo que comúnmente ha sido interpretado como “la expulsión del Paraíso” ya que cuenta con la repetida presencia de los anteriores (Adán, Eva, el árbol y la serpiente) además de figurar de manera destacada un personaje con nimbo crucífero y libro que señala con su dedo a los Pecadores y que ha sido identificado por unos como Dios (en la Expulsión según el Génesis) y por otros como Cristo en una alusión a la Redención. Según la propuesta que presentamos, estaría más acertado el profesor García Guinea cuando dice que es Cristo, pero creemos que no está realizando la Expulsión, sino presentado como alter ego de Adán en la liturgia que escenifican los monjes: el canto del Exultet dentro del Pregón Pascual. La figura de Cristo aparece simétrica a la de Adán para señalar más directamente la relación.

Ahora aparece el árbol más esquemático aunque de similar formato al anterior, que en esta ocasión pudiera identificarse como el Árbol de la Vida, y Adán y Eva se sitúan a la izquierda del mismo. Adán ya ha tragado el fruto y apoya la mano derecha en su pecho, probablemente en signo de arrepentimiento, a la vez que, como Eva a su espalda, se cubre los genitales, mientras toca el brazo de Adán en señal de complicidad. El hecho de que Eva no pise a la serpiente -como creí ver en principio en mis fotos- permite reafirmar mi propuesta de que no se está representando el Protoevangelio con la maldición a la serpiente cuya cabeza pisoteará la estirpe de Eva, sino la alternativa al Pecado Original en la figura de Cristo resucitado, como luego mostraremos.



















Si ya en el capitel anterior (lado del Evangelio ) destacamos la insólita presencia de dos religiosos en la escena de la Caída, ahora ocurre lo mismo con la cara este del capitel mal llamado “de la Expulsión”, en la que tras la figura de Cristo nuevamente son dos clérigos vistiendo hábitos religiosos quienes adquieren protagonismo en el relato.
A pesar de algunas interpretaciones erróneas, hemos de aclarar a la vista de las fotografías que manejamos, que estos dos personajes no tienen alas, sino capuchas que, formando parte de su vestimenta clerical, rodean sus cabezas (por eso no hay “ala de ángel” junto a la cara de Cristo), no salen de sus espaldas, sino del cuello, no tienen formato de alas ni plumas y en Frómista sólo aparecen con alas, bien trazadas y perfectamente reconocibles, los diablos que entronizan al avaro del capitel situada tras la puerta de la entrada Norte. 
Capitel del Avaro y la lujuria en la nave norte en el que aparecen claramente las alas de los diablos que coronan al avaro

Como luego explicaremos, la liturgia a la que se hace mención nos permite incluso proponer los objetos que portan los monjes como necesarios en su desarrollo. 
Siguiendo con este capitel, hemos de tener en cuenta que la gestualidad tiene gran trascendencia y sólo afinando las fotografías tomadas (lo que pudiera servir de disculpa a los errores repetidos desde tiempos anteriores en  su lectura) podemos establecer su claro sentido litúrgico. No dejamos de tener siempre presente las recomendaciones de la profesora Dña. Angela Franco para interpretar los capiteles: “Recordad la liturgia, en ella está la explicación”. Y así ocurre en este valioso caso.

Detalle de los dos clérigos del lateral este del capitel de la epístola de San Martín de Frómista que aparecen tras Cristo resucitado, vestidos con capa y capuchas portando una cruz y un pequeño libro abierto y vuelto para ser visto por los fieles.

Retomando la descripción del capitel, vemos que el clérigo a nuestra izquierda lleva expuesto entre las manos un libro abierto como queriendo mostrar al espectador su contenido; la peculiar forma en que lo muestra lo vincula a la lectura del Exultet en la liturgia de la Pascua. A su lado, otro clérigo con vestido y peinado idéntico, muestra su mano derecha bendiciendo con el dedo pulgar y los dos siguientes extendidos, portando la cruz que sostiene en su mano izquierda, elemento insólito en una Expulsión, pero muy adecuado para la ceremonia litúrgica que luego comentaremos para identificar con claridad los capiteles. El personaje clave del capitel no es Adán ni es Eva, sino Cristo que aparece con nimbo crucífero como personaje aludido en la liturgia representada por los monjes. Adelantemos ya que en ambos capiteles son éstos, los monjes, los protagonistas, los efigiados reproduciendo una ceremonia litúrgica, y tanto Adán y Eva como el mismo Cristo son personajes “aludidos”, citados en esa liturgia, pero no presentes en la ceremonia físicamente. Los espectadores –tanto la comunidad benedictina como los laicos, unos y otros separados quizás desde la nave unos y la galilea otros, ya que los capiteles se ven desde ambos lugares- podían seguir la lectura inserta en la liturgia del acto y ver la imagen de lo que se relataba: el Génesis y la lectura del breviario relativa al acto.

¿Y cuál era esa liturgia que aparece representada?
Desde hace tiempo nos había intrigado la presencia de clérigos en esas escenas del Génesis, ya que lo más habitual es que sea un ángel quien realice la Expulsión o el mismo Dios, a veces en forma de Dextera Dei, pero nunca con clérigos portando elementos de liturgia. Tampoco existe presencia de monjes en otros capiteles o imágenes de la Caída. En un principio intuimos que pudiera referirse a una procesión solemne habitual del inicio de la Pascua, en la que los pecadores –la confesión era pública- fueran expulsados temporalmente del templo hasta la Redención en el domingo de Resurrección. Se trataría, por tanto, de una especie de auto sacramental, inaudito a la vista de lo comentado por los estudiosos negando la existencia de tales “teatros” en tiempos tan tempranos, aunque sí se puede admitir que se efigie una procesión, más teniendo en cuenta que a este acto le sucedía el Bautismo de neófitos. No podemos olvidar que la Pascua era la fiesta más solemne y espectacular de la liturgia.
Esto nos condujo a plantearnos si estos monjes no estarían mostrando una liturgia concreta en la que se mencionara la Caída de Adán y Eva y la Redención personificada por Jesucristo  como “nuevo Adán”. Y así llegamos al apoyo documental: la liturgia de la Pascua. Eso es lo representado en ambos capiteles, según pensamos. El Exultet (también llamado Exsultet) que se canta el sábado de Gloria con un determinado ceremonial, aquí representado.
(continuará)

Comentarios

  1. Una posterior investigación para un artículo que preparamos, nos lleva a identificar los dos religiosos que acompañan la escena mal llamada "de la Expulsión", ya que no coincidia su vestimenta con capuchas con la de los cluniacenses que pretendemos idearon el programa iconográfico. Se trata probablemente de dos agustinos (y de ahí la capucha) ya que a finales del siglo XI, cuando llegan las propuestas revolucionarias de los cluniacenses para la iconografia de Frómista, eran los canònigos agustinos quienes administraban el templo.

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  2. Entre otros estudiosos, un artículo de D.Miguel Calleja Puerta, de la Universidad de Oviedo accesible en internet titulado "Los canónigos regulares en los reinos de León y Castilla" nos situúan en el entorno en el que pudieran coincidir la practica cristiana de unos y otros.

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