El bestiario románico de Alne (Yorkshire) CALADRIO
Según los bestiarios medievales, el caradrio era un pájaro con unas cualidades tan maravillosas que se le equiparó a Cristo.
Aparece en el quinto medallón de la arquivolta exterior de la iglesia de Alne (siglo XII) |
La figura del caradrio en el bestiario de Alne es, sin duda,
la más estudiada del conjunto. El texto de Druce que hemos mencionado está
dedicado por completo a ella. Por otro
lado, una amplia investigación que hemos realizado estos años, nos
permite disponer de una gran cantidad de información. Realmente fue el caradrio
el motivo real del viaje de nuestros amigos hasta tan lejos, ya que pensamos
que hemos localizado en España –muy cerca de Aguilar- otro caso práctico de su
existencia, además aplicado a un sermón admonitorio muy oportuno, pero tras
haberlo convertido en un largo artículo, duerme ahora en un cajón, quizás
porque ha tenido la mala suerte de no tener antecedente en España ni en Europa,
salvo el de Alne como afirmaba Druce en su estudio sobre el ejemplar inglés,
extrañándose de que siendo un animal tan representativo,
no hubiera tenido más difusión. Ahora que aportamos un nuevo modelo bien
cerca, no prospera precisamente por su carácter único.
Por tanto, vamos a centrarnos exclusivamente en Alne, que
tiene mucho que contar. Analizemos la
imagen: aparece un hombre tumbado sobre un lecho, con la cabeza que conserva
unos picos que fácilmente pueden ser restos de una corona, ya que los dibujos posteriores
y las leyendas, atribuyen al pájaro una utilidad en palacios y casas nobles.
Esa cabeza la apoya en una especie de banqueta, quizás por diferenciarlo de una
cama, ya que se entiende que estamos ante un moribundo. Nuestro buen amigo y
tutor J.R.Ugarte ha coloreado la imagen para identificarlo mejor.
Sobre el cuerpo y a los pies del enfermo aparece una gran
ave que acerca su pico a la boca del enfermo, escena ajustada a la leyenda del
caradrio, que pasamos a relatar. Se conserva parte de la inscripción:
CHARADRIUS. Druce lo visitó hace un siglo y pudo verlo mejor conservado.
¿y cuál era la especialidad de este mitológico ave? Pese a
su consonancia con la calandria, no tiene nada que ver. Desde la más remota
antigüedad, se conocían las virtudes de este ave misteriosa, de tamaño de un
cuervo pero de color blanco inmaculado (ya se van dosificando las alusiones
cristológicas), que tenía la habilidad de pronosticar (no diagnosticar) el
destino del enfermo. Cuando una persona se ponía muy enferma, el caradrio entraba
por la ventana y se posaba sobre el lecho del moribundo. El ave lo miraba
intensamente. Si acercaba su pico a la boca del enfermo, absorbía la enfermedad
y a continuación salía de la habitación por la ventana, volaba hacia el sol y
esparcía en el aire los malos efluvios de la enfermedad, por lo que el enfermo
sanaba. No hace falta ser muy astuto para concluir que estamos ante el
sacramento de la confesión en riesgo de muerte.
Por el contrario, si el ave decide tras su intensa mirada,
que el enfermo no se salvará, vuelve la cabeza, deja de mirar al enfermo y se
marcha.
Detalle de la escena en donde se aprecia las marcas de la corona del enfermo |
En su
completísima información, Druce explica cómo Plinio el Viejo lo menciona y
relata la leyenda de que lo criaban en el palacio del rey Jerjes. A pesar de
que su origen no era muy noble –el Deuteronomio prohíbe su consumo- se les
capturaba en los pantanos y se les llevaba a palacios y cortes, donde eran
mimados, comiendo en la mesa real. Como su poder radicaba en la mirada, que
analizaba las alternativas vitales, puede entenderse su habilidad relacionada
con el mal de ojo. De tal forma, que se cuenta que en los mercados en los que
se vendía, se les conservaba en las jaulas tapados con telas, para que no
“desperdiciaran” el poder de su mirada con los compradores y paseantes. Plinio
lo llamaba “icterus”, porque curaba la ictericia, de la que se dice es
producida por la envidia, que es precisamente el desencadenante del mal de ojo.
Tanto esa referencia a la envidia, como algunos textos y dibujos que le
relacionan con el pueblo judío, supuso que se utilizara en la Edad Media para
descalificar al pueblo elegido.
En el bestiario de la Biblioteca Real de Bruselas, aparecen estas dos imágenes.En la primera es capturado y llevado al palacio, a la derecha se le muestra al enfermo, volviendo el ave la cabeza, por lo que no se salvará, con la muestra de dolor del pariente a la cabecera.
En esta segunda imagen consecutiva, por el contrario, el enfermo sanará, no sólo porque el ave sale volando hacia el sol, sino porque todos miran hacia Cristo a la derecha, al que saludan y alaban los acompañantes.
En el ángulo derecho inferior, Moisés, como patriarca judío explica a su pueblo que si no son capaces de reconocer a Cristo como Dios, tienen más opciones de salvarse los paganos que ellos.
En dos trabajos muy elaborados del profesor Herbert
Kessler, codirector de los Coloquios Ars Medievalis de Aguilar, se alude al
caradio. En uno de ellos, se presenta a Cristo como “dragón mágico”, idea
sorprendente para la lectura habitual que damos a la iconografía del dragón,
pero que el profesor lo explica claramente utilizando un grabado muy conocido
de la Biblioteca Real de Bruselas, que mostramos arriba. Cristo actuaría dirigiendo su mirada a los
paganos indicando la posibilidad de su salvación si se convierten, mientras
vuelve la vista del pueblo judío, al que descarta por su falta de fe.
Otra de las leyendas en torno al caradrio era que con sus
heces curaba la vista y la ictericia, quizás aludiendo al episodio de la
historia de Tobías, ejemplo de judío benefactor.
En los bestiarios de Malaxecheverría encontramos este texto
clarificador de su acción:
“Podemos comparar este «calandrí» al sabio confesor, que ‑cumpliendo el
ritual- observa por ciertos signos si el pecador ha de salvarse o no. Pues
cuando lo ve confesarse bien y ordenadamente, con gran contrición de corazón y
con propósito decidido de alejarse de todos los pecados, de pagar todas sus
culpas, de pedir perdón humildemente a Dios y al confesor por haber pecado
contra su alma; cuando el confesor lo encuentra en tal disposición, ve de
inmediato signos seguros de que este hombre ha de salvarse; y si no lo
encuentra dispuesto como se ha dicho, conoce en seguida que este hombre no
puede escapar a las penas del infierno, de las que líbrenos el Señor, que está
lleno de misericordia.
Bestiaris 1, 78‑79 (MS
A)1
En un bestiario de la Biblioteca Nacional de Francia, aparecen las dos variaciones del pronóstico:
El profesor Druce investigó en libros y templos,
descubriendo que así como proliferaba en abundancia su imagen y aplicación en
los libros miniados medievales a partir del siglo XII, no lo era así en la
escultura, y tan sólo en una vidriera de la catedral de Lyon aparece el ave y
su leyenda (lo mostramos arriba). Sin embargo, como decimos, tiene presencia habitual en libros y
devocionarios. De tal modo su simbología era adaptada, que se utilizó su acción
como figura de amor no correspondido en los libros amorosos de siglos
posteriores.
Louis Reau afirma su presencia en una bella portada de la
iglesia francesa de Aulnay, pero no hay en ella ninguna figura que contenga la
especificación del caradrio: un hombre yacente y un pájaro posado a los pies de
la cama o sobre ella, motivo que no falta en ninguna imagen del caradrio.
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