Santiago de Agüero. Propuesta para su portada (parte I)
La curiosa iglesia románica, precipitadamente terminada, de
Santiago de Agüero ha atraído la mirada y supuesto un desafío para muchos
estudiosos. Desde Iñiguez Almech a Inés Monteira, pasando por Daniel Zabala y
terminando en la tesis doctoral de José Luis García Lloret sobre el maestro de
San Juan de la Peña, la web de Omedes y la ficha de la Enciclopedia del
Románico, muy próxima a publicarse. En
todos, sin excepción, se señala la vinculación de parte de su escultura con la
catedral de Santo Domingo de la Calzada, pero con muchas evidencias también del maestro
de San Juan de la Peña, como el tímpano y los capiteles de la portada.
La grandiosa foto de Omedes ya indica lo excepcional del enclave elegido para levantar la iglesia, que pudiera haber alcanzado el doble de lo que vemos. |
La idea general es que los elementos que conforman la portada
actual no fueron concebidos para el lugar que ocupan y que es el resultado de
la prisa y urgencia para terminarla. Para este modesto observador, una prueba
del proyecto frustrado y edificio abandonado (en el sentido de no
acabar cumpliendo la importante misión que se le pudo asignar, a la vista de
las dimensiones de su trazado original) es el acomodo de un elemento apotropaico para
proteger el edificio ante tanta soledad y el acoso de diablos, colocando en lo
más alto de la cubierta un solitario y rudimentario canecillo con la imagen de
un diablo : el efecto espejo atribuía la capacidad de asustar al diablo con su
propia imagen en la cumbre de la iglesia.
Es también sentido general de los estudiosos encontrar en la
portada un significado de lucha del bien contra el mal, también personificado
en las figuras esculpidas, apuntando a la lucha contra los musulmanes, el mal
encarnado en el enemigo.
Sin pretender desmontar las muchas y documentadas páginas
escritas sobre esta iconografía, aspiramos a esbozar y razonar una posibilidad diferente,
que tenga su enganche en otras esculturas castellanas y aragonesas, teniendo en
cuenta lo tardío de su construcción –finales del siglo XII- y, una vez más, las
leyes y costumbres que regían la vida de aquellos a quienes estaba destinado su
uso, que en muchos casos participaban en la obra como peones y que necesitaban
ver como propio y adecuado el contenido de su iconografía, porque si no,
simplemente no acudirían al templo.
Es nuestra modesta intención proponer que la lucha de
villanos con cota de malla y bastón (primer capitel por la derecha) no sea lucha cruenta, sino parte de la
resolución de un litigio como habíamos visto en el estudio de las ordalías
referido al entorno de los fueros de Aragón : Jaca y San Juan de la Peña.
Asimismo, los dos capiteles con bailarina que le suceden, no tienen por qué aludir a pecados ni
a enemigos musulmanes, sino a fiestas y quizás una ceremonia fúnebre que se celebrara
en la portada de las iglesias. También
pensamos que es posible encontrar nuevos datos respecto a los capiteles
interiores. Luego lo desarrollaremos.
Iñiguez Almech, en su interesante libro “Sobre tallas
románicas del siglo XII”, de 1968, estudia varias iglesias con vínculos entre
sí y se detiene en Santiago, puesto que antes lo ha hecho con Santo Domingo de
la Calzada. Lo tenemos en internet.
De los capiteles que nos interesa dice : “dos guerreros
vestidos de mallas, sin casco y con altas botas de cuero, riñen singular
batalla utilizando anchos espadones y escudos almendrados; el del rincón parece
llevar una cruz y orla estrellada por divisa; el del ángulo, fondo sembrado de
medias lunas y ajedrezada orla; dos barbudos en hábito civil comentan y señalan
con los índices…”compara con la lucha ecuestre del interior, y sugiere una
representación de la ira.
Curiosamente
cita como referencia a San Isidoro de León, pero no el capitel que nosotros
vamos a proponer por su posible equiparación a esta escena, sino al del diablo
que carga la ballesta, de origen francés y que identifica con la ira. Como los
capiteles adjuntos representan dos momentos de las bailarinas, hace un link
entre ambas imágenes, concluyendo que se efigian dos pecados: la ira y la
lujuria, ésta representada por la contorsionada bailarina identificada como Salomé
sin razón evidente alguna y así ha conservado el sobrenombre. Casualmente la
Salomé más conocida, la del museo de los Agustinos de Toulouse, ya ha terminado
de bailar.
Capitel de Herodes ofreciendo una recompensa a Salomé (ahora sí) en el museo de Toulouse. Sensual, pero vestida.(wikipedia) |
A este fuego añadirá
más leña posteriormente Inés Monteira señalando los vestidos y gestos moriscos
de las danzantes y músicos adjuntos, con lo que la condena ya está garantizada. Como la
serie culmina en ese lado con los dos leones devorando un cabritillo, propone
la ferocidad o nuevamente la ira para justificar el ciclo. No digamos si añadimos al centauro sagitario
del otro lado.
Una de las propuestas que nos parece más atinada en torno a
este templo que iba para gran edificio, se refiere a que pudiera haber sido
concebido como nueva ubicación de San Juan de la Peña una vez innecesario su “escondido”
emplazamiento tras la conquista de los territorios del llano. Así lo sugiere
García Lloret en nota a pie de la página 255 de su tesis. Precisamente la
condición de iglesia juradera que atribuimos desde su inicio al monasterio
pinatense –recordemos la presencia de Daniel en la iglesia vieja, de la que tan
sólo se conserva a Habacuc, y el propio Fuero- nos va a servir de punto de apoyo para considerar
que la iconografía de Santiago tenía la misma finalidad. Aún a finales del XII se realizaban juicios y desafíos frente a las portadas de las iglesia, pese a que estaban rechazadas oficialmente por el clero.
Este autor, al analizar el capitel que estamos tratando, y
observar que junto al combate de soldados (para nosotros, villanos o en el
contexto aragonés, mezquinos) se efigia una conversación con gestos entre dos
hombres, deduce que es la antítesis entre la guerra y la paz, en este caso, con
dos filósofos conversando. Luego lo veremos.
Como todos los investigadores que se han ocupado de este
capitel, encuentran sencilla la identificación de los combatientes: uno de
ellos tiene el escudo (cuyo formato es idéntico) plagado de pequeñas medias
lunas mientras que en el otro han observado que tiene una cruz grabada. Así,
con la ayuda de esos “falsos amigos” tan frecuentes en el románico, dan por
recibido el mensaje. Como nosotros hacemos aún hoy.
Pero es preciso afinar las fotos y ver el contexto y ahí
podemos hacer una nueva propuesta, que enlaza con muchas de las iglesias
románicas de esa época, tal como hemos visto al principio de lo expuesto en
este blog.
Para quienes aún dudan de que la inclusión de un elemento negativo como la cabeza del diablo tenía el efecto contrario, es decir, lograr que los diablos no acosaran el edificio al ver su propia imagen (efecto espejo) dentro de un sentido apotropaico, Virgilio -el divino poeta-había entendido la escultura en bronce de una gran mosca sobre una de las puertas de Nápoles con ese mismo sentido apotropaico: se trataba de espantar las moscas que asediaban las aguas en torno a la ciudad, especialmente en verano.Lo cuenta una gran estudiosa Alessia Trivellone en su artículo "images, rites et magie aux marges des iglises dans l'Occident Medievale".
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