LAS PORTADAS DE SANTIAGO DE AGÚERO Y S.MIGUEL DE BIOTA






En los tres episodios en los que habíamos contemplado en parte la portada de Santiago, nos hemos centrado en los luchadores, para proponer que no se trate de un combate guerrero, sino un combate judicial, adecuado a las normas de los fueros imperantes en esa época. Hemos osado proponer que en esa portada aparezca la joven con la flor como origen de la disputa de los campeones. Además, hemos señalado la coincidencia del gesto del acompañante de la joven con el de los jueces –si lo fueran- que discuten sentados y ambos varones barbados, y a su vez con el capitel del museo Walters de Boston procedente de la abadía de Lebanza al norte de Palencia,  la zona más “románica” del mundo, en la que hemos propuesto, en la línea de Beatriz Mariño, que se reproducen las escenas juraderas en las portadas desde Carrión hasta el norte de Burgos (Escalada). Los citados jueces tienen en común la forma de sujetar con su mano izquierda el gurruño que hacen con la toga, usando la derecha para gesticular en algunos casos.
En este sentido, es definitiva para nuestra modesta idea la observación de uno de mis maestros, de quien he logrado leyera la propuesta de Santiago: en un capitel de la portada de San Miguel de Biota –me escribe- se ha efigiado algo anormal para la “rutina” del maestro que estudiamos: un Pantócrator con Tetramorfo, tema que es más apropiado para un tímpano que no para un modesto capitel. Es el más próximo a la puerta de la portada Oeste, que preside el tímpano de la Adoración de los Magos. ¿No llama la atención de los estudiosos que mezclado con bichos fabulosos, devoración de animales, bailarinas, etc., que son los modelos habituales del maestro, aparezca un Pantócrator fuera del guión?

Capitel portada oeste S.Miguel Biota con el Cristo Juez y el Tetramorfos en el que Cristo sostiene la toga exactamente igual (con su mano izquierda sujetando el gurruño de ropa) que los jueces de la portada de Santiago de Agüero.
Pero vamos a fijarnos en la postura del Cristo. Tiene en su mano izquierda el gurruño de la toga recogido exactamente igual que los ejemplares que hemos visto. No resulta difícil concluir que estamos ante un Cristo Juez en el formato del Tetramorfos, pero con el detalle concreto de la forma de sujetar la toga. ¿Y qué juzgaba? El propio García Lloret reconoce que sólo en el tímpano de Luesia y el friso de Sangüesa aparece este motivo. No dispongo del primero, pero el Pantócrator de Sangüesa, arriba de todo del centro de la fachada, bendice con el libro en la mano, a la manera habitual. Lo mismo vemos en la foto de Luesia de la web de Omedes.
Por tanto, en Biota tenemos el único caso de un Cristo Juez tallado por el maestro de Agüero sujetando la toga como lo hacen quienes gesticulan asistiendo a la lucha de peones con bastones, de donde podemos deducir la clara intención de hacer figurar en igual postura a todos, similar al Cristo del Pantócrator.
García Lloret interpreta como novedad en este Pantócrator la sustitución del libro de la Vida habitual por el gurruño del pliegue de la toga, y lo interpreta –sin relacionarlo con las otras escenas que hemos citado, especialmente las de Santiago de Agüero- como un gesto humanizado para alejar la figura divina del hieratismo anterior. Busca un paralelismo con la Virgen de Silos, pero parece obvio que la figura de Silos no ha hecho un gurruño con el manto, sino que recoge el pliegue. No es comparable. En resumen, llama su atención el formato de la figura del capitel de Biota pero no su ubicación  ni se pregunta por la razón de no figurar en un tímpano, sino en un modesto capitel.


Sigamos con las dos portadas de Biota, ya que pienso que sus capiteles son intercambiables, que tienen más sentido contemplados en su conjunto. Lo digo porque, aparte de la advocación de la iglesia, evidentemente una portada con un Cristo Juez (en capitel) y otra portada con un San Miguel pesando las almas (en tímpano) sugieren un cierto sentido judicial.


Preguntábamos antes qué es lo que se juzgaba en Biota. Al igual que veíamos en Santiago un combate a escudo y bastón (quizás por el honor de la joven del canecillo), en Biota tenemos dos motivos : idéntico combate a escudo y bastón (una “lástima” que no haya pasado el “manipulador” por aquí para marcarle las medias lunas a los escudos, ya que son iguales y de dibujo anodino, no sabemos quién es el bueno y quién el malo) y además un combate de caballeros, o mejor –y pese a las observaciones en contra, creo que las fotos no engañan- un caballero cristiano acometiendo por la espalda a otro caballero cristiano y la lanza parece mostrar la herida abierta sobra su espalda.


 Para más inri, el caballero agresor tiene inscrita una cruz en su escudo, lo que termina de romper los esquemas maniqueistas tan habituales en estos asuntos, con visiones hollywoodescas por doquier. Siempre habrá reticentes que sugieran otra cosa, desde que la lanza es de goma y se dobla sobre la espalda del primer caballero, o  que iba por fuera sin tocar la espalda. Los buenos no se hacen daño… salvo que lo hayan hecho incumpliendo la Tregua Domini y deban juzgarlos ante la puerta de la iglesia, que puede ser el caso. Y sabemos que en muchas ocasiones la figura de la Tregua Domini no aparece como advertencia y consejo, sino para señalar una infracción que era duramente castigada. Esta agresión caballeresca hace pendant con el Pantócrator.
Capitel portada oeste S.Miguel de Biota con un caballero cristiano con una gran cruz en el escudo acometiendo por la espalda a otro caballero cristiano (a juzgar por el formato de su escudo y que no presenta ninguna característica atribuida a los musulmanes). Puede ser una infracción de la Tregua Domini, juzgada en esa portada.

Más adelante volveremos a Santiago para entrar en la iglesia y repasar los dos combates a caballo nada más traspasar el umbral, donde bien se podrían haber recreado en señalar las maldades del agareno y pintarle muchas más lunas en el escudo, cosa que no sucede en absoluto. Los escudos musulmanes, como en Estella tienen el florón central sin medias ni enteras lunas. La heráldica aún no se había implantado; buena prueba de ello es, precisamente, la portada sur de Biota, en la que los escudos han sido pintados en el intradós con posterioridad.
Terminemos con la portada Oeste de Biota. Volvemos a ver los repetidos temas favoritos del maestro (más bien de los comitentes), como los leones devorando una presa que venimos trayendo desde la portada de Escalada, el centauro sagitario, etc. que ya explican bien los especialistas. Sólo una observación para calmar la insaciable curiosidad del preguntón: ¿Nadie ha aludido a que el hombre que talla con un hacha un sillar sobre el suelo tiene tras sí el cuerpo de otro personaje?
  Creo que se confunde su cuerpo con el del hacha, lo que nos sugiere que el tallista viste un ajustado pantalón, incompatible con la vestimenta de la época. En El Frago hay un capitel muy deteriorado con el formato similar, y también alguien aparece detrás del tallista. Aceptaremos que haya un secundario.
Podemos ver silueteada la figura tras el tallista que probablemente llevaría un gorro. 
Portada de El Frago en donde vemos el capitel del tallista sobre la firma de J.R.Ugarte y donde también aparece una cabeza quizás de alguien que lleva un objeto redondo tras la espalda del tallista.


Volvemos un momento, antes de pasar a la portada sur, al motivo de las bailarinas, tan asociadas al maestro por esa sensual contorsión de la joven. Todas las mujeres del maestro de Santiago tienen marcados, con mayor o menor protuberancia, los pechos. Y van calzadas. Si vemos a la que está esperando que termine de afinar el arpista con los brazos en jarras en Santiago de Agüero, interpuesta entre éste y el varón que toca la fídula (varón lo vé y describe García Lloret aunque que no tiene barba y tampoco tiene pechos) esa bailarina tiene ambas manos dobles. Me explico: parece que bajo las manos lleva unos guantes. No son manos casualmente cortadas sino que sugieren algo. Quizás unas ferreñas, que son los discos de latón que se ponen a los lados de los panderos, que aún vemos a los músicos utilizar hoy en día o instrumento similar para acompañar el baile.  Parece claro: el maestro no suele hacer chapuzas. Y con el sol sobre el capitel, la figura femenina queda bien patente. 
Capitel de Santiago de Agüero con la bailarina esperando a que el arpista termine de afinar . A su lado un fidulista
Añadimos un detalle de las manos de la dama que obviamente tienen dos secciones en la foto anterior y por lo tanto lleva algo en los dedos de las manos que no puede ser otra cosa que un instrumento musical equivalente a las castañuelas o a las tejoletas.
Cascabeles que pudiera empuñar la bailarina

  Bien, vamos a la portada sur de Biota. Tenemos de nuevo el personal y popular tema de la bailarina contorsionada. Aquí también luce su condición femenina y va calzada. Quien está descalzo es el varón, el arpista. 
En su tesis, García Lloret destaca la singularidad (a pesar de lo repetitivo que resulta el maestro de Agüero) del capitel de una dama emergiendo entre dragones alados. Sería muy rebuscado pensar en la manifestación de la inocencia de una mujer acusada, al emerger entre las injurias. Lo dejamos ahí.
Detalle de las manos de la bailarina "partidas en dos", cuando la del fidulista a su lado aparecen claramente enteras. La explicación debe buscarse en que la dama lleva enganchados en los dedos un instrumento similar al que aparece arriba.

Añadimos otra toma del capitel en donde se pueden ver los dedos doblados de la mano izquierda de la dama (asoma el gordo) y que en ambas manos emergen otros a modo de dedos. Si fueran las manos cortadas, estarían muy mal diseñadas y la izquierda sería anormalmente grande.



Pero hay otro ejemplo de dama en posición de inicio de danza y que también lleva algún objeto en una mano, al menos. Se trata de la portada de Ejea de los Caballeros, Zaragoza, también del mismo maestro, y aparece en el inicio de la arquivolta
 Podemos verla en la primera dovela de la arquivolta interior.
 Abajo vemos con más detalle que la dama lleva en su mano derecha algo que no es un dedo levantado, sino probablemente un pequeño instrumento musical.



Resulta interesante comparar las escenas de músicos y bailarinas de una y otra iglesia. Mientras en Biota el arpista descalzo (que también puede ser femenina, como dice la tesis) aparece junto a una escena de dos personajes sentados que García Lloret entiende como una escena amorosa (de “entendedores”, precisamente palabro apropiado hoy por el mundo homosexual) en Santiago veíamos al arpista varón, barbado y calzado, que es acompañado de “la dama de los guantes” a punto de bailar y del fidulista, y que aparecen junto al tocador de albogue y la “salomé”. Evidentemente, sustituir bailarinas por personajes sentados y interactuando, conduce a pensar en algo juglaresco. Además, en esta portada los únicos motivos humanos, son los dos capiteles con músico y bailarina. El resto son fantasías de difícil identificación.
Capitel de Biota identificado como escena amorosa. Como el personaje a nuestra derecha no tiene elementos distintivos de ser mujer (comparar con la pechugona bailarina de Santiago) y tampoco pensamos en escena homosexual, hay que deducir que no es tal escena amorosa, sino diálogo entre adulto y joven.



Sin embargo, no descarto, en la línea que sugiero de la conexión entre ambas portadas, que la escena del diálogo no fuera un cortejo.
Una razón puede ser lo poco adecuado de ubicar junto a la puerta una situación de cortejo con toque físico incluído. En el lugar equivalente al Pantócrator de la portada cercana, nada menos. Además, no veo razón alguna para identificar al personaje no barbado como una mujer, básicamente porque como hemos dicho, el maestro pone pechos en las mujeres y nuestra “dama” está lisa. Hasta a las “salomés” les marca los pechos. Podría argumentarse como femenino el cuello del vestido de “la dama” pero ese mismo cuello lo tienen varios personajes masculinos en Santiago y en Biota. Una mujer que se deja tocar en la puerta de la iglesia, parece más un farolillo rojo que una imagen ejemplar. A mi modo de ver, el hecho de que ni vaya calzado ni descalzo, ya que lleva sandalias, puede aludir a que se trate de un joven que dialoga o recibe consejos del mayor.  No olvidemos que en la portada de Santiago se acepta que el diálogo de los varones haga alusión al combate que le acompaña: bien sea para la propuesta de la concordia y la discordia, como dice García Lloret, bien como jueces, que es lo que sugerimos nosotros. La explicación que aporta García Lloret para señalar que estamos ante una muestra única de la incipiente iconografía del amor cortés, me resulta –con todo el respeto ante su magnífico trabajo- un adelante impensable en el románico aragonés, al menos respecto a las tallas del maestro de Agüero. Toda una intromisión en la literatura gótica. (Mientras redacto este comentario me viene a la cabeza una posibilidad que no contemplamos: que sea una escena de amor homosexual, que sería inaudito, espero).
Todo ello sin pretender discutir si las repetidas bailarinas en trance –que como tal se pueden identificar sus “salomés”- se ajustan más a rituales de danzas y músicas en los cementerios y funerales que a una iconografía festiva, tal como puede verse en el estudio “Los usos funerarios en la Alta Edad Media. Tradición cristiana y reminiscencias paganas” de Bonifacio Bartolomé Herrero, accesible en internet. Eran costumbres que la Iglesia trataba de erradicar, como las plañideras que vemos en muchos sarcófagos góticos.
Una de las más primitivas (y auténticas) Salomés aparece en el siglo X en las puertas de San Zeno de Verona en donde vemos dos cabezas de San Juan (que a lo mejor fueron el origen de la leyenda de famosas disputas medievales sobre tal reliquia, que tanto divierte a Lola. Es broma, eh?)

Terminamos con una fantasía: si consideramos que el Pantócrator, el tímpano con el Juicio de San Miguel, los villanos que se aporrean, los caballeros que se acometen, todo ello presente en esta iglesia pueden formar parte de un ideario de rito judicial, pudiera concluirse que frente a la portada Oeste donde está el Cristo-Juez se llevaba a cabo la vista de denuncias por incumplimiento de la Tregua Domini, de pleitos con “campeones” defendiendo cada parte, etc. y una vez resuelto –la Iglesia se oponía a que en su interior se hicieran ordalías pero no juicios- se celebrara la misa y oraciones adecuadas como acción de gracias, siendo la portada sur con el pesaje de las almas la que despidiera la salida del acto –quizás con alguno condenado- en donde un capitel muestra a un anciano juez que explica y alecciona a un joven sobre el sentido y el resultado de los actos juzgados. En este caso, la forma liviana de cogerse el borde de la túnica –aquí sí que más parecido al gesto de la Virgen de Silos- no creo que pueda equipararse a los anteriores.
 No es más que una propuesta imaginativa, pero, la verdad es que esto de suponer flirteos en la puerta de una iglesia…


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