LA LEYENDA DEL CARADRIO EN SAN ANDRES DE MONTEARADOS (BURGOS) y final.

De entre las abundantes imágenes del caradrio como pronosticador consideramos interesante incluir dos procedentes de libros iluminados medievales del siglo XV que narran la historia de Alejandro Magno, del que se cuenta vió estos especialísimos pájaros en la corte del rey Jerjes.
Alejandro asombrado de la crianza de caradrios. (British Library) (Historia de proelis en francés (Le Livre et le vraye hystoire du bon roy Alixandre), France (Paris), c. 1420, Royal MS 20 B XX, f. 83r

En la otra imagen del mismo libro tenemos la aplicación práctica de las virtudes del caradrio, en donde aparece Alejandro en el hospital ante dos candidatos enfermos, uno que se salvará y otro al que el caradrio (y los visitantes) descartan
Alejandro visita enfermos con la doble opción del caradrio que en este caso aparece con alas amarillas.
( del Talbot Shrewsbury book, France (Rouen), 1444-1445, Royal MS 15 E VI, f. 21v)
Sigamos ahora con el estudio del caradrio descubierto por George G.Druce en Alne.


El caradrio de Alne (Yorkshire)

En 1912, el arqueólogo inglés George C. Druce publicó un artículo en el que estudiaba la decoración con animales del bestiario en los medallones de la portada de la iglesia inglesa de Alne (Yorkshire) erigida en el siglo XII, en la que le llamó especialmente la atención la leyenda de un pájaro- el caradrio- allí representada, preguntándose cómo un tema tan relacionado con el buen morir y la redención, no hubiera proliferado más hasta el siglo XII y sin embargo –como aportaba con abundantes muestras - se había multiplicado a partir del siglo XIII especialmente en libros y devocionarios.

Portada de Alne (Yorkshire) England

Las escenas de los medallones están identificadas con un título y se puede observar en el quinto medallón, pese al deterioro, cómo un ave se posa a los pies de un lecho donde yace un hombre coronado al que mira con atención. Druce destacó que esa figura del caladrio (o caradrio)  era un caso único en Europa y sólo en un posterior vitral de la catedral de Lyon llamado de la Redención, aparece el pájaro con su título y su función.
Medallón de la portada de Alne con la escena del caradrio absorbiendo la enfermedad de un rey que apoya su cabeza en una banqueta (la foto coloreada la hemos expuesto más arriba)

 Sobre este vitral, Emile Mâle afirma su inspiración en el Speculum Ecclesiae de Honorio de Autun, con escenas relativas a la Ascensión. Más tarde, Louis Réau en su “Iconografía del Arte Cristiano”, afirma que hay un segundo relieve del caradrio en la arquivolta exterior de la portada románica del transepto de Saint Pierre de Aulnay (Francia).

Vidriera de la Redención con caradrios en la catedral de Lyon

 Esa arquivolta de Aulnay es conocida por su muestrario de animales fabulosos, pero tras verla detenidamente, nos inclinamos por pensar en un error de apreciación de Réau, ya que la única figura que se le puede aproximar es la primera por nuestra derecha, aunque no aparece enfermo alguno en su lecho, aparte de que la escena habría que considerarla, como el resto, en su posición vertical, figurando como una gran ave que ataca a un personaje por la espalda, como se puede ver por la posición de los pies, lo que nos lleva a pensar que no es el caradrio. Por otro lado,Beigbeder en su “Léxico de los Símbolos” identifica al caradrio en el centro derecho de dicha arquivolta como la cabeza de un ave que remata la figura de una lamia o arpía macho en el centro de la arquivolta que mira a un humano a su lado, pero carece de los elementos mínimos para ser un caradrio, a nuestro juicio. Lo mismo podemos decir de la sala capitular de Oña que hemos citado antes. Finalmente, Jorgen Andersen en su obra “The witch on the Wall” (1977) comenta asimismo las representaciones de la portada de Alne, sin citar esa ave.

Diseño de los medallones de Alne para el libro de Romilly Allen

Otros animales del bestiario aparecen en Alne, identificándose claramente la raposa que se finge muerta para atraer las aves y otras historias como el viaje de San Bandrán y el terebolem, que ya hemos mostrado en entradas anteriores y que se pueden relacionar iconográficamente con el bestiario MS Laud Misc. 247 fol. 142 r. de la colección Bodley, realizado en 1120-1130 probablemente el más antiguo de los conservados. 

El caradrio en los libros

Como hemos apuntado, es a partir de la difusión del Fisiólogo y los bestiarios cuando la figura del caradrio se va conociendo. A medida que por sus características equiparables a Cristo se va enriqueciendo la figura, toma protagonismo en libros y miniaturas, pero raramente en escultura. Al parecer –no hemos podido localizarlo- se esculpe en la nave central de la catedral de N.D.de Reims e incluso en la fachada de N.D.de París. ( “Le Bestiaire du Christ” escrito por Louis Abbé Charbonneau-Lassay) Pero siempre debe contener dos elementos esenciales: el pájaro y el enfermo en el lecho, es decir, la acción y su ámbito, ya que las descripciones (y no digamos los colores) son bastante equívocas. En esta otra imagen muy posterior procedente del Johann Vintler Buch der Tugend aparecen ambos protagonistas con ligeras variantes.

Así aparece en un texto del siglo XIII conservado en el British Museum, en el que se compara a Cristo con el caradrio, el león y el águila, éstos últimos reyes de las bestias de la tierra y del cielo, respectivamente.
Asimismo, hay textos que lo comparan con el confesor: “Podemos comparar este «calandrí» al sabio confesor, que ‑cumpliendo el ritual- observa por ciertos signos si el pecador ha de salvarse o no. Pues cuando lo ve confesarse bien y ordenadamente, con gran contrición de corazón y con propósito decidido de alejarse de todos los pecados, de pagar todas sus culpas, de pedir perdón humildemente a Dios y al confesor por haber pecado contra su alma; cuando el confesor lo encuentra en tal disposición, ve de inmediato signos seguros de que este hombre ha de salvarse; y si no lo encuentra dispuesto como se ha dicho, conoce en seguida que este hombre no puede escapar a las penas del infierno, de las que líbrenos el Señor, que está lleno de misericordia.
 Bestiaris 1, 78‑79 (MS A)1.”
El mencionado Honorio de Autun, a principios del siglo XII,  describe  la metáfora del caradrio como Cristo sacrificado por los gentiles en su Speculum Ecclesiae:
“…Pero volviendo (Cristo) su cara hacia nosotros, nos rescató de la muerte, cargó con nuestras enfermedades, sacrificándose en la Cruz, y el sudor sangriento goteó por Él; luego, vestido con nuestra carne, subió a lo alto del Cielo hacia el Padre, y concedió la salvación a todos los fieles para siempre.”
También Hugo de San Víctor  y Vicente de Beauvais mencionan su comportamiento y la relación con Cristo.


En el siglo VII San Isidoro, obispo de Sevilla escribió sus Etimologías sobre el bestiario, entre otros temas, al recopilar los conocimientos acumulados de los naturalistas y aunque menos riguroso que otros estudios, su popularidad le permitió una gran difusión. Asimismo Hugo de San Victor escribió sobre el simbolismo del bestiario, o Philip de Thaun en 1121 con su “De creaturis”: “…Jesucristo, blanco como el caradrio y en el cual el demonio no puede descubrir ningún pecado, viene a encontrar así a los hombres que siempre había amado y se llevará con él todas sus enfermedades, de igual forma que antes la vista de la serpiente de Moisés había purificado a los judíos en el desierto.”
Detalle del medallón del caradrio de Alne.Se pueden ver los picos de la corona real


El Fisiólogo de Berna (Burgerbibliothek cod.318 f8v.) y el citado de la Bibliothèque Royal 10074 f.143r, donde podemos ver la serpiente y el árbol al pie, así como en el Aberdeen University Library MS 24, f.57r donde aparece un rey coronado y e MS Bodley 602, f.7v , son citados en su tesis sobre los bestiarios ingleses de los siglos XII y XIII por Muriel Araujo Lima García, de la Universidad de Sao Paulo (2015).

En una publicación en internet Lecture V:The Medieval Bestiaries de 1887 por J.Romilly Allen aparecen dibujados tanto los animales de la portada de Alne que hemos visto, como el Terrebolen, etc.y un amplio muestrario de tímpanos británicos con imágenes del bestiario.

En el Bestiario Medieval, edición a cargo de Ignacio Malaxecheverría, ed.Siruela,donde se hace una compilación de diferentes textos, desde Plinio (siglo I) hasta los más modernos, del siglo XV, se especifica el comentario del Fisiólogo en el sentido de que son sus excrementos los que curan “los ojos ofuscados”. ”Cuando El (Cristo) bajó de los cielos y vino entre los judíos, les quitó su naturaleza divina; en cambio, cuando vino a nosotros, los gentiles, tomó sobre sí nuestras culpas y se cargó con nuestra enfermedad y fue alzado sobre el árbol de la Cruz y canceló todas nuestras culpas y nuestros pecados. En efecto, “subió a las alturas y esclavizó la esclavitud” (Efesios,4.8).”
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También accesible en Internet tenemos un magnífico estudio de 1896 de E.P.Evans “Animal Symbolism in Ecclesiastical Architecture” donde se repasan los orígenes de la fama del Bestiario, citando las Etimologías de San Isidoro como de gran difusión y no dejando de citar a Prudencio, quien en el siglo V con su “Psychomachia” señala las alegorías para ilustrar vicios y virtudes.
En dos trabajos clarificadores publicados por Pilar Docampo Alvarez y Jose A.Villar Vidal, en los que estudian las versiones B y C del Fisiólogo latino a partir de su versión griega, señalan cómo la versión A incluye al caradrio. Toman el de Berna MS. 318 como modelo.
Explican las características para delimitar la diferencia entre Bestiario y Fisiólogo (aquel más amplio, con añadidos, usando la clasificación de San Isidoro y la presencia de ilustraciones) y hace la descripción original en latín.

La lección moral del caladrio

La utilización del bestiario como ejemplo para los sermones y su inclusión en los homiliarios está constatado desde el siglo VIII, hasta el punto de que debe corregirse el exceso en el siglo XI, para no recrearse en la historia y olvidar la lección moral: “al pueblo debéis exponerle y predicarle la palabra de Dios y no cuentos sin sustancia”, escribió León IV. Su gran difusión servía para el “uso del predicador o del cura rural, quien vivía aislado en una aldea…las fuentes eran muy diversas, desde la Biblia… pero el mayor caudal vino del Fisiólogo”.

Jacques Le Goff en el prefacio del libro ya mencionado de Jacques Voisenet señala que “a los clérigos de la Edad Media se les ofrecían numerosas posibilidades de interpretación y manipulación del simbolismo animal. La polisemia era un instrumento de poder en manos de los clérigos…en base a tres principios: 1.Polisemismo 2.Tendencia a reagrupar animales según su significado religioso o moral y 3.La ambivalencia…El animal es un útil pedagógico al servicio de un orden moral (opción virtud/vicio). Más que un espejo, el animal es en definitiva para el hombre un doble”.
En el artículo arriba mencionado sobre Alne, Druce valora las numerosas referencias literarias al caradrio en los textos medievales en las que se insiste en la comparación con Cristo pese a ser animal impuro, y las alusiones a los judíos:
Pero diariamente el antedicho caladrio (Cristo) contempla nuestras debilidades, consuela nuestra alma por la confesión, y cura a aquellos a quien él ofrece la gracia de la penitencia. Pero él gira su cara lejos de aquellos cuyo corazón él sabe que son impenitentes. A éstos los rechaza, pero él cura a aquellos hacia quien él dirige su cara”.

Asimismo, Druce hace una razonable observación sobre otra aplicación de las virtudes del caradrio: pese a ser considerado –como ya hemos apuntado- un animal impuro y por ello tener prohibido desde la Biblia su muerte y su imitación, aparece mencionado un remedio para curar los ojos con la médula del hueso de su muslo cocido. Druce cree que hay un error de traducción sobre la expresión “interior pars femoris”, que aludiría al fémur, cuando la sentencia diría “cujus interior fimus curat caliginem oculorum”, siendo “fimus” el guano expulsado por el ave. Es decir, que tal como decimos arriba, serían las deyecciones las que curan la vista y no el fémur.
Respecto a la recomendación de no imitarle, pudiera apuntarse al hecho de su vida contemplativa, ya que comía en la mesa real sin realizar trabajo alguno. No obstante, el arqueólogo inglés observa en un comentario de Rábano Mauro sobre el Deuteronomio, donde se menciona una serie de aves de largo pico que se alimentan de despojos del suelo: pelícanus, cygnus…et charadrius “y nosotros no deberíamos alimentarnos de las regiones de abajo, sino buscarlo arriba, en el cielo”. Quizás haya que interpretar que el caradrio se criaba como las otras aves, pero una vez capturado, era llevado a palacio donde adquiría nueva y más selecta alimentación.

En la Antigüedad, se consideraba imprescindible que, para curar la ictericia, tuviera que producirse un intercambio de miradas entre el enfermo y el ave. Ese poder de absorber la enfermedad mediante la mirada, provocaba que los vendedores de caradrios los mantuvieran ocultos, para no “gastar” la mirada inútilmente, perdiendo sus propiedades. Esto llevó a Plutarco –según investiga George C.Druce- a valorarlo en su estudio sobre la fascinación y dentro de ella, la melancolía, mal de gran difusión en el mundo amatorio de los romances medievales, época en la que la representación del caradrio tuvo gran presencia. De la fascinación se llega fácilmente al mal de ojo, y al poder del caradrio para combatir el aliento y la mirada del basilisco, como le ocurre a Clariclea en la historia relatada por el escritor griego Heliodoro, que no reproducimos por falta de espacio.

Resumen final

Las virtudes del caradrio como ave pronosticadora de los enfermos aparecen desde la Antigüedad en el Fisiólogo y otros tratados. Al utilizarse su figura como alegoría cristológica, se incorpora a los bestiarios medievales y alcanza gran difusión al presentarlo como figura de Cristo salvador y a la vez descartando a los judíos por no reconocer a Dios en Cristo.
Su capacidad de detectar la curación o el óbito con tan sólo la mirada, absorber el mal por la boca (remedo de la confesión) y expandirlo al aire volando hacia el sol, al tiempo que su aspecto blanco impoluto sin mancha alguna, lo hicieron atractivo modelo para los bestiarios por su fácil alusión a  Cristo.
Sin embargo, tan sólo en el templo inglés de Alne (Yorkshire) se localiza por el historiador George G.Druce en 1912 ese modelo esculpido en el arte románico, ya que es posteriormente cuando alcanza gran difusión, casi siempre en el ámbito de Libros de Horas y devocionarios a partir del siglo XIII.
En el presente artículo se presenta otro ejemplo románico del caradrio, esta vez esculpido en España, dotándolo de un gran contenido moral y ejemplarizante  al mostrar el pronóstico negativo del caradrio sobre un enfermo cuya muerte y condena está siendo explicada por la presencia de un demonio que le sirve de beber y una lujuria a los pies mientras dos pequeños demonios se llevan su alma, resultando infructuosa la ayuda espiritual del sacerdote con todos los elementos litúrgicos.
 Más allá de la representación de Alne, claramente adaptada a lo mostrado en los bestiarios –incluyendo la corona sobre la cabeza del enfermo y el título- en los que no se especifican los motivos de la enfermedad ni se justifica su condena o salvación, en San Andrés de Montearados se incide en dotar de sentido al rechazo del caradrio, lo que permite al comitente transcender la lección moral convirtiendo al capitel en un apoyo directo al sermón admonitorio a los fieles.
El historiador Herbert L.Kessler estudia su figura en sendos artículos de 2009 y 2011 en su relación con la serpiente de bronce levantada por Moisés para curar a los judíos cuando la miraran. La ausencia de imágenes en el culto judío denota, según la creencia medieval apoyada en numerosos textos, la incapacidad de dicho pueblo en reconocer a Cristo como el Mesías, por lo que, siendo el caradrio su alegoría, vuelve la cara descartando su salvación.
Una escena esculpida en la puerta de la cercana iglesia de Hoyos del Tozo, muestra componentes de la iconografía del capitel de San Andrés de Montearados, aunque sin la presencia del caradrio, lo que permite la hipótesis de que el modelo iconográfico haya sido tomado de algún monasterio hoy desaparecido (quizás en el entorno de Aguilar).
Por encima de la limitada capacidad artística del capitel de San Andrés de Montearados, destaca la gran habilidad del comitente para dotar de enseñanza moral y religiosa a la leyenda del caradrio, que le sirvió de apoyo al sermón admonitorio a los parroquianos que entenderían fácilmente su sentido pronosticador ante la incapacidad de arrepentimiento del condenado en el último terrible momento.


Bibliografía
George C.Druce :The caladrius and its legend, sculptured upon the twelfth-century doorway of Alne church, Yorkshire, (texto y grabados en

Emile Mâle: L’art religieux du XIII siècle en France (1902).

Herbert L.Kessler: Christ the Magic Dragon. Gesta.Vol.48 nº 2
Herbert L.Kessler: “Shaded with Dust: Jewish eyes on Christian Art” El artículo forma parte de un libro titulado “Judaism and Christian Art: Aesthetic Anxieties from the Catacombs to Colonialism”, editado por Herbert L. Kessler y David Nirenberg.(2011).

Bonifacio Bartolomé Herrero .Los usos funerarios en la alta edad media. Tradición cristiana y reminiscencias paganas

Maria Luisa Martín Ansón: Vasos litúrgicos para el Bautismo y la Santa Unción: dos sacramentos de Vida.(Anales de Historia del Arte.nº 24. 2014.(Nº Esp.Novbre.)

J.Romilly Allen: Lecture VI. The Medieval Bestiaries,

 Pilar Ladrero Garcia: La sala capitular del monasterio de San Salvador de Oña.Patronato de los Reyes de Castilla.

Ignacio Malaxechevarria.Bestiario Medieval (ed.Siruela)

Muriel Araujo Lima Garcia: As imagens em Bestiarios ingleses dos Séculos XII e XIII.

E.P.Evans: Animal Symbolism in ecclesiastical Architecture. (1896)

Jose A.Villar Vidal/Pilar Docampo Alvarez: El Fisiólogo latino: Versión B.
Id.id: La versión C del Fisiólogo Latino.
Physiologus latinus. Versio Y/Versio B. (Latín)PDF

Beigbeder: Lexique des Symbols.

Jacques Voisenet: Bêtes et Hommes dans le monde medieval: Le Bestiaire dans clercs du Vieme.siecle au XIIieme.siecle. Prologado por Jacques Le Goff. 2000

Enciclopedia del Románico.Burgos. Edit.Fundación Sta-Mª.la Real.(Aguilar).

  

Comentarios

  1. Un correo del dr.Olañeta me advierte que en la tesis doctoral de Meritxell Niñá Jové sobre la Seu Vella de Lleida y su escultura del siglo XIII se cita la existencia de un caradio en una metopa de su puerta de San Berenguer.(pag.358 y sgtes.) En efecto, según la foto (dig.203) tiene el mismo formato que el de Alne, aquí volviendo la cabeza, pronosticando la muerte. Entiendo tanto por el formato de la metopa como por la datación de la portada que pudiera ser del siglo XIV y por tanto no ser románica, pero es evidente que es un caradrio. La tesis, magnífica, es descargable en internet. Gracias por su generosidad.

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