MACHISMO ROMANICO
Más sobre Ventosilla
A propósito de mi reciente entrada del 6 de Enero –siempre a
disposición de quien quiera manifestarse en “comentarios” al pie- sobre el curioso
capitel de Ventosilla en el entorno de Sepúlveda (Segovia) con la sorprendente escena que ya
hace cuarenta años despertó el interés de Inés Ruiz Montejo publicando un
artículo proponiendo que estamos ante un insólito caso de prostitución en el
románico, me comunica una buena amiga su opinión de que, en vez del prostíbulo
que propone Margarita o de la agresión sexual que decía yo, pudiera tratarse de
una escena de aquelarre.
Capitel de la epístola del arco triunfal de Ventosilla (Segovia) con una agresión sexual |
No nos dice qué
documento o referencia puede aportar para apoyar su propuesta, porque pienso
que en románico no suele funcionar el brainstorming. Creo que no hay la menor
constancia de la práctica de aquelarres en la Comunidad de Villa y Tierra de
Sepúlveda y volvemos a apelar al sentido común para intentar clarificar y
razonar el capitel.
En mi opinión, en cualquiera de las tres opciones que
tratamos, todas de sentido negativo desde el punto de vista del párroco que
predicaba desde enfrente fijando su mirada en el capitel, la Iglesia no puede
esculpir algo negativo sin condenarlo. En eso lo diferenciamos de los canes
obscenos: éstos no suelen tener condena (y cuando se condena se hace
claramente, como la lujuria y la avaricia de Yermo) y por tanto no pueden estar
para dar catequesis, sino con función apotropaica.
Un capitel obsceno en el interior de la iglesia, o es
apotropaico –caso del interior de Santillana o el de Villanueva de la Nia- y no
tiene, por tanto, condena (si les han capado, es otra cosa) o debe contener un
mensaje de condena, algo de catequesis.
Humano con cabeza de diablo junto al agresor sexual de Ventosilla |
Ruiz Montejo identifica los elementos
accesorios (serpiente y diablo) como suficientes para resaltar el carácter
negativo de los personajes, y estamos de acuerdo, pero creemos que el relato no
es una escena de prostitución, sino de agresión, por el brazo femenino sujetado
por el varón. Podríamos decir que es una escena de machismo, pero creemos que
la intención del comitente es tanto fustigar al hombre por su lujuria
incontrolada, como a la mujer por provocarlo. Como hemos dicho, la cara en que
se esculpe la serpiente seguramente a quien muestra es a una mujer (con ese “maestro”
vale cualquier cosa) porque tanto el gesto de los brazos , tan cercanos a la
provocación, igual que en Rebollo, como la presencia de la serpiente –tentación,
en efecto- son aplicables a la mujer. Los brazos en jarras no identifican a un
varón.
Lateral del capitel de Ventosilla con la serpiente con cabeza humana que puede aludir a la tentación |
Al otro lado y al frente, la presencia demoníaca y el hombre
agresivo, zarandeando a la fémina, parece describir una agresión. Ese puede ser
el mensaje a los fieles, a fin de cuentas: la mujer con su vanidad y su danza
(gesto de la mano en el cuello y el brazo en jarras como para bailar) provoca
al varón hasta perder el control. Ya hemos comentado que el gesto de la que
consideramos mujer de nuestra derecha, parece poco apropiado para identificar a
un varón, a pesar de carecer de melena, lo mismo que la agredida, por cierto,
igual de pelona. La presencia de las cabecitas señalan un agravante de esa
conducta que se condena a través de la presencia de serpiente y demonio: el
escándalo público.
Resulta curioso ver cómo en la más rabiosa actualidad, sigue
en vigor esa vieja polémica del respeto a la mujer, discutiendo y juzgando
entre las propias mujeres cuáles son los límites de provocación y libertad,
terreno en el que se ha avanzado mucho pero viene el capitel a recordarnos lo
que ocurría hace casi mil años.
Pozancos
Inevitablemente, esa escena nos lleva a la famosa iglesia palentina de
Pozancos, tan querida por los profesores de Aguilar, en donde –tal como ha
descrito Maria José Friedlander- se representa una escena parecida, quizás con
menos morbo porque la dama –que no parece serlo tanto- se defiende del achuchón
del señorito.
Ventana del ábside de Pozancos con escenas probablemente alusivas a los juicios por abusos sexuales |
Y es que la ventana en que está tallado este capitel parece
destinada a un mismo fin: un relato de posible juicio por rapto o agresión a
mujer.
Eso es lo que cuenta el capitel a nuestra derecha: un varón
que lleva posado sobre su brazo izquierdo una rapaz, emplea la mano derecha en
atrapar por la cintura a una mujer con elegante cinturón, que atusa su larga
melena con una mano repleta de pulseras mientras con la mano izquierda arrea un
bofetón o aparta con la mano (las esculturas no tienen movimiento, me recordaba
una buena mujer cuando le señalé el masturbador –ahora rebajado a sólo
exhibicionista- de Yermo) la cara del atrevido señorito.
capitel de la ventana de Pozanos con el varón cazador acosando a la hembra casquivana. El escultor ha destacado el tamaño de las manos, donde reside la fuerza del mensaje. |
Si no fuera porque están vestidos y la presencia del gavilán,
que resalta el tono juglaresco de la escena, estaríamos ante otra agresión
sexual, otra escena de machismo. Pero aquí también la mujer presenta signos de
provocadora: la melena, las pulseras y la rica vestimenta.
La escena de esta ventana, sin embargo, aporta alguna
información más de lo que puede representar, ya que justo enfrente aparece
Daniel entre los leones, que suele presidir los tribunales de justicia, o visto
desde la humildad del rincón palentino, donde se decidían los castigos para los
delitos cometidos por los ciudadanos.
capitel pendant de la ventana del ábside de Pozancos con Daniel entre los leones, probable juez |
Y no se acaba ahí, ya que la portada de
la iglesia, claramente obra de un escultor de mayor categoría con obras en
templos del entorno, vuelve a presentar una figura próxima a Daniel, en la que sendos hombres se sientan entre leones en cuyas fauces introducen las manos, que
pudiera ser indicación de “lugar para tomar juramento”. Algo así abunda en
Palencia y llega hasta el ábside de Piasca, en una ventana interior.
Capiteles de la portada de Pozancos.En medio, el alusivo a los juramentos |
Más aún, el tímpano de esa ventana muestra una lucha de infantes que, aunque con escudos de distinto tamaño y uno con espada y otro con
lanza, al ir sin cubrirse transmiten la sensación de combate ritual,
precisamente el que se realizaba en casos como el descrito en la ventana;
raptos, violaciones y agresiones sexuales, delitos casi siempre sin testigos y
que precisaban algún tipo de juramento o de ordalía para esclarecer la
culpabilidad.
Tímpano de la ventana de Pozancos con el combate de peatones, quizás una ordalía |
No es casualidad que en un capitel del ábside sí que aparece el
combate de guerreros a caballo, que van pertrechados con toda la indumentaria
adecuada (lóriga, cota de malla, etc) y parecen cristianos. Supongo que es
coincidencia que el escudo de uno de ellos lleve los mismos pequeños redondos
que uno de la ventana. Será su “marca magistral”.
Capitel del ábside de Pozancos con una lid o combate de caballeros pertrechados con lórigas, cotas de malla, etc. |
No faltan en el alero el consabido diablo, itifálicos
y toda la parafernalia habitual para sorprender y alejar diablos y hasta un
curioso rockero que quizás utiliza a su bebé para sacarle unos acordes
Abside de Pozancos. A la izquierda el viejo rockero que a falta de guitarra utiliza (un crío?) |
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