ESPECTACULO JUDICIAL EN ESTELLA (NAVARRA) (parte 1ª)
En el año 2007 la investigadora americana Thérese Martin (1) publicó
un sugestivo ensayo sobre la existencia en edificios civiles románicos de
escultura que era más adecuada a un templo: los palacios reales, proponiendo los de
Estella y Huesca para su análisis, dentro de una serie de trabajos dedicados a
los palacios medievales españoles y su entorno.
Dejaremos el de Huesca para que Omedes nos haga una propuesta, y
vamos a centrarnos en el de Estella, donde, con la ayuda de otros maestros del
románico (Clara Fernández Ladreda, Esperanza Aragonés Estella y Javier Martínez
de Aguirre, nada menos) podamos presentar una sugerencia en la que intentamos
encontrar un hilo conductor entre palacio y templo, es decir, entre el palacio
real de Estella y el claustro de la iglesia de San Pedro de la Rúa, edificio
civil y edificio religioso.
El Palacio de los Reyes de Navarra
Aunque tendemos a verlos como dos monumentos separados, la
proximidad física, la contemporaneidad y hasta el hecho de compartir escultor
deben hacernos ver ambos como un todo, y aspiramos a sugerir una vinculación
jurídica.
“En la Edad Media –dice la investigadora norteamericana-es
anacrónico separar este par de términos (público-privado, sagrado o secular)
porque no son ideas opuestas sino probablemente puntos de continuidad.”
Parece evidente, sin embargo, que –hasta hoy- los templos han
seguido teniendo el uso para el que se construyeron mientras los edificios
civiles han ido variando el suyo. Actualmente el palacio de Estella es una
galería de arte. A mi, al menos, me recibieron muy bien.
Exposición de Maetzu en el Palacio de los Reyes en 2017 |
De hecho, el profesor Martínez de Aguirre en la ficha del
Palacio para la Enciclopedia del Románico (2), comenta que se desconoce si
finalmente el Palacio llegó a albergar algún rey, y con su fino humor serio no
descarta a Sancho el Sabio, fallecido en 1194 para “evitar así perder al
candidato más firme a promotor del edificio”. Realmente, al haber reinado
durante casi medio siglo antes, es el que más probabilidades tiene.
Como luego veremos, cabe la posibilidad que el Palacio no fuera
residencia sino que se utilizara para impartir justicia e incluso fuera prisión
(lo comenta Thérese) , ya que el recorrido que proponemos enlazaría
enjuiciamiento “civil” en el palacio y “religioso” en la iglesia
(concretamente, en el claustro), siendo las escaleras, aún hoy impresionantes ante
la entrada al templo, el escenario de importantes ceremonias judiciales.
La
ubicación de capiteles con decididas condenas al infierno en el palacio (lo
eclesiástico en lo civil) nos han hecho encontrar el contrapeso (ahora lo civil
en lo eclesiástico) en un capitel del claustro que enseguida estudiaremos.
También es revelador la decisiva influencia del monasterio de San Juan de la
Peña en el control del templo, en tiempos de finales del XII cuando el Camino
de Santiago se consolida bajo la protección real y supone una riqueza
importante para la zona, lo que pudo haber permitido erigir un palacio con el
abundante dinerario que se manejaba. El mismo fuero que se aplicara en Estella
estaba inspirado en el de Jaca, como luego veremos.
Si, como hemos visto en
entradas anteriores (25 de Febrero), está documentado que San Juan de la Peña
era iglesia juradera y la aparición de un capitel con la figura de Daniel junto
al altar así lo ratifica, creemos que en la iglesia de San Pedro de la Rúa, en
cuya construcción intervinieron los monjes pinatenses, es posible que se haya
repetido personaje y ceremonia.
Una de las preguntas que se hace Thérese Martin es la razón por la
que Sancho elije construir el edificio en mitad del camino de Santiago a su
paso por la villa, en plena zona urbana, que luego donará a la Orden de
Hospitalarios en 1165, e hipotetiza con un intento de hacer su palacio
accesible al pueblo. A nosotros nos parece esa ubicación precisamente un dato
más para pensar que no había habitaciones reales en el edificio, sino una
utilidad mucho más ciudadana, como es atender a los peregrinos y a los
villanos. También para impartir justicia y administrar la vida concejil. El
mismo formato abierto, nada defensivo, del edificio, incide en ese sentido.
Aquello parece una logia para administrar justicia. No encontramos plausible un
detalle tan democrático para un rey: hacer que su palacio esté a mano de
cualquiera, ni siquiera hoy. Por otro lado, la donación a los Hospitalarios,
cuya cruz ocupa alevosamente los escudos cristianos de Roldán, es otro elemento
de uso del edificio: como hospital de peregrinos. Sería, al fin, un edificio de usos múltiples, como hacen hoy los Ayuntamientos, para atender las necesidades de los ciudadanos.
Musulmanes con sus escudos floreados y estrellados en el capitel de Roldan |
Para nuestra propuesta necesitamos detenernos en los capiteles de
la fachada sur. La historiadora comenta un trabajo de Biurrum publicado en 1936
en el que por fotos antiguas se podía precisar la existencia de más capiteles
de los que han sobrevivido. “El autor destaca la similitud entre los capiteles
de la logia y los del claustro de San Pedro de la Rua, arriba de la colina al
otro lado de la calle…los historiadores aceptan que el mismo taller participó
en ambas obras…”Tan solo dos capiteles historiados han sobrevivido, junto con
otros decorativos. La inclusión de los historiados lo atribuye Thérese a la
astucia de Sancho VI, ya que los utilizó, según su criterio, a su mayor gloria.
Pensamos que no es así.
Escudos "cristianizados" con la cruz de la orden de Hospitalarios mal colocada en el Palacio de los Reyes |
No nos vamos a detener a estudiar el capitel de Roldán y Ferragut,
del que todos los citados y muchos otros han presentado sus propuestas (Lacarra,
Melero, Boto, etc). Ante el sentido heroico de la lucha que piensa Thérese se
atribuía el promotor, Clara Fernández
Ladreda –autora de la ficha de la EdR- sostiene que el arte navarro de ese
periodo no tiende a adecuar la función del edificio y su decoración. Que hubo
una manifiesta intención de identificar el relato ya se hace con las
inscripciones, algunas aún pendientes de leer, incluso con el nombre del
magister Martín de Logroño, pero no para dar mayor importancia al promotor, a
manera de heráldica. Como decíamos antes, pensamos que la burda inscripción,
mal alineada, de cruces patadas en los escudos de Roldán probablemente
obedezcan a la intención de los Hospitalarios de dejar su impronta, marcando
unos escudos que estarían limpios, a diferencia de los musulmanes, que son un
primor de talla. Es la misma estúpida idea de quien incidió medias lunas en el
escudo del “malo” de Santiago de Agüero: vamos a explicar al visitante quién es
el bueno, y precisamente, somos nosotros, que siempre ganamos.
Pero nosotros, sin perder de vista a Ferragut, símbolo de la pertinaz
ceguera que hay que combatir con nobleza (colocando una piedra bajo la cabeza
del enemigo para que descanse, una vez que ya lo tiene vencido) y resaltando el
diálogo previo para convencer al infiel de su error, observamos que la igualdad
de fuerzas está mostrada entre ambos e incluso el texto del pseudo Turpin
menciona la fuerza de los argumentos del infiel. Era una lucha entre iguales.
Lo que nos interesa es la parte del diálogo en la que “Ferragut
concede punto por punto (en el debate) aparentemente hasta finalizar la
discusión, y sugiere que volverán a
la batalla, y si la fe de Roldan es la verdadera, el Cristianismo ganará, pero
si es falsa, el Mahometismo ganará” aduce Thérese Martin.
Esto, que es la esencia del combate, es ni más ni menos que una ordalía. Será Dios quien decida la
victoria (la del musulmán o la del cristiano, porque en todo estaban
equiparados). Este detalle tan importante nos conducirá luego al claustro
arriba en San Pedro. La identificación de los combatientes por sus escudos es
bien conocida. El hecho de acentuar la diferenciación entre ambos en su final,
totalmente alejado de la integración en que viviría la población estellense en
ese momento (cristianos francos y nativos, musulmanes, judíos, peregrinos…)
sirve para hacer hincapié en la referencia a la ordalía, más que a la derrota
del infiel. El mensaje es: ¿cómo pudo derrotar el mítico Roldán a Ferragut,
cuando el aspecto es muy similar en fuerza, combatividad e incluso en
razonamientos?
Por el designo de Dios.
No compartimos –con toda humildad- la opinión de Martin: “por
extensión, el patrono del palacio en el que se representa esta imaginería, se
vincula con héroes tanto del Antiguo Testamento (David y Goliat, que sugiere
Ruiz Maldonado) y de la literatura contemporánea”. A nuestro parecer, no se
esculpió en un palacio que no iba a habitar una escena a su mayor gloria, sino
una historia que mostrara a los usuarios de ese palacio de justicia, que el
designio de Dios era el que impartía la justicia, castigando a los que no eran inocentes. La ordalía se terminaba en el claustro con el juramento, como luego
veremos, y teniendo en cuenta que ya estamos en tiempos en que la Iglesia había
rechazado las pruebas caldarias (desde 1215) el pueblo y sus fueros seguían
pidiendo la justicia a la antigua, pero algo había cambiado: ya no presidía el
párroco y no se juraba en la iglesia, que sólo prestaba –obligada- el
escenario.
Capitel del Palacio de los Reyes de Estella con el combate judicial de dos peones (para algunos, la discordia) |
No es gratuita la presencia del otro capitel historiado: la lucha
a pie de dos guerreros, que –aunque no llevan porras, sino espadas- parece
aludir a un combate judicial. Los propios historiadores así lo sugieren. El
primer capitel es una alusión a un hecho mítico (Roldán) y el segundo es una
representación de algo que se hacía muy cerca, en el campo cercano (el combate
judicial), tras pasar por el claustro para jurar sus testimonios.
Pero nos hemos entretenido en estos dos capiteles y nos resta el
más espectacular, el que condena duramente los pecados, el que “toca” estar en
la iglesia y no en el palacio.
Capitel esquinero del Palacio de Estella con los condenados al infierno. Detrás, la plaza pública al pie de la iglesia |
Lateral del capitel de los condenados, donde el perro o león parece querer ser tan artista como aparenta el pollino |
Y es el de la condena de los pecados: la soberbia –quizás la estúpida vanidad o vanagloria (el orgullo,
apunta Clara), en resumen: aparentar algo para lo que no estás capacitado, tan
tentador que hasta el perro? que asiste al concierto extiende su pata porque
también él piensa que es capaz de sacar sonidos del arpa, como el pollino; la
avaricia –mejor, el castigo a los ricos, que conservan su bolsa pero han
perdido sus vestidos al morir- y la lujuria.
De nuevo, los historiadores han encontrado la relación con el tallista de los
capiteles del claustro, del mismo autor. En la caldera asoma la cabeza de un
condenado con un ¿gorro frigio? Quizás señalando a extranjeros.
Tal como vemos
en la foto de Omedes, siempre desde un ángulo insólito. Los avarientos con su
bolsa y la lujuria en el extremo, rodean la figura central de la gran caldera
con su curioso entramado de fuego debajo. La investigadora americana enlaza el
castigo a los avaros con la advertencia de la necesidad del pago de impuestos a
los habitantes de este primer burgo navarro, siempre enfocado a la “utilidad”
que pudiera dar el promotor a estos capiteles.
Lateral del infierno con una lujuria de poderosos muslos en el capitel esquinero del Palacio de los Reyes de Navarra . Estella |
Por ello Martin dirige su lectura hacia el poderío del rey Sancho
“esto conecta al rey de Navarra con el Señor de los Cielos y refuerza la
importancia de obedecer a Sancho VI en el presente por la visual referencia al
castigo en la otra vida”.
Contemplado como aquí hacemos, como sede de justicia, parece evidente
que se quiere reforzar el mensaje de la condena a los que han cometido delitos
–pecados- sociales, actos que son juzgados allí y castigados en el otro mundo,
aunque evidentemente, la vanagloria no nos parece sea reo de tan grave destino.
Quizás la inclusión de este pecado venial está dando la pista de que el
tribunal terrenal era menos duro que el del Juicio Final y si consultamos los
Fueros podamos encontrar la razón de resaltar ese pecado social: peregrinos que
se hacían pasar por médicos, o juristas, villanos que fingían títulos que no
tenían, engañando a los peregrinos, etc.
Pero tomemos la descripción del profesor Martínez de Aguirre sobre
este capitel:
“En el lado izquierdo del observador, un asno sentado en un escaño
y con escabel bajo sus pies toca la lira, mientras un cuadrúpedo lo escucha con
atención. Ha sido visto por Aragonés y Pérez Monzón como imagen del orgullo (el
pretencioso) y de la pereza espiritual, contraria a la actividad desplegada en
el capitel de Roldán y culposa hasta el punto de significar una posible condena
eterna. Por detrás del cuadrúpedo se ve una cabeza monstruosa del último de los
personajes de la escena que se desarrolla en el frente de la cesta. Vemos allí
una imagen infernal: dos condenados desnudos sujetos por el cuello y portadores
de bolsas que revelan su pecado de avaricia son conducidos por un demonio hacia
la caldera donde otro diablo arroja a otro desdichado, del que solo se ve medio
cuerpo. La caldera es grande: dos figuritas asoman sus cabezas por el borde. Un
fuego reticulado arde debajo, alimentado por otro diablejo. Al otro lado de la
esquina otro demonio con enorme pico vigila que nadie escape, Ya en el lateral
espera su turno una mujer cuyos pechos son atacados por serpientes,
representación de la lujuria. Otras almas de condenados juntan sus manos en un
desesperado intento de oración que les aleje del castigo. Aragonés señaló las
semejanzas de esta caldera con la tallada en un capitel del claustro de San
Pedro de la Rúa, lo que le llevó a concluir identidad de autoría. También este
capitel presenta inscripciones, hasta ahora sin leer por la dificultad que
entraña su altura”.
No debe ser casualidad que el capitel del infierno ocupe
precisamente la esquina del edificio, lo último que se contempla antes de
comenzar la penosa ascensión hasta la iglesia, en cuyo claustro se dilucidaba
la ordalía para que Dios señalara su veredicto mediante el combate. Pudiera
concebirse un amplio escenario para este espectáculo judicial, siempre tan
admirado por las masas, cuando era Dios quien se manifestaba con la salvación
milagrosa del inocente. La plaza de San Martín, que aparece en la esquina del
capitel de los condenados, bien pudiera haber sido el “campo de batalla”
judicial tras el juramento en el claustro de San Pedro. Si hubo de hacerse en
el pasado alguna ordalía de agua fría, al comienzo de la plaza se encuentra el
puente sobre el Ega.
Termina su propuesta Thérese Martín: “Lo mismo que el palacio no
puede ser entendido sin un componente sagrado, debemos recordar que la
arquitectura eclesiástica tenía su lado secular, tanto si fuera como iglesia de
coronación, un lugar para mercado, un refugio para perseguidos o cualquiera de
los múltiples funciones que las iglesias medievales jugaban más allá de su básica
función como lugar de liturgia”.
(1) Sacred in secular:
sculpture at the romanesque Palaces of Estella and Huesca. (Spanish Medieval
Art Recent Studies, edited by Colum Hourihane (Tempe:ACMRS.2007)
(2)
Enciclopedia del Románico. Navarra. Estella (Palacio Real)
"Me alegro que me hagas esa pregunta" le digo a Lola cuando me comenta el capitel del infierno. En efecto, si miramos con ojos dogmáticos, los tres pecados tan duramente castigados en este capitel, tienen un contenido social que raramente era denunciado en los tribunales humanos: no se hacían denuncias contra alguien por ser fatuo o soberbio, ni se hacían por ser avariento, ni siquiera por ser lujurioso (no confundir con prostitución). Sin embargo, eran pecados de consecuencias sociales negativas. Por eso nos llama la atención la inclusión de la soberbia-fatuidad-orgullo vano. Era el más venial de tres "pecados" con fuerte carga social.
ResponderEliminarEsa puede ser la explicación de su inclusión en un edificio (audiencia, cárcel, hospital) de uso social.
Tab sólo añadir que quizás el condenado en la olla infernal con gorro frigio que sugerimos como extranjero, al lado de los portadores de bolsa al cuello -avaros y usureros, y según Guesuraga, simplemente ricos- represente a un judío, elemento habitual de la villa.
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