PROTECTOR...DEL SANTO SEPULCRO DE JERUSALÉN (3ª Y FINAL)


Habíamos iniciado la segunda parte de esta trilogía sobre los dinteles del Santo Sepulcro de Jerusalén proponiendo la relación del ave figurada en el capitel de Daniel en el foso, situado a la entrada de la Prisión de Cristo, como referencia/homenaje al rey Fulko (halcón) posible promotor del programa iconográfico, en base al comentario que aparece en la tesis “El arte cruzado en Palestina” identificando como halcón el ave que aparece en la contracubierta del Salterio de la Reina Melisenda, encargado por Fulko en los talleres eborarios de la propia Jerusalén. Ahora pretendemos dar un paso más, volviendo al mismo texto de la tesis:
La cubierta posterior, tratada como la anterior de una forma ingenua y, a la vez, delicada, desarrolla el tema de las Obras de Misericordia. Hay detalles curiosos y socialmente interesantes como en la escena que refleja la ayuda a un cautivo (IN CARCERE INVENISTIS AD ME -según reza el letrerito-) de un personaje que ha llegado al preso por medio de unas escaleras -mazmorra subterránea habitual para la época- bajo las que se halla el cautivo con los pies y manos unidos por los correspondientes cepos”. (pag.364 de la Tesis de Concepción Moya Valdés).
Abajo a la derecha, el cautivo con cepos recibe la visita real en el Salterio de la Reina Melisenda (British Library)

Nos parece observar que quien realiza las obras de Misericordia puede ser siempre el mismo personaje, que figura con la testa coronada, quizás haciendo protagonista al propio rey. Resulta muy sugerente a este respecto la posibilidad de que aparezca Daniel en el foso como exemplum de los cautivos y prisioneros, tan abundantes en la época y relacionado con lo que atribulaba grandemente a los peregrinos a los Santos Lugares: captura y rescate, por lo que se puede conjeturar aquí una variante de los prototipos que encarna el profeta; en esta ocasión, modelo de cautivos en el ámbito de Tierra Santa. De esta manera, el rey visitando/asistiendo al prisionero, estaría encarnado en el capitel por Habacuk. Es tan sólo algo que nos sugiere el salterio.

El artículo de Avital Heyman.
A nuestro juicio, es el mejor estudio sobre el dintel oriental. Comienza resumiendo el sentido apotropaico del dintel. Utiliza la crónica de Fulquerio de Chartes, capellán del rey Balduino y de su hija Melisenda, de gran protagonismo en su posible inspiración, para justificar su concepto de lucha del Bien contra el Mal. Interpreta que el dintel historiado presenta el triunfo del cristianismo contra el dintel oriental, que muestra a los sarracenos sometidos como bestias, condenados al infierno, siendo al tiempo “una protección apotropaica para los difuntos”.
Esta visión seguramente hará feliz a algunos investigadores que proponen las imágenes obscenas y provocadoras como alusión a la maldad del musulmán, pero ya nos parece osado esculpirlo en el mismo territorio sometido, que periódicamente volvía a sus propietarios. Heyman propone así un doble sentido a las figuras obscenas: apotropaico y denigrador.
Centauro con arco y flecha (abajo una arpía) entre hojas de acanto cerradas en el dintel (Rockefeller Archeological Museum)

Pero sigamos con el estudio. La autora se pregunta si Saladino, cuando ordena  en 1187 tapiar la puerta del dintel “ofensivo” habría entendido su significado, o lo consideraba una “ocurrencia” de los francos. Esto puede resultar excesivo, porque ese criterio coloca al intelecto del musulmán cercano a “las bestias” que figuran en el dintel, sin considerar que su cultura y civilización eran muy superiores a la de los realmente brutos cruzados, pese a su aniconismo. Precisamente el uso y abuso de las imágenes por los cristianos es señal de la idolatría que los musulmanes atribuyen a éstos. En cualquier caso, es evidente que Saladino respetó los dinteles y eso nos debe hacer pensar.
Sigamos el texto: Se pregunta la autora si el dintel occidental era el objetivo de la liturgia de la procesión del domingo de Ramos, ¿cuál sería la reacción ante este otro extraño y llamativo dintel oriental? ¿Cómo vincular uno y otro? ¿Lo considerarían un simple adorno?
A la vista de que algunos desnudos apuntan a sus genitales, deduce lo esperado: lucha entre el bien y el  mal; entre la serena iconografía cristológica y el extraño y retorcido bestiario. Cita a Boase, quien apunta que “aunque el dintel contiene algún significado alegórico, puede ser una pieza pagana con la que saludar a los peregrinos en el climax de su viaje”. Pues, vaya saludo.
Lateral izqdo.del dintel oriental (Rockefeller Archeological Museum)

Estudia el posible origen del modelo en Provenza, Languedoc, los Abruzzos o la Toscana. Y cita un bellísimo doble capitel del museo de los Agustinos de Toulouse, procedente del claustro de la Daurade con sirena y centauros. 
Capitel del Museo de los Agustinos en Toulouse (foto Daniel Martin en www.augustins.org)
Teniendo en cuenta que el acceso de esta puerta era a los sepulcros reales, es muy difícil creer que no tuviera significado este dintel”, añade. (Nosotros pensamos que tiene utilidad, más que significado. No representa nada más que “mírame” “sorpréndete” “engancha tu mirada aquí” y nos atreveríamos a decir –como proponemos con los canes obscenos- entretente en desentrañar el sentido, el mensaje escondido que te mostramos, para no seguir adelante”. A la manera de los laberintos en los dinteles o muros de los templos. Realmente, como los intrigantes canes obscenos, sigue teniendo la misma finalidad: sorpresa, incomodidad, intriga, llamar nuestra atención. Es decir, distracción para preservar lo que hay detrás. Esto no lo decimos nosotros, que lo tiene escrito Michael Camille y otros grandes antropólogos hace mucho tiempo).
Brazo izquierdo de la trasera de la Cruz de D.Fernando y Doña Sancha (MAN) con  figuras apotropaicas

Coincide que, al igual que otros templos románicos, en el siglo II se había elevado en ese mismo lugar por el emperador Adriano un templo a Júpiter con una estatua de Venus. Casi 200 años después, Constantino y su madre arrasaron todo. El sentimiento que quedaba tras su eliminación por los cristianos es que aquello había estado poblado por diablos paganos y era necesaria mayor protección, que se mostraba a los fieles en el nuevo edificio románico. Los cruzados recuperaron la primitiva planta de Constantino para elevar su nuevo templo. Todo ello viene cronológicamente bien descrito en la tesis que manejamos de Concepción Moya Valdés. Cuenta la crónica de Eusebio de Cesárea sobre la vida del Emperador Constantino, escrita en el año 314, el empeño de éste en eliminar cualquier huella de los malos espíritus paganos que habían poblado ese edificio, “santuario sombrío de ídolos sin vida, espíritu impuro que dicen Venus, con ofrendas detestables en los altares profanos y malditos” y el emperador ordena llevar lejos todos los escombros, “excavando a profundidad considerable, y el suelo que había sido contaminado por las sucias impurezas de la adoración al demonio, transportado a un lejano lugar”. Sólo después emergen a la vida los testimonios del Calvario.
Detalle de la trasera de la Cruz del MAN

No queremos ser irreverentes si apelamos al famoso texto de Juan 10.9 en el que Cristo dice: “Yo soy la puerta, el que por mi entrare…”¿Hizo Saladino tapiar la puerta “no cristiana”? ¿cuál de las dos puertas era Cristo para unos y otros?

Se sumerge la investigadora en desentrañar el sentido de esa muestra del bien y del mal que le sugiere la pieza y que, como ya hemos visto con Rahmani, los elementos atrapados en la cinta vegetal coadyuvan a identificar el sentido que quieren: seres híbridos, desnudos humanos, frutos prohibidos del Edén, en fin, todas las lecturas negativas que conocemos “de siempre”. “Los varones desnudos simbolizan el pecado del hombre, vicios y perdición enredados en los lazos del infierno rodeado de bestias evocando el mal”. “El dintel este complementa el oeste, es decir, dirige hacia la capilla cementerial de Adán, acarreando un mensaje de advertencia contra los malas acciones.
La existencia de un tímpano enmarcado en mosaico con figuras eucarísticas (pámpanos, vides, copas, etc) en la cara interna de la puerta de la capilla del Calvario desde la capilla de los Francos (cuyo acceso era bajo nuestro dintel), que vemos en la foto, implica para Nurith Kenaan-Kedar una oposición al dintel demoníaco de la puerta exterior, aunque el lazo vegetal es diferente; en el dintel es un acanto.
Cara interior que ya hemos visto en la entrada anterior (R.A.M.)

Aun coincidiendo en la connotación negativa de este dintel, que compartimos (aunque matizando que son figuras negativas con utilidad positiva : alejar al mal)  hay un empeño en dotarlo de un significado alegórico por encima de una utilidad apotropaica, lo que conduce a las más diversas versiones: Arbol de la Vida, del Conocimiento, carnalidad, Juicio Final, etc. Tampoco pensamos que se haya querido labrar un mensaje pagano, de adoración a algo oculto. Simplemente, se trata de un código, ya utilizado a lo largo de todo el románico europeo, que entendido como una defensa, un pararrayos contra el mal que pulula en el aire (daimones, íncubos, etc.) e incluso el mal de ojo (siempre desencadenado ante la visión de algo bello), aportaba tranquilidad y seguridad a los fieles usuarios, que sabían que aquel lugar estaba defendido del mal.
La conocida escena de la Biblia de Burgos, con la Caída y Expulsión de los Primeros Padres, con la cabeza de la serpiente borrada para evitar que provoque mal de ojo a los lectores y el Señor haciendo el traje a medida a ambos pecadores que van a quedar poco expuestos, está rematada por un entrelazo con figuras desnudas y animales fabulosos muy similar al dintel que estudiamos. Y así otros muchos casos, siempre con sentido apotropaico para proteger textos o lugares sagrados.
Biblia de Burgos (de la web turismo-prerromanico.com) con un "dintel" apotropaico como el que estudiamos

Seguimos creyendo que en Jerusalén no se oponen un dintel al otro, sino que el historiado homenajea los sucesos allí ocurridos y el oriental, a la manera de los márgenes de los códices o de la propia Cruz de Fernando y Sancha con sus diminutas figuras desnudas en posturas retorcidas, actúa como protector del enclave. Son complementarios: el historiado “toca” ponerlo en tal lugar, pero el obsceno es útil y necesario. Protege los difuntos en su interior, aunque hoy las tumbas reales ya no están. Y tampoco los dinteles.
Heyman estudia a fondo las relaciones del Fisiólogo de San Isidoro analizando cada figura: las sirenas y Homero, los centauros griegos, y de nuevo se busca un sentido “dañino” en la intención del dintel : San Jerónimo dice que las sirenas sustituyen a  los chacales judíos, tomando la forma de un cerdo, dragones emplumados volando… “Su maléfico canto de muerte, lamentando la demolición de Troya, también fue oído después de la caída del reino de la cruzados de Jerusalen”. La advertencia a los peregrinos sobre los peligros del camino se representaba como las sirenas.
Detalle del dintel (Rockefeller Archeological Museum)

Construye Heyman una propuesta en torno a la tradición bíblica según la cual las sirenas y centauros viven entre las ruinas. Por tanto, los cruzados al reconstruir Jerusalen  sobre las ruinas de la ciudad sarracena, muestran los lamentos de los habitantes paganos al perderla por sus vicios y obscenidades (dintel oriental), siendo la nueva Jerusalen una prefiguración del reino celestial (dintel occidental). En consecuencia, son dos las líneas de lectura: la Jerusalen terrestre fue conquistada a los malvados extranjeros, los sarracenos. Y el camino hacia la Jerusalen celestial se pavimenta expulsando a esos extraños, así como los pecados.

Otro concepto que maneja es el sentido funerario, por los cruzados enterrados fallecidos en la busca del reino celestial, dejando a los infieles atados y condenados para siempre en el dintel.
Más adelante, menciona a Hunt quien lo relaciona con un centauro disparando a una sirena que aparece en la letra B del salterio de la Reina Melisenda, confeccionado en Jerusalen.
También Debra Higgs Strickland ha estudiado el concepto negativo sobre los sarracenos, comparables a las razas monstruosas. Su desnudez  nos lleva de nuevo a verlos en el dintel. Ahora el dedo apuntando al sexo pudiera aludir a su condición de circuncidados, como aparecen en el tímpano de Beaulieu, aunque allí vestidos, como ya vimos en otra entrada, en la que judíos remangan sus vestidos para mostrar que están circuncidados y salvarse en el Juicio Final, según creen.

Contexto funerario

Finalmente Heyman prueba a ver sin sentido narrativo el dintel, en contraste con el occidental, y lo ve como “amulético” (entendemos que apotropaico, que esa es la función del amuleto). Toca ahora el manido texto de San Bernardo sobre la “formosa deformitas”. Tras insistir el carácter anticristiano de las figuras paganas, añade: “No obstante, las imágenes mostradas con esa apariencia pudieran vincularse con su apotropaico y amulético poder, intencionadamente localizado a la entrada de la capilla del cementerio real, significando el rechazo de las fuerzas del mal desde el mundo celestial en el que se encuentran los reyes cruzados fallecidos”…”las bestias están entonces dotadas con una vitalidad apotropaica que indagan el anhelo de los muertos. Domesticando lo indomable, las imágenes proyectan una protección liminal en la entrada cuyos adornos enmarcan lo bueno y lo malo, y los separa. Como con los amuletos, en los que se vuelve a recurrir a la genitalidad, las imágenes de bestias y obscenos gestos de desnudos sirven para rechazar las fuerzas del mal y los espíritus, de la vida y de la muerte. Ritualizando y domesticando las bestias en el dintel esculpido marca el territorio como sagrado y protege sus confines en términos de la fe cristiana y el nuevamente establecido por los cruzados, reino de Jerusalén.”
Hasta el ave (confundido por algunos con un caradrio) tiene un ala enredada en la liana interminable (R.A.M.) (Parece tener patas de cuadrúpedo)

Es importante para seguir esta acertada línea de investigación (por fin, a nuestro parecer), conocer el “Universals in Apotropaic Symbolism” de Christa Sütterlin que ya hemos citado en otras entradas.
Ahora destacamos aliviados nuestra conformidad con esta última propuesta de Heyman que lo explica en términos más académicos, sin duda, pese a que no pensamos haya intencionalidad en identificar los desnudos y los animales del dintel con el “enemigo” musulmán.

Se produce “una abierta jerarquía entre las “buenas imágenes” del dintel cristológico y las “malas” representando las fuerzas que deben ser cazadas desde el sagrado recinto de la iglesia”... “Sabiendo que los paganos e infieles, sometidos en las imágenes del dintel, están simbólicamente retenidos, los reyes cruzados pueden descansar en paz”, señala el trabajo.
No obstante, de nuevo reitera Heyman su interés por “personalizar” la alusión del dintel, sobre los “malos”, sarracenos, y los “buenos” cruzados. “Por implicación, confinar las fuerzas del mal dentro de los ramajes significa victoria sobre el pecado y la herejía.” Pensamos que este dintel puede servir para cualquier iglesia cristiana que contenga sepulturas dentro o fuera (todas las románicas) y su función apotropaica nada tiene que ver con la persecución a los sarracenos en que se empeñan los historiadores, mucho más sabios que quien esto escribe, por supuesto.
La investigadora sugiere otra posibilidad: que este dintel se encargara expresamente como protector de los reyes que se enterraron en el interior, al otro lado de la puerta, por lo que tendría esa utilidad: apotropaico. El rey Fulk, esposo de la reina Melisenda, murió en 1143. (no confundir con Fulquerio de Chartres, autor del Bestiario, patriarca de Jerusalen a instancias de la reina). Apunta finalmente la articulista que así como el dintel oriental estaba rematado con un tímpano de mosaico con el “Noli me tangere” (para nosotros con claro sentido de mostrar hechos post-mortem de Cristo), el tímpano que aparecía sobre el dintel historiado, mostraba a una Virgen con el Niño, poco adecuada al relato del dintel, pero que pudiera ser un empeño de presentar a la reina Melisenda como un tipo de María generosa y patrona de Jerusalén.
Más allá de la indudable calidad de la investigación y sus propuestas, nos encontramos ante una iglesia que contiene sepulcros (y precisamente el más valioso por la breve ocupación de su sagrado usuario), que no deja de ser igual que las miles de iglesias románicas que se extendían por Europa, y a las que invariablemente y con pocas excepciones, se dotaban de los mismos dos elementos que figuran aquí en los dinteles: elementos santificadores del recinto –imágenes de la Vida de Cristo, que identifican al templo y le santifican- y elementos protectores de los enterramientos, imágenes sorprendentes, incluso obscenas, animales fabulosos, elementos apotropaicos, cuya misión es ahuyentar a espíritus dañinos que puedan perturbar el alma de los difuntos, y que transmiten esa tranquilidad a los ojos de los peregrinos: es un recinto sagrado y se han tomado medidas para protegerlo. Poca diferencia con cualquier iglesia románica, sólo que aquí la iconografía se ha concentrado en los dos dinteles.

Comenzábamos esta propuesta con la brillante comparación del Dr.Castiñeiras entre esta portada del Santo Sepulcro con la de Platerías de Santiago de Compostela, donde observa también elementos apotropaicos. ¿Se puede dudar que en la Puerta de Platerías conviven ante la vista de millones de peregrinos, elementos sagrados, narrativos de la vida y pasión de Cristo, con elementos apotropaicos como hemos mostrado, desde los canecillos cuyo sexo casi roza las cabezas de los Apóstoles hasta la misma mujer de la calavera, tan voluptuosa, que por encima de toda hipótesis sigue logrando atraer la mirada, sorprender, quizás ofender entre tanto relato santo, y en consecuencia, polarizar las malas y buenas miradas salvaguardando el recinto donde también hay enterramientos, como la tumba del Apóstol Santiago?

 

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