SAN QUIRCE. Ordalía (3ª parte)
Como
anunciamos al final de la entrega nº 2, ahora analizamos las siguientes tres
metopas, que entendemos tienen relación entre sí y rematan su “narratio” con un
capitel interior, como luego ocurre con todo lo descrito en las metopas del
rebaño de Abel y el Caín agrícola.
Seguimos pensando, pese a las observaciones de los profesores,
que estas metopas siguen sin tener relación con los canecillos y su relato
bíblico del Génesis, y aunque los guerreros de la metopa muestren sus espadas
junto al can del ángel armado con espada guardián del Paraiso, o el agresivo
sexo del varón en la metopa de la violencia sexual (quizás una violación)
“juegue” con las espadas citadas, entendemos que cuentan una historia ajena a la conocida de los canes. La
conclusión de Rico Camps de que el brutal ataque del potente varón a la desnuda
mujer sugiere que la inscripción sobre Abel “FACTUS EST ABEL” indica la manera
de su concepción (FACTUS), me parece poco defendible, al menos en la línea
diferente que proponemos. En ningún caso se puede entender como una alusión a
que la concepción de Abel procediera de una agresión sexual.
Por
tanto, ahora aparece algo concreto y no genérico como eran las destinadas a
proteger el templo con escatología y gallos. Ahora se esculpe una historia para
“adoctrinar” a los usuarios, probablemente destinada a aleccionar contra
abusos, agresiones sexuales y violaciones, acompañado de la ordalía para
averiguar la verdad.
Tercera metopa con la LUCTA de dos rústicos como modelo de ordalía de rústicos |
Puede
pensarse que hemos obviado citar las descripciones de la Enciclopedia del
Románico (Los Ausines, Burgos) pero es porque además de no aclarar nada respecto
al tema que estudiamos, contiene olvidos tan curiosos, como cuando menciona que
hay en este friso diez metopas y luego las describe una por una…pero sólo
nueve: La del sexo se ha quedado en el tintero. Al menos podían haber utilizado
la errónea pero púdica interpretación de Pérez de Urbel. Como luego veremos, algún fallo de
lectura en los capiteles, nos hacen centrarnos más en los trabajos de los
especialistas que venimos utilizando.
Dado
que todos los estudiosos vinculan de una forma u otra las metopas con los
canecillos, al salirnos de esa línea tan sólo podemos reproducir esas opiniones,
sin compartirlas.
Lucha de dos rústicos como ordalía por la agresión sexual posterior en San Quirce de los Ausines (Burgos) |
La
metopa siguiente muestra, una vez vistas las dos apotropaicas iniciales (homo
cacans y gallo) una lucha de villanos a mano desnuda, que tan abundantes hemos
visto en las portadas palentinas y burgalesas, muchas veces relacionadas con
ordalías, según nuestras entradas anteriores, especialmente a lo largo de 2017.
En amarillo uno y blanco el otro luchador en la ordalía de San Quirce |
Hemos
delineado los contornos de cada uno de los contendientes de la primera con
distintos colores, blanco y amarillo, para ver una mano que agarra la cabeza
del rival, mientras éste le sujeta por el hombro derecho y en primer plano
vemos una mano que intercepta la del contrario. Las caras carecen de barba,
pero son claramente dos varones. La única excepción que vemos sobre lo
habitual, es que no cruzan las piernas. No distinguimos inscripción y aceptamos
la propuesta de Boto, que recoge la de Pérez de Urbel y Muir, de que ponía
LUCTA. En la portada de Moarves, por ejemplo, está espléndidamente representada
esta escena de lucha, a veces aparentemente deportiva o festiva, ya que allí no parece
mostrarse ordalía. Entendemos, como luego veremos que hace Besson, que se
representa una de las formas de la lucha por ordalía, la de los villanos, sin armas,
aunque Besson se debate entre simple discordia y ordalía. Aquí no hay duda: la
metopa del ataque sexual indica la necesidad de ordalía.
Segunda metopa de lucha ordálica, ahora de guerreros, quizás nobles, en San Quirce de los Ausines (Burgos) |
La
siguiente metopa, casualmente tras el canecillo del ángel con espada –y creemos
que no tienen nada que ver- muestra la otra variedad que hemos estudiado en
artículos de este blog de la lucha ritual en las ceremonias de ordalía; ahora
se trata de nobles, guerreros, armado cada uno con su espada, escudo y yelmo.
En muchos casos, como los del norte de Palencia que ahora citamos, está
claramente sustituida la espada por una porra, ya que se trata de evitar la
sangre.
Detalle de la lucha armada de dos LIDIATORES en el friso de San Quirce |
Como ambos contendientes son diestros, el guerrero a nuestra izquierda
sostiene su escudo -apenas perceptible, pero que hemos delineado sobre la foto-
con la mano izquierda, en donde se ven
los dedos y las marcas del trascol o tiras para sujetarlo. Como no visten cota
de malla y las espadas parecen cortas y anchas, (quizás de madera) poco
adecuadas a una lucha real, puede pensarse de nuevo en una ordalía en la que
los “LIDIATORES” (según dice la inscripción sobre ellos) son nobles o de mayor nivel que los rufianes, dependiendo de la categoría social de su representado.
En blanco y amarillo los dos LIDIATORES de la metopa de San Quirce, inmediata a la sexual. |
Este tipo de lucha ceremonial lo hemos analizado en Santiago de
Carrión de los Condes, Perazancas y Arenillas de San Pelayo, todas en Palencia
en la órbita de la primera y luego difundidas por España (Santiago de Agüero,
Biota, etc). Se trata de “campeones” que representando a los acusados, deben superar la ordalía.
Por
tanto, si hay duelo de villanos y de nobles en esas metopas, ¿cuál es el motivo
de su combate, en defensa de quién, a quién representan en el pleito que deben
dirimir mediante combate de juicio de Dios?
Ordalía de Perazancas (Palencia) copia de la de Santiago de Carrión de los Condes. Lidiatores junto a la dama compungida |
En
las citadas iglesias del norte de Castilla y sus derivaciones, se acompaña al
duelo una imagen inmediata de una dama compungida que se lamenta con las manos
en las mejillas, ya que ha sido acusada quizás injustamente, siguiendo el
modelo de Santiago de Carrión de los Condes.
En
San Quirce la respuesta a por quién se baten la encontramos en la metopa
consecutiva: Un hombre desnudo enarbola un enorme falo dirigido hacia una dama
también desnuda con su sexo claramente marcado. Aquí, por tanto, no se ha
mostrado a la dama expresando su desesperación, sino el mismo delito o pecado
cuando se realizó.
La agresión sexual consecutiva a la segunda ordalía de San Quirce |
Ella extiende un
largo brazo izquierdo terminado en una gran mano que trata de detener o desviar
el avance del falo masculino, mientras extiende su brazo derecho hacia la cara
del varón, quizás empuñando algún objeto, brazo que es a su vez sujetado
fuertemente por el hombre. La dama luce velo o barbuquejo. Bajo el falo, se
inscribe IO.
Detalle de la metopa de la agresión sexual consecutiva a las dos escenas de ordalías en San Quirce (Burgos) |
Resulta algo cándida la descripción de Pérez de Urbel y Muir:
“Un hombre y una mujer representados con crudo
realismo, junto a un árbol. El hombre extiende una mano al árbol y con la otra
ofrece algo de forma oblonga a su compañera. Es seguramente la representación
del pecado de nuestros primeros padres, aunque falta la serpiente. En el
espacio vacío no se leen más que estas dos letras: IO.”
Parece
evidente que los estudiosos han confundido los brazos de los protagonistas como
ramas de un árbol y el falo con “algo oblongo”. La relación con los
protoplastas, ni la consideramos. Puede
ser significativo el nexo de las tres metopas escatológicas con sus
inscripciones: IO (sexo) IO CACO (defecación) y MALA CAGO (defecación). Como
señala Rico Camps, tiene mucho sentido entender el grito IO como un ¡eh¡
(miradme, asustaos…)
Delineamos las figuras, varón en blanco y hembra en rojo para ver los gestos de las manos |
En
las portadas que vimos al principio de este blog en 2017, donde incluso en la
de Perazancas el profesor Moralejo se había preocupado de investigar el material
con que se había confeccionado un escudo de los combatientes que resultó ser de
mimbre, suele aparecer el motivo de la ordalía, una mujer que se lamenta, y
aquí lo tenemos palmario en esta metopa: el ataque sexual de un varón con un
sexo “como espada” que acomete a una mujer desnuda, a la que se le ha esculpido
un descriptivo sexo. (Ver al final de esta entrada un comentario en el que informo que Moralejo se había percatado de la relación)
Otro encuadre de la agresión sexual de San Quirce |
En las cercanías de Sepúlveda, de fecha posterior a San
Quirce, hemos comentado otra escena de violencia sexual, en nuestras entradas
de enero de 2018 “Escenas sexuales en capiteles sepulvedanos”, donde en
Ventosilla entendemos se esculpe de modo muy rústico otra figura itifálica
masculina también sujetando por el brazo a una mujer desnuda que levanta los
brazos, a la que se le ha borrado el sexo y las piernas a martillazos.
Otra escena claramente
de ataque sexual, como señala Minerva Sáenz, la vemos en la riojana Ochánduri
en un “escandaloso” capitel sexual en el interior de una ventana recientemente
destapada en la que aparecen los dos motivos que originan la ordalía y que
conforman la portada burgalesa que ahora estudiamos: una evidente agresión
sexual, que es repelida por la mujer tirando del pelo al varón lo que provoca
que tuerza su cabeza, mientras en la otra cara del capitel unos posibles guerreros reproducen la misma lucha de las metopas de
San Quirce aunque pueden ser vistos como jueces.
Capitel del interior de Ochánduri (La Rioja) con una violación en la que la dama se defiende y al lado dos jueces o soldados (Foto Juan Ramon Ugarte) |
También en iglesias pequeñas,
como Pozancos, al norte de Palencia, ya hemos mostrado que en un capitel de una
ventana aparece una “costumbrista” escena de la dama que abofetea al casquivano
caballero que lleva al brazo su halcón y la sujeta por la cintura (¿un rapto?),
mientras en una imagen próxima sobre el tímpano dos hombres se baten en duelo. Al lado, la
figura de Daniel entre los leones pudiera evocar el juicio justo como el que ejecutó
el profeta para salvar a la casta
Susana.
Tímpano de ventana en Pozancos con la ordalía |
Capitel de la ventana de Pozancos (Palencia)¿rapto? |
La
agresión de San Quirce transmite tal dosis de violencia que resulta difícil
entender que los especialistas hablen de escena amorosa. Pensamos que es lo más
próximo a una violación, y ese podría ser el origen de las dos variedades de
combate judicial que lo acompañan. Más aun, nos atrevemos a proponer que hay
una cuarta escena relacionada, que también vemos en algunas portadas
palentinas.
Capitel del interior de San Quirce con una mujer como "lujuria" que introduce su mano derecha en la bocca de la veritá |
En el interior de San Quirce hay un capitel con una mujer desnuda
con serpientes (“la lujuria” es el prototipo) pero que –pese a la afirmación de
Magdalena Ilardia- introduce su mano en la boca de un gran león, que es
exactamente como se esculpe en Castilla la toma de juramento a los acusados en
las ordalías (Santiago de Carrión y Arenillas). En un lateral, un hombre
desnudo, interactúa con un gran león que parece sostener un niño entre las
garras (puede ser un alma condenada atrapada por el diablo). El hombre levanta su puño cerrado, en la misma postura de los
personajes que se niegan a jurar (o juran en falso) metiendo sus manos en las
fauces del león que hemos visto en las entradas de este blog de 2017 (Arenillas
de San Pelayo, ordalías del Fogg Museum, etc). Tal parece que se describe la
toma de juramento de ambos protagonistas (u otros) en un juicio en la iglesia
por una denuncia de violación advirtiendo del daño para las víctimas inocentes
de esos delitos o de la pérdida del alma de los infractores. De las dos formas de presentar las manos (en un caso metidas
en la boca del león y en el otro, dobladas ante su boca) y tal como se muestran
las “almas” de los juradores en Santiago de Carrión, pudiera concluirse la
condena de los que son atrapados por la boca leonina y la inocencia de los
otros.
Vista frontal del capitel de San Quirce donde la femme aux serpents mete la mano en la boca del león ¿acusada de lujuriosa? |
Es
decir, que tenemos en San Quirce el episodio completo de una ordalía y su
origen, y el final se esculpe en el
interior porque el juramento en las ordalías se realizaba dentro de la iglesia,
ante el altar. Se disponía este modelo para advertir a los fieles de la
terrible condena a las personas que mentían en su juramento. La simple lectura
que un sencillo campesino burgalés haría al ver este relato es que las mujeres
que acusaban a un hombre de su deshonra, deberían prestar juramento en el
templo para que luego (noble o villana) los campeones defendieran su honor en
un delito que habitualmente no tenía
testigos. Su palabra contra la del varón y Dios decidía haciendo ganar a uno de
los campeones. Estos temas los hemos analizado ampliamente en este blog en los
años anteriores.
Los
estudiosos proponen filiación respecto a Silos, Arlanza o Frómista y coincide
que alguno de esos templos no conserva su iconografía original.
Por
su parte, el trabajo del Dr.Hernando Garrido que estamos estudiando aquí,
identifica este capitel interior como “la típica representación de la lujuria”.
El hecho de que sujete con su mano izquierda el rabo de un león no es
comparable –como apunta- con la figura
que suele acompañar a Sansón en la iconografía castellana (Rebolledo de la
Torre), totalmente ajeno al tema que nos ocupa.
Más evidente es lo que hace la
mujer lujuriosa con su mano derecha: la introduce claramente en la boca de un
león, como los juramentos que vemos en Castilla en torno a las ordalías.
De
todos modos, si sujeta con su mano izquierda la cola del león, ¿qué es lo que
entra en la boca del león tras esa mano? ¿Una serpiente? Llama la atención el
aspecto “masculino” de la cabeza de la lujuriosa; sólo se nos ocurre, a la
vista de su corte de pelo tan moderno, que a las mujeres que se sometían a una
ordalía, además de hacerlo desnudas (también los hombres) para que no ocultaran
ningún truco que los protegiera (amuletos, ungüentos, etc) se les rapaba el
pelo, lo que significaba un castigo añadido aunque luego resultaran inocentes.
Nos recuerda mucho a la imagen de la lujuria del Panteón de San Isidoro de
León, quizás la más antigua del románico español y que a veces ha sido
identificada como “varón” por algunos investigadores por el formato de su
cabeza.
Capitel de la lujuria en el Panteón de los Reyes de San Isidoro de León, quizás la primera imagen en España |
Luego
estudiaremos los capiteles de la iglesia. Sigamos con Hernando y su opinión
sobre estos relieves. Tras comentar que esta mezcla de “hitos bíblicos y
profanos” supone una explícita condenación de la violencia y la lujuria, opina
que lo escatológico podría leerse en clave sexual. Curiosamente, quizás por
seguir la descripción de Pérez de Urbel y Muir, identifica la metopa de la
agresión sexual como “otra pareja a punto de iniciar la riña” y vuelve de nuevo
al capitel de la lujuriosa del interior para estudiar sus tres caras vistas y
que, a nuestro juicio, se relacionan con el juramento de la ordalía, amonestando
a los fieles sobre la condena por el perjurio tanto en varones como en hembras:
“En el centro se ve una mujer, que mete la mano en la boca de un león, apostado
en el ángulo del capitel, y agarra con la izquierda la cola de otro león, que a
su lado devora un niño sujeto entre sus garras. Dos serpientes se enredan en
las piernas de la mujer y suben por su cuerpo cebándose en los pechos. Arriba
asoma una cabeza, de la cual parten las volutas del capitel. En otra de las
caras un hombre se esfuerza por desasirse del león que devora al niño, que le
tiene también a él sujeto con una de sus garras”. (En nota al pie, dice entre
otras cosas, que en Frómista igualmente aparece una mujer agarrada a un león y
metiéndole una mano en la boca, aunque si es el capitel que conocemos de una
ventana, no tiene nada que ver con esta imagen).
Capitel de una ventana de Frómista |
Comenta luego el origen de la
figura de la “femme aux serpents” y los lugares donde aparece en España.
Lo
curioso es que si desmenuzamos la cantidad de manos esculpidas en esta escena
de la esquina del capitel, nos sobran dos manos y quizás, incluso tres. Son la
que sujeta al niño por el cuerpo y al hombre por la pierna, en la que aparecen
esculpidos unos dedos que tampoco son de esa mano.
Como las manos del león se
ocupan de sujetar la cabeza del supuesto niño parece claro que sobran manos o
falta un humano. Una de las patas de ese león tiene forma de garra, mientras la
otra es humana. Pudiera haberse pensado en esculpir un doble león con una
cabeza compartida, que para eso está en el ángulo, a la manera de Frómista,
pero finalmente no se puso ese segundo león aunque sí ha conservado sus manos.
Un capitel confuso, hasta por su significado, ya que la femme aux serpents no
es habitual que meta la mano en la boca del león como juramento. Parece que se
han fusionado dos modelos: la de la juradera y la femme aux serpents.
En
su libro “Las voces del Románico” el profesor Rico Camps se hace eco del
trabajo de Besson referido a esta portada, en la que entiende la vinculación de
lo escatológico con el sexo. Como dijimos al estudiar el trabajo del francés,
éste encuentra estas escenas como reflejo de los conflictos sociales y la
violencia y no tanto como imágenes de juicios de Dios, aunque en su estudio ha
querido abarcar tantas y tan variadas formas de representar la violencia en el
románico, especialmente el hispano, que podemos concluir lo del refrán
castellano al no concretar un sentido de su lectura, abarcando todas las
variantes.
El
29-Nov-17 escribíamos en este blog (perdón por la autocita) una entrada
titulada “Los guerreros a caballos en Santiago de Agüero” parte.3ª y
estudiábamos el famoso trabajo de Besson “A armes égales”, donde precisamente
se comenta este friso de San Quirce y se identifican las dos escenas de lucha
(villanos y nobles) como combates “a armes égales”, una manifestación de la
ceremonia de las ordalías. El estudioso comenta las inscripciones del friso y
destaca las dos formas de cultura que han inspirado su latín: las bíblicas con
latín clásico, las otras “romanisé”, “deformadas por la lengua hablada,
enriquecida con expresiones vulgares”. E incluye las que llevamos vistas de los
“cagos”, “io”, “gallo” “lucta” y “lidiatores”. Aunque su conclusión gira en
torno al equilibrio de dos mundos, etc. puesto que el sentido apotropaico no lo
considera.
Pero
lo que nos interesa resaltar, y que tocaremos cuando llegue, es la relación que
detecta el francés entre la figura de Sansón y la lucha de caballeros, ambas
precisamente esculpidas en esta iglesia aunque el Sansón ha sido desplazado a
la fachada norte. Ejemplos abundan, desde el sarcófago de doña Sancha y la
Belle Pierre de Cluny a varias iglesias franceses o españolas (San Cugat, San
Pedro de la Rua), pero precisemos que los caballeros van montados, mientras en San Quirce los vemos a pie.
A
lo largo de enero de 2017 estuvimos presentando las imágenes de ordalías
siguiendo el trabajo de Beatriz Mariño. En Segovia, tal como decimos arriba, mostramos un capitel que
muestra una agresión sexual similar a la de Burgos, aunque allí parece aludirse
a la tentación que supone el baile en las mujeres. Lo mismo en Julio de 2017
con los juicios de Dios.
Vemos,
por tanto, una coincidencia del tema ordálico en la iconografía castellana, más
allá de lo estudiado por Beatriz Mariño. En el caso concreto de San Quirce,
para la audiencia laica que visitaba la iglesia, se muestra el ataque sexual a
la mujer y la ordalía consecuente, con villanos o nobles combatiendo por su
inocencia. En el interior aparece el juramento de los protagonistas, aunque a
ella aparenta que se le atribuye un comportamiento inadecuado. Esto mismo vemos
en los capiteles del entorno de Sepúlveda, donde hay ocasiones en las que la
dama aparece en postura de baile ante el ataque lascivo masculino. Como dijimos
cuando lo exponíamos aquí, los Fueros tenían legislación adecuada, lo que no
impedía a la Iglesia ser contundente con las costumbres “incitadoras al pecado”
de las damas. Y los monjes de San Quirce no podían ser ajenos a esa tendencia.
Cara oeste del capitel de la femme aux serpents de San Quirce (Foto M.J.Friedlander) |
Hemos
visto el sentido apotropaico con que se abren y se cierran las metopas del
friso –dos primeras y dos finales- y ahora hemos propuesto, siguiendo en algún
sentido a los investigadores, que en las tres siguientes se representan escenas
de ordalía, que se relaciona con un capitel interior.
Nos
quedan las tres restantes, de campo, pastoriles las dos primeras y agrícola la
tercera, que como son escoltadas por los canes en los que los protagonistas son
Cain y Abel, es inevitable la relación. No podemos negarlo. Puede haber aquí un
giro en el relato, y por fin las metopas juegan con los canes. Cierto es que la
iconografía está basada en los capiteles interiores, donde también es
reiterativa la representación de cabras y ovejas. Pero eso lo veremos en la
próxima entrega.
Corrobora nuestra propuesta de que la dicha "escena sexual" es más bien una violación o al menos una agresión por el gesto y el ambiente de la escena, un comentario de S. Moralejo en su famoso artículo "Cluny y los orígenes del románico palentino. El contexto de San Martín de Frómista" donde en su pag.20 en nota al pie dice referido a estas metopas: Es posible que la yuxtaposición de figuras en lucha a otras abrazándose ilustrara en principio -o en algunos casos- la oposición concordia-discordia (se refiere a los capiteles de Frómista que hemos analizado al principio de este blog), como se ha supuesto para un capitel de Anzy-le-Duc en el que son dos hombres los que presuntamente se abrazan junto a otros dos que se pelean. Pero la inclusión de una mujer en otras supuestas alegorias de la concordia hubo de suscitar -si no las supuso ya desde el principio- interpretaciones menos positivas. De la contraposición a la discordia se pasaría a una relación causal o de paralelismo con ella: las licencias amorosas se presentarían como fuente de conflictos o bien como transgresión moral, equiparable en sí misma a la discordia y violencia. Muy ilustrativo en este sentido es LA SERIE DE METOPAS DE LA FACHADA OCCIDENTAL DE SAN QUIRCE, DONDE SE SUCEDEN UNA ESCENA DE LUCHA SIN ARMAS, IDENTIFICADA COMO LVCTA, UN DUELO A ESPADA Y ESCUDO, CON EL EPÍGRAFE LIDIATORES Y UN ENCUENTRO QUE NO PODRÍA LLAMARSE YA AMOROSO POR LA CRUDEZA Y VIOLENCIA DE SU PRESENTACIÓN. EN EL PARALELISMO COMPOSITIVO DE LAS TRES ESCENAS PARECE QUE SE QUISIERA EXPRESAR LA COMUNIDAD DE SIGNIFICADO. (las mayúsculas son nuestras por no disponer de subrayado).
ResponderEliminarSírvanos de consuelo de tontos el ver que tampoco al gran sabio se le hizo mucho caso en su fino ojo investigador.