LO QUE NO ES APOTROPAICO


Tras varios meses de lecturas y documentación, tenemos preparada una nueva entrada con un tema que mientras nacía era, cuando menos, curioso y candidato a la polémica: el acoso sexual de la mujer de Putifar a José, hijo de Jacob en Egipto. Lo mostraremos en breve.

Pero, además de ir creciendo en documentación (pues el tema, como era de temer, es objetivo de feministas y estudiosos,  especialmente hebreos), nos hemos querido centrar en la Basílica de Vezelay donde figura el probablemente únicum capitel con esa escena de acoso y además por duplicado, lo que parece una insistencia que habrá que analizar.
Pero mientras documentamos el tema con los análisis de dos grandes del románico: Kirk Ambrose y Marcello Angheben, en sendas publicaciones muy valiosas sobre Vezelay y la Borgoña, nos hemos encontrado con una discrepancia: la definición de lo que ambos consideran “figura apotropaica” que no coincide con lo que venimos manteniendo en este blog (y antes en el foro de AdR) y que seguramente merece que adelantemos un comentario concreto sobre ello.
A priori no habría discusión: lo que dicen los maestros es lo que vale, es lo que está publicado, mientras nosotros sólo mostramos sencillas opiniones basadas en  lecturas de antropólogos e historiadores, seguramente menos ortodoxos que los citados. Pero aprovechando eso de la libertad de expresión, usaremos este resquicio para insistir en nuestra visión del apotropaismo mostrando también la que describen los expertos para dar a quien esto lea, la opción a decidir lo que le pueda parecer más adecuada, o al menos, enriquecer la idea con versiones “marginales” como el que esto escribe.

La obra de Marcello Angheben

Comencemos por el dr.Angheben, que es el más recientemente publicado. Usamos su “Les chapiteaux romans de Bourgogne” de 2003, complemento de su tesis de 1998. Insiste el profesor Angheben en identificar imágenes de lucha de un ángel contra un diablo como función apotropaica y eso no coincide con lo que teníamos entendido. Puede parecer una incongruencia, pero una imagen de un ángel o un santo luchando contra el diablo (o monstruo), no se muestra para ahuyentar al diablo. En todo caso, será la representación de la victoria o lucha del bien contra el mal, pero no se usa para alejar al diablo, sino para aleccionar a los fieles. Que una figura sagrada aparezca combatiendo el mal no es un elemento apotropaico, sino una muestra iconográfica del combate del bien contra el mal y si son identificables los personajes, como aquí, sería San Miguel luchando contra el diablo.
Angel portador de cruz y mostrando su mano en el alero de S.Martín de Elines

Canecillo obsceno (girado) de S.Martín de Elines (Cantabria)


Las figuras apotropaicas no combaten el mal, sino que lo evitan, lo distraen, lo alejan, protegen de su maldad de manera indirecta, muchas veces con elementos paganos (gestos, posturas, sexo, culos, laberintos, nudos, flores, amuletos, imágenes del mismo diablo, etc)  pero una lucha del bien contra el mal no es apotropaica, desde nuestro modesto punto de vista basado en numerosos estudios antropológicos. Puede que incluso –como pasa en Jaca o en Elines- un canecillo muestre a un ángel conviviendo con personajes mostrando el sexo en el mismo alero. En este caso también el ángel realiza una función apotropaica porque con su presencia el diablo se abstiene de intentar penetrar. Jaca ha sido muy expurgada en las sucesivas reformas pero conserva otros detalles apotropaicos que se han salvado por no contener sexo. Por ejemplo una curiosa metopa con un hombre desnudo de largas piernas que parecer agacharse ante una visión perturbadora que le hace poner la mano ante el rostro. El gesto recuerda a los caganers de San Quirce. Puede que no sea apotropaico, pero cumple un primer requisito: sorprender.
Metopa en S.Pedro de Jaca con un personaje desnudo que parece cubrirse la cara con la mano,junto a un mono ¿diablo?

En la segunda parte de su estudio, “La Iglesia amenazada”, en la descripción que realiza el Dr.Angheben de las amenazas espirituales para el edificio eclesiástico, indica “En la ceremonia de la consagración (de un templo), el obispo declara que la iglesia que se propone consagrar es un lugar de paz. Pero para concretar esas palabras, el ritual prevé numerosos exorcismos y aspersiones de agua bendita con el fin de alejar del edificio todos los demonios que lo habitaban. Tras haber sido consagrada, la iglesia se distingue de otros espacios por la ausencia teórica de malos espíritus en el aire que contiene. Parece que en la práctica, no obstante, los diablos estaban en condiciones de volver a penetrar, especialmente por las puertas y las ventanas. Las costumbre cluniacenses preveían, en efecto, cada domingo, como se ha visto, una reiteración parcial de la consagración, así como una procesión acompañada de numerosas estaciones…” volviendo a pedir al Señor protección contra el acoso diabólico. El agua bendita era el instrumento para la acción del Espíritu Santo de alejar los demonios. “Este ritual sugiere así que la dedicación no había alejado definitivamente los malos espíritus del espacio eclesial”.
Se deduce que el agua bendita y las salmodias y procesiones de los monjes sí que tenían valor apotropaico, puesto que la ceremonia era un exorcismo. Y los exorcismos son apotropaicos, para expulsar los demonios, pero no con una imagen de San Miguel luchando contra un dragón, por ejemplo. La necesidad de protección de aleros y ventanas está señalando aquello que hemos propuesto como lugares para esculturas apotropaicas desde hace varios años. 
Mochetas de S.Isidoro de León con el león y el oso apotropaicos que se dirigen a los espíritus que no deben entrar

Las mochetas que enmarcan el paso a San Isidoro de León, con dos monstruosas y amenazantes cabezas de oso y león tienen función apotropaica, y ayuda a ello que el oso que lleva collar muestre la lengua y sonría. Ya lo hemos dicho: asustar y hacer reir. Dar confianza a quien se siente en terreno seguro, los fieles, y asustar a los enemigos, los diablos. Una de las características que se atribuye al diablo es su nulo sentido del humor. Por eso, la risa lo desconcierta.
En la pag.136 abre un apartado “La función apotropaica en los textos y la iconografía. “La epigrafía”. Y comenta un capitel de Maçon que dice: DEMON CONATURUS TEMPLA SUBIRE VETATUR ANGELUS OBSTAT EI PREDITUS ENSE SUO “El diablo busca entrar en el santuario, pero es detenido por el ángel armado de su espada”.
  Angel defensor en Maçon (de www.bourgogneromane.com) 
  Photo de Dominique Devez (autourdetournus.free.fr


 Que todas esas figuras de ángeles o seres positivos defienden el espacio sagrado y luchan contra el mal para que sean vistas por los fieles y se sientan protegidos, no tenemos dudas. Pero un defensor que combate al mal no es un personaje apotropaico. Los ángeles que protegen la Jerusalén celeste no son apotropaicos, como no lo es, por ejemplo cercano, el caballero que lucha contra el dragón en el tímpano de Yermo, que es reflejo de la lucha espiritual que hay en el mundo exterior y que es resuelta brillantemente con la ayuda divina una vez que se traspasa el umbral. El caballero de Yermo no es apotropaico, pero las figuras obscenas en el alero unos metros más arriba, sí lo son.
Tímpano de Yermo con la lucha del bien contra el mal. No es apotropaico. Pero...

Pero sí lo son los canecillos pocos metros más arriba (iglesia de Yermo en Cantabria)

 Veamos la definición : “Mecanismo de defensa mágico o sobrenatural que muestran determinados actos, rituales, objetos o frases para alejar el mal o protegerse de él, de los malos espíritus o una acción mágica maligna” y su origen griego “apotropaion” “alejarse” nos indican que las escenas de lucha no son apotropaicas, especialmente si son protagonizadas por un personaje sagrado. Podríamos decir que lo apotropaico se muestra pasivo, o al menos no tan activo como un combate.
El autor alude a Isaias 62,6 “Sobre tus muros, oh, Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordéis de Jehova, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restableza a Jerusalén y la ponga por alabanza en la tierra”. Pero este texto alude a la guardia permanente, nada que ver con elementos casi siempre paganos que ahuyentan, distraen o alejan a los malos espíritus.
La ceremonia de dedicación de la iglesia que antes citaba el maestro sí que tiene valor apotropaico porque es un exorcismo y, como tal, se trata de alejar y expulsar al diablo, igual que pasa en el Bautismo. La sal y el agua bendita son elementos apotropaicos, para expulsar al diablo y sus ministros, como los conjuros que recitan el oficiante. Uno de los muebles más adecuados para proponer imágenes apotropaicas son las pilas bautismales, donde se oficia el más cotidiano conjuro de la Iglesia. La tórrida escena de sexo de la pila de Rebanal de las Llantas, sin embargo, no es apotropaica, sino descriptiva de las alternativas femeninas.
Escena de la alcahueta en la pila de Rebanal de las Llantas (Palencia)

 Pero los elementos obscenos (sirena, espinario, etc) de la de Robladillo de Ucieza sí son apotropaicos. Llaman la atención, sorprenden, irritan, son obs-cenos, no deberían estar allí. El diablo se sorprende y huye. Incluso, según una tesis que hemos leído, hasta los adornos vegetales lo son (Gavin Osbourne). Ambas en Palencia.
Espinario de Robladillo de Ucieza (Palencia) ocupado más en lucir que en desespinar

La obra de Kirk Ambrose.
Veamos lo que propone Kirk Ambrose en su trabajo. En su magnífica guía “The Nave Sculpture oif Vezelay: The Art of Monastic Viewing”  (que ambos textos usaremos luego para estudiar el episodio del acoso), de 1968, muestra la misma opinión sobre el sentido apotropaico de luchas escuilpidas con personajes sagrados: Sansón y Jacob.
  “Generaciones de estudiosos –dice Ambrose- han construido imágenes medievales de violencia como alegoría del combate espiritual”, aunque ya hemos propuesto en alguna entrada anterior que esos combates en algunos casos pueden referirse a las ordalías que se realizaran en los templos borgoñones y no el “comodín” de la manida lucha del bien contra el mal. Curiosamente el prestigioso historiador señala que la repetida lucha de Sansón contra el león de Nemea o Jacob luchando contra el ángel, presentes en Vezelay, “sirve como algo análogo a una función apotropaica, guardando de terrenales y espirituales enemigos desde el pacífico santuario de la iglesia” (pag.75). 
Discrepamos con todo respeto. Para una vez que encontramos un capitel al que atribuyen los expertos significado apotropaico, no es en los términos que defendemos. Los numerosos trabajos de antropólogos e historiadores no identifican esas peleas (con el león, con el ángel, etc) como apotropaicos. Para que algo sea apotropaico debe tener un origen laico, a veces mágico, ser un elemento ajeno a lo que se espera encontrar en un templo. Ha de funcionar como un amuleto respecto a las personas. Y a veces una medalla o una cruz se llevan a modo de amuleto, sin ser imagen obscena, pero es un protector. Ser algo obs-ceno, fuera de la escena, que “no toca” aparecer allí. Y esas luchas sí que corresponden a la iconografía religiosa. Lo apotropaico lo aportan elementos ajenos al culto: los exhibicionistas, los músicos, contorsionistas, escenas sexuales o insólitas (como un parto), un amuleto, que atraen y sorprenden y a veces dan risa. Uno no espera verlo allí. Lo mismo les ocurre a los diablos o los malos espíritus Lo hemos analizado recientemente. Pero que Sansón desquijarando al león o la lucha de Jacob con el ángel, que tienen un significado histórico y religioso sea apotropaico, resulta inverosímil, a nuestro modesto entender.
Escena de intercourse, como dicen en Edimburgo en su museo
Relieve en la fachada de Oakham (U.K.) con un "moon". Apotropaico neto.
de la web http://www.greatenglishchurches.co.uk.

Sí son apotropaicos las “moons” que lucen los canes británicos y franceses o los canes “sobrantes” de una anterior reforma que se incrustaron en el interior de San Martín de Mondoñedo, justo sobre la puerta de entrada y que efigian en tres grupos un exhibicionista que toca el cuerno como el de Villanueva de la Nía,  un caganer y  un condenado cautivo itifálico; al otro lado dell interior de esa misma puerta, un espinario y un caganer posiblemente ambos monos. Un poco más allá, otros tres canes también puestos como “sobrantes” pero haciendo su labor apotropaica, ahora sin sexo, incluso uno de ellos muestra un libro y luce nimbo, así que pecado no ha de ser.Pero también eran apotropaicos cuando estaban en el alero. Ahora no están desactivados, pero se ha rebajado su eficacia. Cuando los ven los diablos, ya han logrado entrar. Pero aún sorprenden.
Canecillos "sin uso" en el interior de S.Martín de Mondoñedo (Lugo). En medio, el caganer
Espinario y mono quizás caganer en S.Martín de Mondoñedo (Lugo)
Otros tres canes "sobrantes" de S.Martin de Mondoñedo (Lugo)

Y sabemos que nuestra opinión vale bien poco respecto a esos grandes maestros, pero esto es de las pocas cosas que tenemos claro.
Recientemente hemos expuesto nuestra opinión sobre la llamativa portada de San Quirce (ver entradas anteriores). Reúne seriados en su frente las metopas y los canecillos. Los canecillos, con el relato bíblico del Génesis no ofrecen dudas: es una historia sencilla de explicar a los iletrados. Pero alternando con ese relato, aparecen al principio y al final las metopas de los caganer incluida su leyenda explicativa. Esos sí tienen una función apotropaica, de defensa y protección del propio relato y el templo en el que se muestran. Intentan ahuyentar a los diablos con imágenes chocantes, impactantes, insólitas, obscenas. Y entre las metopas también hay una lucha, pero está relacionada con la agresión sexual adjunta, probablemente englobados en un relato ordálico. Por tanto, esa lucha no es apotropaica.
Naturalmente, si se considera apotropaica una escena de lucha (ya sorprende incluso en ese contexto que la lucha de Jacob con el ángel sea apotropaico: ¿quién es el malo aquí? ¿cuál es el mal que hay que expulsar?) tendríamos que optar por otra versión para explicar los frecuentes canes obscenos. Siempre tendremos el pecado, el infierno y demás ayudas para argumentar su lectura. Verdaderamente, el comodín de “la lucha contra el mal” tampoco es apotropaico.
Basílica Hilariana con un acoso contra el mal de ojo,
 de claro significado apotropaico ante su puerta

Quizás haya ejemplos que no coincidan con este criterio tan claro, pero básicamente es lo que hemos podido aprender de autores de prestigio : Sütterlin, Deonna, Dundes, Malcolm Jones,etc. 
Ahora, volveremos a la historia de José y la Putifara.



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