PORTADAS Y CRISMONES APOTROPAICOS
Más
allá de lo que los académicos interpretan sobre la presencia de los crismones
en las portadas y en los muros de las iglesias como recordatorios de la solemne
ceremonia de la consagración, que se conmemoraba y renovaba anualmente,
proponemos que su permanencia tenía un marcado sentido apotropaico, bien visible
para dotar de protección atemporal a los edificios donde aparecen. De ahí que
el crismón se inscriba también en lápidas y sarcófagos (el de doña Sancha, por
ejemplo) con la finalidad de dar protección contra el maligno a su contenido.
Algunos justifican el signo con la idea de mostrar que allí había reliquias,
cuando nadie proponía la presunta santidad del inquilino, en este caso la
condesa aragonesa y en los de San Juan de la Peña simplemente abades y nobles,
pero no santos.
Lauda-crismón de S.Juan de la Peña con atlantes con bullas sujetando la arquivolta de taqueado jaqués
Grabada
de un reciente ciclo de conferencias organizado por el Museo Diocesano de
Barbastro-Monzón, podemos disfrutar en youtube de una de ellas impartida por el
que es probablemente el mejor epigrafista medieval actual: el profesor Vincent
Debiais. Su título: “Puertas románicas y puertas del cielo”. No recordamos que
en ningún momento mencione el carácter apotropaico de los elementos que expone,
asi que nos vamos a permitir verlos en ese sentido.
https://www.youtube.com/watch?v=YivzxbwszCA
Inicia
su estudio con la valiosa inscripción añadida al arco mozárabe que comunica el
claustro de San Juan de la Peña (Huesca) con la iglesia primitiva. Aparece en
él una inscripción alusiva al cumplimiento de los Mandamientos para emprender
el camino de salvación, es decir, puerta del cielo.
Puerta mozárabe con inscripción en S.Juan de la Peña (Arteguias.com) |
Ese paso hacia el interior
desde el claustro nos hace recordar que pocos metros más adentro, en la iglesia
vieja, un capitel frente al altar muestra un resto de Habacuck, que sugiere que
allí se celebraran juicios de Dios en presencia del profeta Daniel, como
venimos defendiendo. Las magníficas fotos de Omedes en su web románico aragonés
nos lo ilustra.
Fuera del tímpano levantan el telón unas figuras apotropaicas en Conques (wikipedia) |
Pero veamos los ejemplos que cita el experto francés, como Santa Fe de Conques, que ya ha llamado la atención desde su portada, con aquel monumental juicio en cuyo límite aparecen unos diminutos personajes levantando el telón ¿para qué? Están fuera de la escena, pero insisten en dejarse ver como diablerías que espían el imponente y teatral juicio.
Detalle de los fisgones sobre la arquivolta exterior de la fachada de Santa Fé de Conques (wikipedia)
No hace falta esforzarse mucho para deducir que
pudieran haber inspirado los estrafalarios personajes que irrumpen luego en las
arquivoltas de Leire y Echano. Lo veremos próximamente. La finalidad de su
presencia “obs-cena” (fuera de la escena del Juicio Final) tiene la misión de
atraer la mirada de aojadores y espíritus inmundos para que no dañen con su mal
de ojo las figuras sagradas del tímpano. Al menos en Conques han guardado las
formas y no enseñan sus cuerpos pecadores, sólo su curiosidad malsana.
En
su exposición, el profesor Debiais remarca un sorprendente alfabeto inscrito
con una letra en cada sillar de la arquivolta de una ventana del transepto de
Chauvigny, imposible de ver desde donde caminan los humanos. ¿Para qué se puso
allí?
Alfabeto inscrito sobre la arquivolta de la ventana del transepto de Chauvigny (Charente) (Patrimoine)
Resuelve
brillantemente la incógnita haciendo referencia a las ceremonias de
consagración de las iglesias, impresionantes y memorables exorcismos, ya que en
esa liturgia, sobre el suelo de los
templos (de todos) se trazaba una cruz en forma de aspa en diagonal ocupando
todo el espacio sagrado para alejar al diablo de su acoso. Aquello se declaraba
tierra sagrada, se ungía con óleos y se repetían por tres veces las palabras y
ceremonias adecuadas. Estaban marcando el límite de lo sagrado, lo mismo que la
ventana. Asimismo cita otro templo en el que una inscripción recorre sus muros
por más de 25 metros, que envuelve todo el edificio: protección.
Podríamos
intuir que con la misma intención apotropaica, las figuras obscenas de los
modillones intrigaban y atraían la mirada, sorprendiendo a los curiosos malos
espíritus, de la misma manera pero “más espiritual” que los crismones y cruces trazadas junto con frases a veces
ininteligibles en muros y suelos (y ventanas) sorprendían y atraían la
insaciable curiosidad de los demonios que pretendían siempre resolver las
incógnitas que se les escapaba a los mortales.
Detalle del trazo diagonal con alfabetos con carácter apotropaico |
(Angers, Bibliothèque municipale 477 (461), folio 9 r°, cop. CNRS/IRHT, base Enluminures)
En San Pe de Bigorre se alcanza el límite del valor apotropaico con la inscripción que bordea el tímpano, que termina con la frase “vade maligne retro”, que no puede ser más determinante: se ordena al diablo que retroceda.
Tímpano de S.Pé de Bigorre con la inscripción del "vade retro Satanas" (Patrimoines.La region) |
Una
de las consultas que le hacen al Dr. Debiais gira en torno a las imágenes
esculpidas con efecto especular. De ese tema hemos hablado también en “El sexo
protector”, porque según los historiadores como Christa Sütterlin, Michael
Camille, Ruth Mellinkoff, Christina Weising y muchos otros….. una de las
maneras de atraer la atención de los diablos acechadores de los templos es el
efecto espejo, de modo que muchas veces lo que vemos esculpido en un canecillo
es la misma imagen del diablo, que se desactivará al verse a sí mismo en los
mágenes de la iglesia. Es lo que el experto denomina “hermetismo voluntario”.
A
nuestro modesto parecer ese alfabeto de la ventana de Chauvigny es una
inscripción apotropaica, sin significado religioso, pero sí un poderoso objeto
para atraer la atención de los diablos e íncubos que asediaban los templos, y
las ventanas eran –junto con los aleros- los lugares más indefensos. De ahí que
se multiplicaran en ellos los capiteles y canecillos obscenos. Distraer de sus
aviesas intenciones a un diablo mediante una “adivinanza”, algo que llamara su
atención y debiera resolverlo, como hacerle contar los innumerables pelos de
una flor de cardo, seguir un laberinto inscrito, o resolver un alquerque era
una forma de protección. Por eso, con mucho sentido, el profesor Debiais
responde a una duda sobre el analfabetismo de los usuarios del templo, que no
entenderían lo escrito, aclarando que lo importante era escribir el mensaje, no que lo leyeran los usuarios; por eso no
importaba que en una ventana alta no fuera visible, lo mismo que una
inscripción en una lauda bajo tierra tampoco tenía lectores…humanos. Como ya
hemos desarrollado en El Sexo protector, incluso que no se supiera el
significado de las inscripciones, por ejemplo, las que se llevaban en las
bullas al cuello o en cintas en extremidades o sobre el vientre de las
embarazadas (mujeres-en-cinta) aportaba mayor valor cuanto más inescrutable
era el mensaje porque el elemento de intriga incitaba más a los diablos a
distraerse. Cuanto más indescifrable era lo escrito, más intriga y por tanto,
mayor protección. Abracadabra. El mecanismo aún funciona: nos atrae más un lema
escrito en inglés en una camiseta que si está en castellano: tratamos de
“resolver” el enigma. Y eso que no somos diablos.
Trazado por el obispo de la cruz de consagración con el ´baculo sobre las cenizas que esparce el diácono. Sobre las cruces de los muros se han puesto las doce velas de la liturgia |
(se puede encontrar en un libro en internet :
Histoire générale des cérémonies, moeurs et coutumes religieuses
de tous les peuples du monde...)
Entendemos
modestamente que el alfabetum inscrito en esa ventana no tiene relación con la
consagración del templo y si un sentido apotropaico. Podemos deducir que la
cruz trazada sobre el suelo del templo en la que el obispo escribía el alfabeto
en latín y en griego era una clara ceremonia de exorcismo englobada en el
conjunto de ritos para la consagración: encendido de las doce velas, rociar con
agua bendita, tollenda portas, etc. Es decir, el exorcismo era una parte de la
consagración; por eso en la ventana se inscribía ese exorcismo, independiente
de que algo similar se hiciera en el rito de consagración.
Para
seguir con la confe del Dr. Debiais, nos remite al artículo de Peter Scott
Brown “The Chrismon and the Liturgy of Dedication in Romanesque Sculpture”, y
que ya de entrada nos conduce a algo que queríamos evitar para no sufrir el
bullying de los amigos: el carácter apotropaico (espero que no siempre) del
símbolo tan frecuente en los templos románicos: el crismón.
La
conferencia del Dr. Debiais se centra en la génesis y la ubicación de los
numerosos crismones que aparecen en puertas, pasos e interior de muchos templos
románicos. Vinculados a las cruces de consagración, como las que aparecen
diseminadas en los muros de Santiago, en sus modalidades, pensamos que no
pueden ser solo testimonios y recuerdos de la inauguración y bendición del
templo, sino que han tenido una utilidad diaria y permanente allá donde las
vemos inscritas. Marcando el límite de lo sagrado, se indica al mal y al diablo
que su presencia no es aceptada. A fin de cuentas, podríamos aventurar-
pidiendo perdón por el sacrilegio- que el crismón cumplía una función
apotropaica con ayuda de la cruz y los signos de Cristo mientras que los
elementos obscenos cumplían la misma misión pero sin apelar a la ayuda divina,
sino a lo que temía el mismo diablo: a la vida y la genitalidad puesto que se
esculpían para negar al diablo los difuntos allí enterrados.
Cruz de consagración de Santiago (foto Dartorius para wiki) |
Durante
siglos convivieron ambos signos, quizás dentro de lo que los estudiosos llaman
cultura por un lado y vulgaridad por el otro, pero que ambas partes, usuarios y
promotores, respetaban por su utilidad. Un ejemplo manifiesto supone la capilla
de San Juan Bautista de Grandson en Suiza, cuyos capiteles son absolutamente
apotropaicos y están en el interior del templo. Apenas hay exhibición sexual
pero los gestos son un repertorio completo de signos apotropaicos. Casualidad
que el destino rematara el significado al convertirse la iglesia al rito
protestante, marcadamente anicónico, por lo que hoy carece de cualquier culto, pero sigue llamando la atención del estudioso, como nuestra fotógrafa Violaine Büchler
Espinario famoso de Grandson por la curva de su espalda y por su falo borrado |
https://funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=4513
Trataremos
de resumir el denso artículo de Peter Scott Brown, al que se refiere el doctor
Debiais, que considera al crismón la obra cumbre de la ceremonia de
consagración, y el de Jaca el más estudiado. Por supuesto, ninguna de las posibles
finalidades de su uso (límite fronterizo con musulmanes, refrendo de la reforma
gregoriana, función funeraria, etc.) pasa por el valor apotropaico. Los
historiadores cuando se ven obligados a aceptar un sentido apotropaico en
alguna figura lo hacen de manera marginal, casi a desgana. Vienen a decir: esa
onanista o esa exhibicionista puede que sean apotropaicos…pero son los pecados
que no deben cometer los fieles. Una vela al dios de lo académicamente correcto
y otra al diablo de la visión antropológica.
El autor indica que el uso del crismón se
implantó cientos de años antes, en la era merovingia rememorando el signo de
Constantino en el año 312: “con este signo vencerás”. La inclusión de las
palabras Pax, Rex, Lex y Lux son estudiadas por el autor, que también contempla
el significado: Trinidad, lo que se denomina “crismones parlantes”.
Señala que el trabajo de Dulce Ocón propone su uso inspirado en la introducción del rito romano en España como símbolo de la reforma, bajo el rey Sancho.
Pero Scott Brown insiste en el papel crucial del crismón en la liturgia de dedicación, dando “forma durable a las efímeras palabras y gestos de bendición y unción del obispo en los lugares bendecidos por él, en la puerta y el altar. Sin embargo, la aparición del signo en sepulturas “ejerció una función santificadora similar al poder de la liturgia de dedicación, como repositorio de reliquias”. No vemos especial diferencia en la fórmula de usar como apotropaico el crismón allá donde se mostrara.
Crismón de Doña Sancha (Foto Francisco de Asis García . ficha ucm base de datos de iconogafia medieval) |
El crismón es la marca, la
impresión de esa liturgia, asociado al “abecedarium”, un rito para bendecir el
pavimento del templo. Una vez marcado el límite, lo que quedaba fuera no era
sagrado. Fuera del templo, el portal era bendecido, trazado y consagrado por el
obispo, con la ceremonia del “Tolenda portas”, en la que golpeaba tres veces
con la cruz sobre el dintel. El abecedarium se escribía el latin y en griego.
Antes de procesionar al interior a depositar las reliquias y consagrar el
altar, el obispo ungía la puerta. Las inscripciones en algunos crismones
relativas a la ceremonia las significa como elementos de memoria, pero no
desactiva el poder apotropaico de su imagen, que promueve la paz y alaba la
Trinidad. En el pontifical de Narbona antes de hacer el signo alfa sobre el
dintel, el obispo debe rezar por “el
vuelo de los demonios y la entrada del ángel de la paz”.
Scott
Brown comenta que la inclusión junto al crismón de la manus Dei, como vemos en
Irache, cumplía la misma misión de señalar el lugar de consagración. Más nos
sorprende –seguro que debido a nuestra ignorancia- que el Agnus Dei que también
aparece junto al crismón alude al pasaje bíblico en el que los hebreos marcaron
los dinteles de las puertas con la sangre del cordero sacrificado para evitar
que, como los primogénitos egipcios, fueran muertos por el angel exterminador.
Ver Aguilar de Codés (Navarra), “se refiere
una apotropaica idea de que
la dedicación no solo consagraba sino también protegía la iglesia”, de la
entrada del ángel exterminador. “Como estos ejemplos sugieren, el crismón y otros
signos santificantes de la bendición del portal en la liturgia de dedicación
tenían una función común de guardar del
mal de ojo integral a la articulación del dentro/fuera, sagrado/profano y
bueno/mal binarios que caracterizan el concepto medieval de la puerta de la
iglesia”. “La liturgia de dedicación no explica, por supuesto, la total
significancia o función del crismón. El rito de dedicación fue enaltecido y
recordado anualmente".
Crismón con Manus Dei en Irache (Navarra) |
El
artículo entra en comparar y demostrar que siendo único el de Jaca, los otros
crismones no son buenas copias y tras su largo estudio, parece desprenderse lo
que ya hemos comentado con alguna iconografía: que en su imitación produce la
degradación del mensaje original. La portada de Artaiz, sin embargo, mantiene
el mensaje de los leones del tímpano de Jaca.
“La
liturgia de dedicación no explica, por supuesto, el total significado o función
del Crismón en el románico”, matiza. Se conmemoraba anualmente, con el fin de
mantener viva la utilidad del signo, que era preservar el templo de la acción
del Maligno, a nuestro entender. “Evoca la puerta de la iglesia como espacio de
confrontación entre el bien y el mal”, insiste el autor. También estudia la
figura del “imperio de la muerte” del crismón de Jaca, que es aplastado por el “león
poderoso”, a nuestra derecha, al que identifica no como un oso que algunos
creíamos, sino como un “leontophonos”, que nos parece un mítico león-oso
propiedad de un pagano ilustre y poderoso: Alejandro Magno.
Tímpano de Jaca (Dirocris en la wiki) |
Termina
el estudio sugiriendo que “el crismón no era solo destacado físicamente durante
la liturgia de consagración, sino también en ocasiones tocado y abrazado en las
ceremonias de otros ritos. En el litúrgicamente complejo espacio del portal, el
crismón tuvo más de un significado”. Veremos ahora en otros trabajos la íntima
relación de la dedicación de la iglesia con la ceremonia del bautismo. Ambas
con sentido claramente apotropaico, para expulsar los demonios del edificio en
uno y del catecúmeno en otro.
Salta
a la vista que la abundancia de crismones en sepulturas y sarcófagos no está
relacionado con ceremonias de consagración, ya que aparece en las lápidas del
complejo funerario de San Juan de la Peña (foto) y en el mismo sarcófago de
Doña Sancha, que no creo que nadie considere parte del edificio eclesial (foto)
por lo que su inclusión ha de ser por su capacidad apotropaica, para proteger
los difuntos enterrados allí con un potente símbolo cristiano.
En
la web de Omedes, “Románico aragonés” hay una completa colección de crismones
aragoneses.
A este propósito no nos resistimos a remitir a una foto de Omedes, de un fragmento de una estela funeraria en la iglesia navarra de Catalain, que para proteger doblemente al difunto, tiene grabada una cruz...cuyo trazo es el recorrido de un laberinto que lo completa. Totalmente apotropaico
http://www.arquivoltas.com/6-Navarra/Catalain2.htm
El
estudio de Pascual Gallart, de la Universidad de Valencia.
Entre
la abundante literatura sobre la dedicación de las iglesias en la Edad Media,
figura el artículo “El ritual de la dedicación de la iglesia en los
pontificales medievales y su ciclo icónico” (Imago nº 5 de 2013). El autor
sigue a Palazzo, el gran especialista de la Universidad de Poitiers, y ponente
en algunos cursos de la Fundación que nos acoge. Un privilegio asistir a sus
conferencias.
Cuenta Gallart cómo la ceremonia comenzaba por dar tres vueltas en torno al templo, siempre
presidida por el obispo seguido de clérigos y el pueblo, llevando las reliquias
que iban a ser colocadas en el altar. De los tres elementos para la
consagración: la misa, colocar las reliquias y
rociar con agua bendita, esto último se practicaba cuando un templo
pagano era reconvertido. En el ritual del Missale Francorum, el obispo asperja
el altar siete veces con la mezcla de agua y vino y después quema incienso
sobre él, rito inspirado en la ceremonia practicada por Moisés (ex.29, 12-18 y
Lev. 8.11).
Pero
lo que queremos resaltar son los ritos apotropaicos y especialmente el citado
por Debiais relativo al alfabetum. Así,
Gallart Pineda cita el Ordo 45, que indica que el obispo tras ser autorizado
por el diácono a pasar a la iglesia, traza con su báculo las letras del
alfabeto en el suelo, según costumbre irlandesa y a la mezcla de vino y agua
añade también sal y ceniza, todo con su simbología. También aparece la fórmula
de la bendición de la primera piedra.
“En
los muros interiores del templo se pintaban doce cruces rojas (alusivas a las
doce tribus) sobre las que se colocaban doce velas (alusivas a los doce
apóstoles). Llegado este punto, todos salían, quedando en el interior
únicamente un diácono”. Las tres veces que llamaba el obispo a la puerta
(tolenda portam) aludían al poder de Cristo en el cielo, en la tierra y en el
infierno.
Escritura
del doble alfabeto en el pavimento de la iglesia
Tras pintar o tocar el crismón como señal de la cruz, derramaba en el pavimento una mezcla de ceniza y arena en forma de X, sobre la que escribía con su báculo el doble alfabeto griego y latino. Nosotros pensamos que el alfabeto inscrito en la ventana de Chauvigny, modelo muy poco frecuente, tenía directamente una función apotropaica (es una ventana que carece de capiteles, y por tanto, sin protección) inspirada en la acción protectora de ese gesto en el suelo del templo, pero nada habitual en otras consagraciones. De lo contrario, lo veríamos con mucha frecuencia y esa ventana parece única.
Crismón en S.Isidoro de León |
La
triple aspersión del edificio –sigue Gallart- rememoraba las tres inmersiones
del catécumeno en la piscina bautismal, ya que como decimos, toda la ceremonia
seguía el sentido del bautismo. El pueblo asistente no veía la colocación de
las reliquias en el altar porque se extendía un velo previamente, que también
se utilizaba en la consagración durante la misa. Sobre el altar se ponían cinco
cruces ungidas por óleos santos, evocando las llagas de Cristo. Sobre esas
cruces se encendían incienso. Luego se ungían las doce cruces rojas pintadas en
muros y columnas. Muchas de ellas las vemos aún. En algún grabado se observa
que sobre esas cruces se colocaban alcayatas para colgar velas que permanecían
encendidas durante toda la ceremonia; alusión al Espíritu Santo sobre los
Apóstoles. “Si la lustración del edificio con agua gregoriana significaba el
bautismo del nuevo templo, las unciones simbolizaban su confirmación”. Según
Roch (2007) era un espectáculo anagógico multisensorial, pues participaban
todos los sentidos: la vista con el ritual, procesiones y gestos, vestidos e
instrumentos. El tacto, mediante las unciones y los óleos, el olfato por el
crisma y los incensarios, y el oído con las oraciones y cánticos.
“Las
doce cruces tenían como misión ahuyentar a los demonios, subrayar que el lugar
estaba bajo el dominio de Cristo y recordar a los fieles la pasión del Señor”,
remacha el autor.
Esta
ceremonia tenía un sentido casi mágico
y además parte de los ritos no los veían los fieles, lo que incentivaba su misterio.
Ya hemos comentado que cuanto menos claro fuera el texto o la oración que se
empleara, más eficaz se consideraba
contra el mal.
Pila de Santillana con Daniel entre los leones, de sentido claramente apotropaico. |
Respecto
a la unción y consagración de muros, hace tiempo estudiamos un interesante
artículo en el que se hablaba de cómo algunas iglesias se habían construido
sobre esqueletos no necesariamente de santos, con el fin de proteger el
edificio”cimentado con sangre”. Incluso se dice de algunos templos (como San
Pantaleón de Losa) que pudiera tener esculturas alusivas a esas ceremonias. Se
puede ver en internet: “Mura cementate col sangue. Un percorso medievale tra
riti de fundaziones e reimpieghi anomali” de Fulvio Cervini.
Eric
Palazzo en su “Archéologie et liturgie. L’exemple de la dédicace de l’église et
de la consécration de l’autel” añade un erudito estudio sobre la composición de
masas y morteros en la construcción del templo y su significado.
Arquivolta de S.Pantaleón de Losa (Burgos) |
También
Ruth Bartal o Francisco de Asís García han estudiado el símbolo del Crismón,
del que Matarredoma y Olañeta nos tenían avisados tiempo ha.
El artículo del Dr. Iogna-Prat
https://journals.openedition.org/medievales/6677
Otro
famoso investigador Dominique Iogna-Prat publicó en 2012 en la revista
Mediévales un artículo dedicado a “Célébrer l’église, réformer la personne: la
fête de la dédicace d’église dans La Légende dorée de Jacques de la Voragine”,
del que volvemos a encontrar claras referencias a los exorcismos que se
empleaban en la consagración de los templos, basado en la última versión de su
famoso libro hagiográfico realizada en 1298, donde incluye una lectura de esas
ceremonias que no aparecían antes. Ya en su principio incluye una cita a un
trabajo de Cécile Caby, según el cual los dominicos continuaban las ceremonias
de consagración por los dormitorios “como si fuera preciso luchar pieza tras
pieza contra el diablo y como si la irradiación del locus specialis
inicialmente consagrado –la iglesia- no fuera suficiente”.
“Cinco
razones justifican la consagración del templo o de la iglesia. El rito tiene
como primera función “chasser le diable du lieu exclusif du Seigneur”. Y pone
un ejemplo tomado de los Dialogos de Gregorio el Grande, del siglo VI, a la
hora de reconsagrar la antigua iglesia arriana de los Godos en Roma, en cuya
precoz historia a la hora de instaurar los tres elementos consagradores:
deposición de las reliquias (en este caso de San Sebastián y Santa Agata);
celebración eucarística y el exorcismo, éste se materializó en el momento
haciendo huir un jabalí en el que se encarnaba el diablo.
Otras
razones son instaurar un lugar de asilo, otra, un lugar de oración, una cuarta
es dedicarlo a las siete horas canónicas y la quinta y fundamental es tener un
lugar donde administrar los sacramentos.
El
autor relata el simbolismo de todo el ritual: así “los tres golpes dados por el
consagrador sobre la puerta del edificio para manifestar y combatir toda
presencia diabólica significando el triple derecho de Cristo sobre la Iglesia
en nombre de la Creación, de la Redención y la promesa de Glorificación o el
triple poder de Dios en el Cielo, en el mundo y en el infierno. La aspersión de
agua bendita en el interior y el exterior permite “expulsar los demonios en el
exorcismo”.
Explica
la ceremonia de la inscripción cruzada del alfabeto sobre el suelo “como es
clásico desde el siglo IX, a la unión de los dos pueblos a través de los dos
Testamentos pero la disposición de las letras en cruz de San Andrés muestra la
inversión fundadora de la historia cristiana no solamente entre la derecha y la
izquierda, sino sobre todo entre la cabeza y la cola, los primeros, los judíos, siendo sustituidos
por los cristianos". Explicación que no nos satisface, lo mismo que lo que
sigue: "Las cruces pintadas sobre los muros por el consagrador permiten pasar
del suelo fundador al volumen por el cual la Iglesia gana en altura."
Sin
embargo, sí vemos plausible su afirmación de que “estas cruces tienen por función aterrorizar
los demonios” y proclamar el triunfo de Cristo.
Menciona
luego la reconsagración en caso de profanación, que en la Edad Media era
considerado, citando el caso del asesinato de Santo Tomás de Canterbury ,
mártir por la Iglesia y en una iglesia y en ese sentido señala tres casos de
profanaciones : Jeroboam, Naburzadam (relacionado con el incesto) y Antioco, a
los que opone con tres antetipos: Moisés, Salomón y Judas Macabeo. Respecto al
“alfabeto espiritual” señala que según el apóstol, permite inscribir la Ley en
su corazón” (Rm.2, 14-15) cosa que no se nos acomoda a lo que entendemos, pero
que debemos repetir para no quedarnos sólo con lo que encaja con nuestras
propuestas.
En resumen, debemos estar atentos a muchos círculos con cruz pintados en rojo en muchos interiores de los muros, que equivalen a cruces de consagración y que la permanencia de esos crismones tiene la función básica -alejada la ceremonia recordada de consagración- de proteger el edificio y su contenido del acoso diabólico, intención que se materializa en muchos casos en imágenes obscenas -incluso dentro del templo- con la misma pretensión de atraer la mirada malsana sorprendiendo y asustando a los diablos que esperan encontrar en esos lugares sagrados enterramientos y almas que llevar.
En un magnífico estudio publicado por el Dr. Didier Mehu en el Codex Aqvilarensis 32 "Construir lo sagrado en el Arte Medieval" que recoge las ponencias del coloquio Ars Medievalis de 2016, titulado "La unción, el velo y la visión: antropología del ritual de dedicación de iglesias en los siglos XI y XII", se aportan muchos datos más en torno a ello., como el uso de letras y palabras. "La unión del Verbo y de la iglesia es indicada a través de letras, los elementos a partir de los cuales Dios se hace inteligible". El autor juega con las marcas visibles y las invisibles, que formaban parte de lo efímero del ritual. Menciona algo que a veces nos llama la atención: cómo en algunos templos son dibujados sobre el muro los sillares que deberían formarlo, casi siempre con el mismo color rojo con el que se pintan los crismones (y a veces el taqueado)."Así. indican que la iglesia es una figura, la de la Jerusalén celeste construida por piedras regulares cuidadosamente talladas. El falso aparejo pintado es como una vestimenta que envuelve las diferentes partes constituyente del edificio eclesial, similar al manto de la Virgen".
ResponderEliminarA propósito de la protección que supone ese "manto" en los templos románicos a través del taqueado, hemos publicado una posterior entrada en este blog el 13 de Mayo : "Damas bulliciosas".