LA TRASCENDENCIA DEL CAMBIO DE LITURGIA CON LA REFORMA GREGORIANA

 

Tomamos notas de la prensa de febrero de 2022 (cuando comenzamos esta entrada) :

La prensa de estos días trae una noticia de mucho mayor calado del que aparenta por la indiferencia mostrada por las agencias hispanas. 

Se trata del problema creado por un cura americano (entendemos que católico) de la diócesis de Phoenix en los USA que ha estado administrando el sacramento del Bautismo durante veinte años con una fórmula inadecuada que ha invalidado su efecto. No entraremos en los recovecos de la polémica levantada y el arduo trabajo encargado al culpable (lo menos consistente es su presunción de inocencia) para ponerse en contacto con las víctimas en aras de “legalizar” el efecto sacramental. En estos temas valen más las propias convicciones que las cómodas posturas de los “leguleyos” que deberían valorar sobre todo el daño que pueden causar en las conciencias de los atribulados fieles que actúan  de buena fe (nunca mejor dicho).

https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=42710

Como el significativo cambio de la fórmula empleada en la ceremonia consistió en sustituir el “yo te bautizo” por la comunal “Nosotros te bautizamos” parece que lo positivo del deseo del oficiante para ensalzar el valor asambleario del sacramento, invalidó el propio sacramento. Precisamente en una liturgia en la que no actúa la asamblea, sino la individualidad, ya que el sacerdote (incluso un laico en caso de riesgo de muerte) actúa en sustitución de Cristo, que es quien bautiza. Para una vez que se quiere potenciar al pueblo en una liturgia, va a ser la menos adecuada.

La estudiada Pila ahora en el Panteón con escenas de liturgia relativas al bautismo medieval

También recordamos que al estudiar en este blog la pila del Panteón Real de San Isidoro de León y las ceremonias allí talladas utilizamos estudios de expertos que relataban la herejía que se quería combatir en esa época, puesto que en algunas iglesias se sumergía tres veces al bautizando en el agua bendita, una por cada invocación: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, mientras que la doctrina señalaba una sola inmersión. Una herejía de hace más de quince siglos, relacionada con el adopcionismo

 Lo apuntamos en esa entrada, pero parece evidente que el primer sacramento siempre ha sido motivo de discrepancias y rígida legislación para evitar deformaciones.


El Obispo de la diócesis americana recordaba en una nota la decisión del Concilio Vaticano II para que nadie “aunque sea sacerdote, puede añadir, quitar o cambiar nada en la liturgia por su propia autoridad”.  Me viene a la memoria el cura de mi pueblo hace años, muy apreciado por la gente joven porque toda la autoridad que se espera del párroco de pueblo, él lo convertía en positivo, permitiendo  comulgar sin previa confesión y otras fórmulas que el tiempo ha demostrado que no hacía más que anticiparse. A la vista de cómo se reparte hoy la comunión, por ejemplo, aquel santo varón era un ortodoxo. Poco después fue secularizado por un vicario que hoy ha llegado a cardenal.

El hecho nos lleva a reflexionar sobre la importancia vital del rito y la fórmula en la liturgia de la Iglesia. No olvidamos nuestros cuentos infantiles de “Las mil y una noches” en los que pronunciar la palabra mágica (Abracadabra, etc) significaba adentrarse en un mundo mágico. Sólo es preciso rememorar el cuento de Alí Babá, en el que se crea gran tensión cuando no es capaz de pronunciar las palabras que abrían la cueva del tesoro hasta finalmente dar con el “Sésamo, ábrete” que nos dejaba maravillados. Si no pronuncias de viva voz la frase válida, no se produce el milagro. Eso es lo que ocurre exactamente en los ritos litúrgicos: sacramentos, consagración, absolución, etc. Una burda mujer de mi pueblo que jamás pisa la iglesia, se indignó cuando la dijeron que a su difunto pariente no le habían mencionado en la misa a él dedicada y a la que tampoco ella asistió. Fue a reclamar al párroco porque eso entraba en la póliza del seguro de decesos. Le tenían que nombrar para que todos los asistentes, entre los que no estaba, supieran que había cumplido el contrato. La individualización en este caso era muy necesaria. El memento del difunto, despreciable.

LA FUERTE OPOSICION AL CAMBIO DE RITO EN CASTILLA 

Precisamente los capiteles que estamos estudiando en San Martín de Frómista reflejan –a nuestro entender, como hemos expuesto- el cambio de rito visigótico-mozárabe al romano, propugnado desde el papado en la Reforma Gregoriana y que los cluniacenses acogieron con entusiasmo especialmente en la reticente Castilla de mediados del siglo XI por razones que hemos expuesto y cuyos lazos económicos y legales justificaban los opuestos al cambio. Tenemos seleccionados una colección de artículos de importantes firmas : Henriet, Gordo, Rubio y recientemente al fin el de Bishko (Liturgical intercession…) que amablemente nos ha conseguido el Dr. Olañeta. En todos se trabaja sobre las fórmulas ceremoniales que a veces, como en el de Bishko se refieren a textos de la realeza disponiendo las preces a rezar por sus almas. No solo veremos en Cluny lo que dicen estos especialistas, sino que también veremos lo escrito por otro gran estudioso de las iglesias de Tierra de Campos, como el Dr. Senra cuyas propuestas no nos encajan con los primeros, sin otro ánimo que construir una teoría con todo el respeto por el gran trabajo de todos y cada uno de estos grandes maestros.

Hace tiempo expusimos la conveniencia de leer a otros grandes estudiosos de la liturgia como Eric Palazzo o la Dra. Angela Franco, ahora ya importante teóloga además de historiadora, y nosotros desde nuestra insignificancia proponemos su estudio y consulta. ”Buscad en la liturgia, ahí está la explicación” dice la Dra. Franco y en Frómista se evidencia en los capiteles de la nave.

Los estudios de Bishko 

El notable investigador Charles J.Bishko es una de las personalidades de referencia para conocer el mundo de Fernando I y su hijo Alfonso VI en la vida del reino hispano. En el año 1961 publicó en “Studia Monástica” de la Abadía de Montserrat el artículo “Liturgical intercession for the King-emperors of Leon” del que destacamos algunos párrafos. La familia imperial leonesa, impactados por los ritos y la liturgia de la comunidad cluniacense, de la que acabaron siendo “socios” pedían ser tenidos en cuenta en la conmemoración de las misas de difuntos, de cuyo valor parecía haber hecho buena difusión sus abades, de tanto o más poder que el Papa. La relación había comenzado por Fernando I, quien logró para su muerte una inolvidable performance del estilo de los monjes cluniacenses, hasta el punto de que se alteró ligeramente la fecha de su muerte (27 o 29 de Diciembre) para que finalmente la fiesta de los Inocentes (dia 28) constituyera una referencia básica en la liturgia a él dedicada. La fabulosa contrapartida a esos privilegios (misas, conmemoraciones, preces exclusivas para los reyes Fernando y Alfonso y sus familias) supuso un trasiego monetario que todos conocemos, que permitió la elevación de la iglesia más grande de la Cristiandad en esos años: Cluny III. Y –como señalamos al principio de este artículo- que se mencionara y privilegiara todo lo relacionado con esa saga real incluso por encima de reyes con más influencia en Cluny. Tal como cuentan los historiadores, el escudo de Castilla aparecía sobre la puerta del monasterio francés. Se puede presumir que a la impresionante ceremonia de la muerte de Fernando I asistiera su hijo Alfonso (con más de 20 años), que quedaría marcado por la tremenda muerte anunciada y “representada”.

Esa cercana relación, bien aprovechada por los monjes para exprimir las parias que cobraba a los musulmanes el hispano, probablemente contaba con el apoyo de una conciencia real trabajada por los sucesivos abades con una saga real, especialmente Alfonso VI cuya vida estaba sembrada de presuntas muertes fratricidas, ordalías (la de Santa Gadea), la de los caballeros por imponer un rito o la quema de libros para salvar al “inocente” y otros episodios que suponemos bien conocidos por el Abad Hugo en secreto de confesión. De la lectura de esos estudios se puede deducir que, como todo poderoso que llega al éxito tras un camino difícil, el temor a pagar en la otra vida los abusos de la presente les hace seguir las instrucciones de quienes te convencen de que ellos están más cerca del Dios juzgador. Nada nuevo en la vida de los poderosos: comprar la plaza al otro lado.

Para no salirnos de lo que propone Bishko, menciona las consuetas de Cluny que arrancan con el abad Odilo y los reyes de Aragón, pero el personaje que nos atrae, como ya hemos mencionado al ver el capitel de los Magos en Frómista, es la reina Sancha, esposa de Fernando I y protectora de los monjes y su veneración a la Virgen. Al principio era mencionada en el grupo de socios difuntos pero luego con la “generosidad” de su hijo Alfonso, sus menciones era individualizadas, lo que era un insólito privilegio; al menos así lo vendían los monjes.

Capitel de la Epifanía en Frómista donde una dama velada y bien vestida parece acoger a María con el Niño (¿reina o sibila?)

En la milimetrada liturgia cluniacense, que servía de apoyo a la máquina de percibir donaciones, celebraban el “magnum anniversarium” reservado a los abades de Cluny y los reyes, y el “anniversarium mediocre”; (bien explícito) que a su vez tenía tres clases, diferenciando según el  contenido “y el número de campanas sonando, lucernas colocadas ante el altar y los pobres a los que alimentaba el sacristán” (pag.56).

El “magnum” estaba dedicado a emperadores, emperatrices y reyes colaboradores, limitado a cinco personas: los emperadores germanos Enrique II y Enrique III, sus esposas y el rey Fernando “de España” El documento detalla ropajes, salmos, campanazos, velas, etc. derrochados en esa solemne anual conmemoración, de la que también la comunidad disfrutaba, y la consueta de Bernardo especifica la especial liturgia dedicada al rey Fernando y su esposa Sancha: comida abundante y vino con miel para los pobres, Misa mayor entre la octava y la fiesta de San Miguel y misa “pro Fredelano et eius uxore et regibus Hispaniarum”.

Hay una mención interesante en la pag.58 cuando Bishko detalla la consueta repitiendo las dedicaciones a los cinco vips. Y añade: en tales ocasiones, si las “ornamenta” usadas para estas ceremonias estaban entre los tesoros de la casa, eran expuestos en su memoria sobre el altar. ¿qué serían esos ornamentos? ¿Libros miniados, por ejemplo, un códice, o pudiera aludir a un rollo desplegado para la ocasión?¿quizás un valioso crucifijo de marfil?

Sigue con algo también importante para nuestra identificación: “En la práctica de no celebrar ningún Oficio en la noche en la octava entera de Navidad, había una única excepción: por expreso mandato del abad Hugo el oficio era celebrado en la mañana de la fiesta de los Santos Inocentes por el rey Fernando, generoso benefactor de la abadía y así lo siguieron haciendo los sucesivos abades, y ese día todos los clérigos cualificados cantaban sus Misas privadas por su eterno descanso”. Ya hemos trabajado con la propuesta de que el insólito capitel de los Magos en San Martín viene relacionado con la liturgia pascual y que posiblemente la dama que acoge a María en la Epifanía sea una imagen de la reina Sancha propuesta por los cluniacenses para su recuerdo en el templo palentino que pagó su hijo, aunque no descartamos hasta dos candidatas más: la reina Constanza, esposa de Alfonso VI que pudiera haber incentivado la ampliación de San Martín, y una nueva visión que nos sugiere el estudio de las sibilas en la representación de la Epifanía, como más tarde veremos.

Entiende Bishko que la gratitud del abad Hugo hacia Fernando provocara ese trato tan especial. Pero “ ¿Qué pasa con la reina Sancha y sus descendientes? ¿Hemos de suponer su intervención ante el rey y Hugo o es el resultado de la evolución litúrgica del rey? “

(ver el artículo insertado en este blog): Actualidad. Noticias

Esta información de La consueta la sitúa Bishko no después de 1077 por lo que sus datos son anteriores al templo que vemos en Frómista, pese al famoso testamento de doña Mayor de 1066. La reina Sancha murió en Noviembre de 1077 y recalca que no era práctica de Cluny incluir habitualmente a las consortes en sus plegarias salvo casos muy especiales. Esto hace sospechar que la inclusión de Sancha vino de parte de su hijo Alfonso, al que los monjes estaban justificadamente agradecidos y Bishko llama “ferviente clunífilo”.

No deja el americano de recordar que en el caso de Alfonso, su dependencia de Cluny se había acrecentado sobre el favoritismo de su padre por los problemas con su hermano Sancho II,  la insistencia del Papa en el cambio de liturgia y la crisis de sucesión. En parte, su forma de solucionar conflictos guerreando, no le valía en el terreno diplomático. Cuando en 1072 Alfonso es encarcelado por su hermano, son la infanta Sancha por el lado familiar y los monjes franceses por otro, quienes logran su liberación, que es correspondido por el rey con importantes cesiones monasteriales, entre las que no está Frómista y el censo doblado de 1077 confirmado en 1090.

Entra aquí Bishko a analizar la forma de expresar en los documentos las donaciones de las sucesivas iglesias, que comienzan realizándose (Dueñas) “por el remedio de su alma, de la de su padre y madre y todos sus parientes”, luego por Cerrato, Nájera, Burgos, siempre con la expresión “parientes” que no tienen por qué incluir a futuros herederos. La carta de 1077 doblando el censo señala cuidadosamente los beneficiarios de las plegarias que espera de Cluny: “pro remedio anime mee et pro anima patris mei regis Fridenandi et pro anima matris mee Sanctie regine et pro animabus parentum meorum qui post me uenturi sunt ut habeant uitam et requiem sine fine”. Destaca, por tanto, el especial énfasis de rey hispano por pedir la intercesión cluniacense por su núcleo familiar más allá de los propios emperadores germanos, amparando incluso a herederos aún no señalados.

El autor relaciona la encomienda de estas misas especiales no con su muerte, sino con su liberación de la prisión de manos de su hermano y el consiguiente hecho de doblar el censo a Cluny, renovado en 1090, jugando con la idea de que la expresión “exitus” puede referirse tanto a “salir” de la cárcel como a “salir” de esta vida.

Finalmente repasa el famoso diploma de 1090 que es el que más aporta para fijar la fecha de un cambio que nosotros aplicamos a la remodelación de San Martín sin que figure en documento alguno. Comenta cómo la derrota en Zalaca en 1086 y el auge musulmán supone un quiebro en los dineros que nutren Cluny por el colapso de las parias, provocando el envío de un mensajero del abad de Cluny a Castilla a reclamar el pago prometido. Es posible que en esos años intermedios, con renovación de compromisos pero retrasos en los pagos, se haya acometido la obra de Frómista sin dejar constancia y más deprisa de lo habitual. Inusitadamente el caudillo de Granada paga 30.000 dinares “con la vana esperanza de preservar su reino”, de los que 10.000 son enviados inmediatamente a Cluny con una carta humillada del rey hispano, solicitando su presencia en España. No nos maliciamos por la notable diferencia, pero parece que hay un trasiego de importantes sumas que no llegan a su destino. Y las fechas sugieren más datos. Vuelve a incidir el estudioso en la formalización del pago perpetuo  para elevar Cluny III formalizado ante notables castellano-leoneses, entre los que no falta la Reina Constanza, “que aparece como la segunda reina emperatriz leonesa por la que después de su muerte los monjes deben rezar. Ella, como sabemos, sobrina del Abad Hugo, era la celosa campeona de los intereses de Cluny en España y una cercana colaborador con el monje Roberto en la crisis litúrgica de 1080…”. Tal como analiza Bishko, el diploma aprovecha para “normalizar” cuentas pendientes, incluye a las hijas del rey: Urraca, heredera y las ilegítimas Elvira y Teresa. “Finalmente, están los dos hermanos, y aquí asistimos a un llamativo acto final en la guerra civil de 20 años antes, pues incluye en sus preces a la memoria de ellos, cuando precisamente pocos meses antes en ese año 1090 había muerto García tras mucho tiempo prisionero de Alfonso. Parece que la tendencia del emperador buscaba dejar su futuro bien atado ante Dios.

Poco después del retorno de su viaje hispano, el Abad Hugo dispone unos Estatutos para sus monjes para el eterno homenaje  al rey Alfonso y su familia, fidelis amicus y lo describe como “alguien que tanto en vida como en muerte merece especial participación en los beneficios espirituales de la abadía”. Tras referir los privilegios anuales en su honor, menciona expresamente a la reina Constanza para participar de ellos, al mismo nivel de las viudas germanas. Bishko tiene en cuenta que si la viuda de Alfonso murió en 1093, en ese año 1090 vivía y fue en 1088 la donación de Alfonso, lo que le sugiere la fecha del documento entre 1090-1093.

Para nosotros es significativo porque hemos propuesto que el ensayo de programa iconográfico en San Martín de Frómista con la iconografía de los apicultores y la de Cristo como alternativa a Adán en el canto del Exultet pascual se habría trasladado a la iconografía de Cluny III y son algunos de los conservados (los apicultores se identifican en los originales del Museo de Cluny y en las copias de Vezelay) y en torno a 1090 (poco antes se celebró en Concilio de Husillos en 1088 con la presencia del sarcófago sugiriendo una escena de venganza), idea que parece escaparse al nivel en que nos movemos.

Termina el autor concluyendo que “la original inspiración de los Estatutos eran agradecer (a Alfonso y su familia) por subsidializar (financiar?) la nueva iglesia en los muros de los que Cluny iba a ofrecer lo más elaborado y solemne de su intercesión por cualquier mediador medieval”.

El investigador americano finaliza recordando una insólita información que los monjes franceses procuraron varios años después de la muerte de Alfonso VI en el verano de 1109. Pedro el Venerable, abad de Cluny en 1142 escribió en el liber de Miraculis -como muestra de la eficacia de sus plegarias- una historia de un monje de Nájera que había tenido la visión de varios espíritus de difuntos y uno de ellos le dijo que el rey Alfonso después de su muerte había sufrido tormentos entre otros pecadores hasta que fue rescatado (una constante en la vida tormentosa del emperador) por la intercesión de los monjes de Cluny.

Se pone aquí de relieve que los monjes habían contemporizado en la vida del monarca con sus muchas presuntas fechorías para que no dejara de purgar con millones en donativos sus muchos pecados, pero sólo pasados los años después de su muerte, se le concedía el perdón que habría merecido una vez comprobado que los escudos siguieron fluyendo hacia la abadía incluso tras su desaparición. Dicho en términos bancarios, los cluniacenses no dieron de baja en su lista de morosos al rey Alfonso hasta mucho después de su muerte, dejándole activo por si salían otros bienes que reclamar.

Pocos años después la emergencia de los monjes de Citeaux y otras nuevas órdenes provocarían que su hija Urraca mantuviera la fe de su padre, pero no los hechos y sus graves problemas con su esposo el Batallador y las “agudas dificultades financieras” así como los desórdenes internos y guerras, llevaron a reducir drásticamente las generosidades con Cluny incluso aunque Urraca cedió varios monasterios y posesiones “pro remedium anime” como su padre, pero ya no se produjo la lluvia de dinero con la que el rey Alfonso intentó escapar del castigo que los monjes intuyeron se merecía. Pero Cluny III ya estaba edificado.

Ahora haremos unos apuntes de la hipóteis de la sibila en el capitel de la Epifanía.

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