Artículo de opinión: Cuando aporrearse frente a la iglesia tenía un buen fin.
LOS JUICIOS DE DIOS EN LAS PORTADAS ROMÁNICAS
Artículo de opinión: Cuando aporrearse frente a la iglesia tenía un buen fin
Miércoles, 16 de septiembre de 2015
El pasado Mayo iniciamos una búsqueda en las portadas del norte de Palencia influenciadas por el maestro de Carrión, tras la huella del beso de Piasca, en un artículo de opinión (en breve le repetiremos).
En el recorrido encontramos un tema del gusto del taller de origen francés que suele acompañar a los acuñadores de moneda, músicos y gente de la farándula: la lucha de villanos. Disponemos de un magnífico estudio sobre el tema, publicado en la revista Compostellanum en 1986 firmado por Beatriz Mariño , discípula brillante de Serafín Moralejo.
La investigadora analiza en su trabajo -que vamos a seguir como antes lo hizo Hernando Garrido- una serie de portadas, y creemos haber encontrado también el motivo en otros lugares alejados, desde el norte de Burgos a Aragón y también en Francia. El tema, como otros muchos, pudiera haber viajado a “lomos” del Camino de Santiago.
La escena habitual está representada por dos hombres, siempre a pie, a veces vestidos de guerreros con cota de malla y casco, otras sin protección, portando escudo y gran maza –nunca espada- que se aporrean o amagan hacerlo. Es interesante resaltar que en ocasiones aparecen sentados. En muchas otras, acompaña a la pareja una mujer sentada con las manos en el rostro en señal de dolor o sufrimiento. Es el caso de Perazancas de Ojeda (Palencia), donde ya vimos que aparecía un casi-beso con entrega de arras. Pues, muy cerca de esa escena, como otro evento social.
Precisamente, en Perazancas es donde Beatriz Mariño cuenta cómo Moralejo trepó a ver de qué estaba hecho el escudo que ha sobrevivido en la pelea, por si era como describen los documentos medievales : de cuero y mimbre.
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Arquivolta de Perazancas de Ojeda que intrigó a Moralejo, con dos campeones y una mujer llorosa. Todos sentados. El de la izquierda ha perdido casi su escudo. |
Pero no nos adelantemos, y antes saquemos notas del trabajo citado. Se titula “In Palencia non ha batalla pro nulla re” y se subtitula “El duelo de villanos en la iconografía románica del Camino de Santiago”.
Ya García Guinea lo había descrito como “combate o Juicio de Dios entre dos hombres del pueblo llano”, referido al que inspira la serie, en Santiago de Carrión de los Condes. Puede que a su vez se tomara de la cercana Santa María, que sería la primera edificada, aunque el serio deterioro de sus figuras no permite establecerlo con seguridad. No obstante, hemos mirado detenidamente la descripción que muestra la EdR y mejor que esta ficha –que encontramos un tanto pobre- hemos trabajado sobre un artículo muy completo de la misma autora de la ficha, Mª.Flora Cuadrado Lorenzo, accesible en Dialnet titulado “La Iglesia de Santa María de Carrión de los Condes y su programa escultórico”, y creemos que es posible otra lectura en la línea que proponemos. El contar con fotos digitales, que al escribir el artículo no disponían, nos puede permitir afinar alguna de sus observaciones. Esta investigadora hizo su tesis doctoral sobre esta iglesia y además también era discípula de Moralejo, así que no podemos estar en mejores manos.
Esta ceremonia de ordalía, que también menciona G.Guinea respecto a la documentación de Piasca era frecuente celebrarla a la puerta de la iglesia, como la mayoría de actos sociales, que a veces se convertían en un espectáculo. A la ordalía o Juicio de Dios se apelaba cuando el acusado o acusada no tenía más defensa frente a una imputación grave, que el designio divino. Desde arrojar a la víctima en una barrica al cauce de un río -como en el norte de los Pirineos- hasta el agua calda que citaba el profesor pasiego, pasando por asir un hierro candente, la más habitual era hacer que dos hombres lucharan sin sangre hasta que uno venciera, salvando o condenando el honor mancillado, a veces, de la dama acusada, como vemos esculpido. Habitualmente esos “campeones”, como se les llamaba, eran profesionales de la lucha por encargo, y los jueces exigían que tuvieran fuerza y complexión equilibrada. La pelea era a pie porque se trataba de villanos, ya que los caballeros tenían su propio reglamento, y pasado el tiempo se convirtieron en los torneos, más triviales. Por eso miraba Moralejo el escudo del villano, porque solía estar forrado de cuero y mimbre, lo justo para amortiguar el porrazo, pero no apto para un espadazo.
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Moralejo comprobó que el escudo tenía trazas de mimbre en su formato |
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detalle del escudo de mimbre y cuero |
No pretenderé que quizás un capitel de Frómista trate este tema porque allí no aparece nadie con porras, sino una lucha cruzando brazos y piernas que describimos habitualmente como deportiva, pero un capitel francés que cita Mariño me ha hecho replantearme ese abundante tema de los luchadores. Luego lo veremos. De todos modos, Beatriz Mariño menciona al de Frómista como posible ordalía.
Se trataba en todo caso de evitar que nadie se tomara la justicia por su mano y de dar fidelidad social y audiencia pública a la veracidad o falsedad de la acusación. La presencia femenina parece señalar que sea objeto de la disputa para salvar su honor, como el capitel en el Walters Art Gallery de Baltimore, de origen español y del que vemos una cara con la lucha y otra con la prueba de la mano en la boca del monstruo.
Capitel de origen hispano (Lebanza?) con villanos que se aporrean, que estudió D. Glass .Capitel del mismo relato del anterior en el que dos posibles jueces (ver la toga recogida, idéntica a los personajes que muestra en Aragón el maestro de Agüero) prestan juramento.
El adulterio sería la más grave acusación por la dificultad de la prueba, pero la ordalía se empleaba asimismo en otros tipos de delitos.
Ocurre también, para reforzar la escena, que suele representarse al juez o autoridad que dispone los medios equitativos del lance, mostrado con gran nobleza, barba y bastón, como un hermoso personaje de la arquivolta de Santiago de Carrión. Quizás un alcalde.
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Juez o alcalde ? |
Para acabar de complicar la historia, en Santiago y en Arenillas aparece en los capiteles una misteriosa escena señalada como una nueva prueba de veracidad, “la boca della veritá” clásica y que aludiría al hecho que las armas acaban por decidir: si la acusación es o no cierta. Por ello los personajes parecen meter las manos en las bocas de grandes leones, como hacen hoy los turistas en Roma. Parece como si la mano que hubiera realizado la ordalía manifestara así el apoyo divino.
De ahí que la investigadora proponga que tenemos dos visiones de la justicia : la villana, a porrazos y la divina, la que triunfa en la ordalía. Eso es lo que parecen mostrar los capiteles de San Zoilo, indudablemente en línea con las vecinas Santiago y Santa María, y en ésta, nos parece intuir que los desgastados capiteles del pórtico tuvieran también esa finalidad del juicio sobre la verdad.
De tal modo que las escenas relacionadas: lucha con porras, prueba de mano en la boca de la verdad, juez y acusación, aparecen de una u otra forma en los enclaves citados y luego en lugares más lejanos.
Como es en Santiago donde mejor se conservan y se debieron inspirar en Santa María, vamos a empezar por aquélla para localizar los personajes. Nuestros luchadores lucen espléndidos nada más acabar la serie de acuñadores.
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A la derecha la pareja de "campeones" se aporrean. A su lado la mujer pone las manos en la cara |
Uno imberbe, el otro barbado. Distintos escudos. El villano de nuestra izquierda ha perdido el antebrazo y los vemos agachados, casi sentados. Uno lleva casco ligero, otro sin casco, ambos sin cota de mallas y sus escudos no tienen tiracol, no deben de pesar nada. El hecho de estar acompañados de gente de paz, músicos y hasta de una contorsionista, nos transmite la idea de una ceremonia, algo presenciable, sin sangre. A su lado, la dama objeto de litigio, sin barboquejo, se toca la cara en señal de sufrimiento, no por el dolor de los luchadores, sino por su honor en juego. Seguido, un precioso fidulista fija su mirada en la hermosa contorsionista que ha sufrido las iras ortodoxas posteriores. Un poco más allá, el juez o autoridad provisto de su porra de mando, casco ligero como el de los contendientes y mesándose la barba, ha sabido elegir el sitio junto a la bella arpista de espléndida melena.
Pero no hay cuidado, que el fraile lee al lado las cláusulas de las ceremonias que toca ejecutar ese día mientras el escribano toma nota. Todo de una belleza insuperable.
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Tras los "campeones" la dama llorosa, un fidulista con su mujer contorsionista, quizás judíos, y finalmente el sastre que cose una prenda aguja en mano, vigilado por el temible león. |
Debajo, el capitel que muestra personajes portando almas y metiendo sus manos en la boca de los leones, la “bocca della veritá”, que veremos asimismo en San Zoilo.
No podemos dejar de citar respecto a esta portada de Santiago y sus acuñadores, que tenemos localizado un trabajo en Persée titulado “La monnaie et l’Eglise. Relation d’établissements religieux avec des émissions monétaires” de Adrien Blanchet donde se nos cuenta cómo, entre otros centros franceses, en Cluny –de donde casi seguro provenía el taller de esta portada-se acuñaba moneda por privilegio real concedido al abad Odilon entre 1030 y 1039 confirmado en 1079. Algo similar ocurre más cerca de España, en Morlaas, en el Bearn, junto a los Pirineos, zona de influencia en las portadas que comentamos. Lo vemos también en Saint Lo.
mañana seguiremos.
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