La ordalía como muestra de una justicia a modificar
Hemos podido encontrar el catálogo de la exposición del Met.de Nueva York que citábamos antes, en el que aparecen los capiteles del Walters.(pag.221)
The Art of Medieval Spain, A.D. 500-1200
https://books.google.es/books?isbn=0810964333 -
Metropolitan Museum of Art (New York, N.Y.) - 1993 - Art, Medieval
El catálogo además de mostrar una gran cantidad de fotografías de piezas valiosas, se acompaña de artículos de maestros como Moralejo, John Williams, David Simon y Peter Klein. Es del año 1993 y una delicia poderlo "Hojear".
Llevamos mucho rato hablando y explicando por boca de varios ilustres autores lo que suponían las ordalías en la vida social de la Edad Media y debemos volver al texto de Beatriz Mariño para ver sus conceptos. De todos modos, pensamos que su descripción se ajusta más a los dictámenes del siglo XII e intuimos que ya se mencionan algunos detalles que no están en las del siglo XI como luego veremos en una obra citada por la misma autora.
"El duelo, como juicio de Dios, -dice la investigadora- tiene su origen en el primitivo derecho germánico. Al igual que las demás ordalías, era medio habitual de apelación en aquellos casos en los que el acusado carecía de cualquier otro testimonio por el que librarse de la acusación. Las "Partidas" distinguen dos tipos de duelo, según el origen social de los participantes. Según el Fuero de Daroca, de 1142, los caballeros debían portar escudo, lanza y espada, e ir vestidos con loriga, yelmo y polaina. Por el contrario, campesinos, villanos y campeones estaban obligados a luchar de pie, vestidos con la saya habitual y sin otras armas que un escudo de madera forrado de cuero o mimbre, y la porra o maza.(1) Dentro del marco peninsular, son los fueros lemosines de Jaca, el fuero de Sobrarbe y el fuero antiguo de Navarra, los que recogen una información más explícita sobre las condiciones y ceremonia de celebración del duelo denominado "Batalla de escudo y bastón".
El demandante presentaba su acusación ante el alcalde, comprometiéndose a esperar al acusado en Juicio de Batalla. Presentaba a los testigos que habían de servirle como fieles o padrinos, y entonces el alcalde convocaba al reptado para que buscase tres peones dispuestos a defender su causa; por lo general se trataba de profesionales contratados, los llamados campeones. A continuación, se otorgaba al demandante o reptador un plazo de diez días para presentar otros tres peones iguales (consembles) a los del acusado. Se medía a unos y otros de manera que la estatura, los brazos y los muslos se igualasen lo más posible (...ca non es egualdat un home valiente combaterse con otro de pequeña fuerza).
La noche víspera del combate velaban las armas en la iglesia. Cuando salía el sol, los fieles los conducían al lugar del combate; a menudo se trataba de la plaza del mercado o delante de la iglesia. Una vez allí, los fieles dividían el campo y marcaban las señales que no debían traspasar".
Nos estamos desviando con estas descripciones del principal objeto de esta propuesta: el juramento que había de hacerse previamente al duelo, que en el caso de infanzones fuera suficiente mientras que para las clases bajas se culminaban con la prueba vulgar. Este ceremonial fué evolucionando desde la brutalidad a una mayor prevalencia del dictamen de los jueces, teniendo siempre presente la mayor o menor capacidad del medio social donde se celebraban para asimilar los cambios. Probablemente en Castilla, ligado a la cerrazón para oponerse al uso del rito romano en la liturgia, se apelara a la permanencia de los viejos códigos y de ahí la necesidad de promover los cambios desde los templos. Es muy posible que en Frómista se realizaran juicios de ese estilo, pese a las recomendaciones de los clérigos.
Un ejemplo que cita Beatriz Mariño muestra una curiosa escena (no hay juramento, pero mucha parafernalia judicial) en la ruta del Camino a su paso por Airvault en Francia
En foto magnífica de Martin en flirck vemos la lucha a escudo y bastón de dos personajes vestidos muy poco adecuados para una batalla "seria", que empuñan porras, quizás los escudos boca abajo indican que no es una lucha sangrienta y destaca entre ellos un pedestal, quizás reproducción del altar en el que habían hecho el juramento previo. Las figuras a los lados (precisamente uno aparece sobre una gran máscara leonina) es posible que representen al clérigo que les ha tomado juramento (lleva una cruz sobre el pecho) y el otro al juez o autoridad civil, en este caso apoyado sobre un posible león sedente, símbolo del poder del rey. De los personajes laterales del capitel, me encanta la figura de nuestra derecha que parece llevar una porra y un maletín (no creemos que de primeros auxilios).
(1) En una larga nota al pie, se cuenta cómo Alfonso VI en 1074 otorga el Fuero de Palenzuela en el que se prohiben las pruebas vulgares: "Homo de Palençuela non habet forum de lidiar cum scuto, aut cum baston nec cum ferro, nec cum calida". Sin embargo, bajo el mismo reinado -sigue Mariño- se establece el combate de escudo y bastón como fórmula de solución ante todo litigio que se produzca entre cristianos y judíos.(Muñoz y Romero: Coleccion de fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de Castilla, Leon, Corona de Aragón y Navarra I.Madrid 1847)
Comentarios
Publicar un comentario