Volvemos al programa iconográfico de Frómista
Comentábamos al inicio de
este blog que nuestra propuesta estaba dirigida a encontrar un sentido a varios
capiteles distribuidos a lo largo de las naves de San Martín de Frómista,
constituyendo un posible programa iconográfico encaminado a recordar a los fieles
lo condenable de las viejas formas de justicia que aún se aplicaban en los años
de la construcción del templo. A ese
mensaje esculpido en el que se describe la forma jurídica heredada del mundo
visigótico, más próxima al “ojo por ojo”, se contrapone –quizás- una alternativa más
humana y más cristiana, que es el amor al prójimo y la caridad.
Posiblemente la fecha de San
Martín fuera algo más tarde de lo mantenido por G.Guinea en base al testamento
de Doña Mayor de 1066 (curiosamente el año de la batalla de Hastings) y más próximo a la celebración del concilio de
Husillos en 1088, fecha propuesta, entre otros, por Prado-Vilar y no tan adelantada como comenzado el siglo
XII que propone Senra, apoyándose éste en la iconografía que entiende como reflejo de un juicio
celebrado en Burgos como resultado de
las revueltas iniciadas en Sahagún.
Sin pretender rebatir a maestros de los que tanto tenemos de
aprender, intentamos ofrecer una vía que se acomode a una intención que
pensamos se tuvo al iluminar con la
escultura el mensaje del templo (siempre pensamos la finalidad: para qué se
esculpió el programa) y no aludir a hechos concretos (juicio en Burgos o
incluso la muerte de Abel) sino con el foco más abierto, más próximo a la
doctrina y menos a los hechos humanos, es decir, con la intención de aleccionar a los fieles (a
fin de cuentas, los que debían leer el mensaje) efigiando doctrina,
contrastando la vieja violencia con la nueva justicia “caritativa” y mostrando las
consecuencias desastrosas para la sociedad de insistir en los viejos métodos de
aplicación de la justicia. De ahí que, como luego veremos, el capitel de la
Orestiada fuera -a nuestro juicio- un alegato contra la venganza familiar, porque los crímenes
cometidos en ese ámbito quedaban fuera de la justicia ordinaria y la venganza
casi ritual estaba bendecida por la propia legislación vigente. Y aunque el
crimen de Abel no deja de ser el primero cometido en el ámbito familiar,
pensamos que a los fieles no se les proponía identificar ese “ajusticiamiento
con testigos aterrados” con el pasaje bíblico sino con venganzas que venían
desde los tiempos bíblicos (posiblemente el desnudo ayude a situarlos) pero que
se conservaban como costumbre ancestral en pleno siglo XI.
Aparte de razones de novedad
arquitectónica, el insólito capitel de la Orestiada con todo lo que significa y
la neta diferencia de estilo con el resto de escultura, nos permite insistir en
el concilio de Husillos como desencadenante del programa en la edificación. Esto
puede acarrear desajustes cronológicos importantes, pero no es descartable que
en breve encontremos serios estudios que presenten hipótesis en torno a la muy
próxima edad cronológica de Jaca y Frómista. Pensemos que los cuerpos “quiásticos”
del capitel de la Orestiada aparecen también en la portada de Jaca.
Habíamos iniciado la serie
el 13 de Enero presentando el capitel de los porteadores, intrigados por la
omisión de Moralejo sobre la mano devorada del segundo porteador. Luego
presentaremos el plano elaborado por G.Guinea para guiar la visita de San
Martín marcando con un número y su explicación a cada uno de los capiteles. Es
curioso que el capitel de la Orestiada la describa G.Guinea como “el capitel de
los niños desnudos”. Probablemente desconocía que Moralejo había presentado su
relación con el sarcófago de Husillos. El propio investigador cántabro accede en su guía a la posibilidad que en 1066
existiera un inicio de construcción, que pudiera haberse extendido a lo largo
de veinte años. Cabe la conjetura de que Alfonso VI, muy mediatizado por la
llegada de aire nuevo por los monjes de Cluny, y los conflictos con la naciente
población urbana, utilizara la iglesia de San Martín para lanzar un mensaje que
acabara con la violencia legalmente aplicada en el reino. Algo debía temer,
puesto que con sus sucesores los conflictos estallaron violentamente en la
región.
Por todo ello, y como
resumen que nos permita retomar la propuesta inicial, entendemos que el capitel
de los porteadores muestra una doble acción: el juramento introduciendo la mano
en la bocca della veritá y el acarreo del barreño de agua hirviendo por dos
siervos para la realización de la ordalía del acqua calda con gleras,
anunciando el leoncillo sobre las parihuelas el grave riesgo físico para el reo
que lo vaya a sufrir (probablemente un siervo en nombre de su señor) o la misma
condena si ha cometido perjurio. La escena tiene continuidad con el cantero que
se agacha empuñando un hacha sobre un sillar con su mano izquierda como si
fuera la derecha, dejando ésta abierta sin acción sobre el primer porteador.
Esta figura, tras el complicado esfuerzo del tallista en esculpir ese juego de
manos, parece mostrar la consecuencia
(la pérdida de uso de la mano derecha) a quien ha pasado la prueba. No
descartamos que, de una manera más genérica, aluda a otra de las tres pruebas
ordálicas que parecen esculpirse en el capitel: la del hierro candente. En ese
caso, el sillar no sería tal sino el altar sobre el que acontecía la prueba,
muy similar al que hemos mostrado en Airvault en Francia el 19 de Enero.
Extraña porque la pieza que empuña el
sujeto tiene el formato exacto de un hacha, pero es una posibilidad si el mango
también fuera de hierro, pese a que los usados para la prueba tenían un formato
específico.
De ese modo, el otro
lateral, el del este del capitel, que representa a dos hombres con remos dentro
de un bote y que hemos supuesto fuera la consecuencia del castigo a los
perjuros, las galeras, también pueda representar, dado lo pequeño de la
embarcación, a la tercera prueba ordálica: la del agua fría. De este modo, el
capitel pudiera mostrar las tres modalidades de juicio de Dios que estaban
reglamentadas en la legislación heredada y que se pretendía desarraigar: hierro
candente, agua hirviendo y agua fría.
La ubicación del capitel, al final de la
nave de la epístola, lugar próximo a la subida de la hipotética galilea, sería donde
posiblemente se apiñara en las grandes solemnidades el pueblo llano, que era el
más reticente a cambiar las leyes, quizás por el espectáculo que suponían estas
pruebas, en las que veían la acción directa e inmediata del poder de Dios. Casi
lo podían tocar con las manos. Lo malo era cuando les tocaba a ellos mismos, y
de ahí que la primera medida del rey y sus sucesores consistiera en concederles
fueros para que quedaran exentos de pasar esas pruebas y fuera suficiente con
el juramento, como los ricos, por lo que los perjurios estaban a la orden del
día. Por eso la Iglesia lo condenó y se abstuvo de participar o prestar templos
o clérigos para ellas.
Introducimos un nuevo comentario apuntado por M-J.
ResponderEliminarFernando, si efectivamente se trata dela ordalia del hiero candente, no podria ser posible que el obrero se este cortando el mismo la mano izquierda por que se la habia quemado con el hierro?
Una sugerencia. M-J
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola,M-J. No tiene sentido. El siervo que vemos con el hacha y agachado, aunque estuviera sufriendo una ordalía o hubiera padecido la del hierro candente, conserva las dos manos. Y si la mano quemada (en este caso su derecha) la tiene inútil, siempre es mejor que no tenerla. O sea, que automutilación ninguna. El Señor, querida amiga, puede regenerarte una mano inútil mediante un milagro, pero no le pidas que te haga salir una nueva, que sólo se lo hizo, como has visto, a santa Anastasia, pero esta era santa y era para tocar al Niño Jesús. Todo tiene un límite. Aunque quisieras darle tres manos al hombruco.
Eliminar