DESVELANDO SILIO (y III) (con coda).
Los
osos, especialmente sus amenazadoras cabezas, siempre han aparecido en la
iconografía románica, como guardianes (por ejemplo en una mocheta de San
Isidoro de León, y en otra de Sta.María del Azogue,Benavente) o como
protagonista de un ciclo mensario en el tímpano de Saint-Ursin, en el Berry
francés (el año laboral comenzaba cuando el oso abandona su madriguera, a primeros de Febrero) que ha publicado Nathalie le Luel en los Cahiers de Poitiers:
“Comment christianiser un ours”. También inicia el mensario de Hormaza (Burgos).
Sin embargo, lo más habitual es verlo como escena de cacería, tal como aparece
en Villacantid (Cantabria) en un capitel exterior o en una talla extraordinaria
en el Museo de los Agustinos de Tolosa (Francia) en foto de Daniel Martin. Sugiero
fijarse en el capitel campurriano porque marca la pauta para el que veremos en
la coda de esta trilogía, esculpido en Santiago el Viejo en Zamora.
Criado tocando el cuerno y con lanza junto a un mastín para la caza del oso en Villacantid (Cantabria) |
Escena central del capitel con el cazador alanceando al oso que atrapa un perro. Los puntos negros son un nido de avispas. |
Capitel museo Agustinos.De Daniel Martin en la web www.augustins.org |
Lola
e Ina nos envían dos magníficas fotos del famoso capitel de Saint-Andoche en
Saulieu en el que tan gráficamente aparece la leyenda de la llegada de la
primavera cuando el oso sale de su cueva y lanza el “pet de l’ours”, con todo
el significado que tiene su largo ayuno, el tirar el tapón que obstruye sus
intestinos de todos los males soportados, una especie de renacer, que lo es.
Demuestra este y otros capiteles (en un cercano capitel de esta misma iglesia
dos campesinos se alarman ante una pelea de gallos) que el folklore se
incorporaba a la iconografía románica, a partir de lo cual los usuarios podían
extraer sus moralinas sin necesitar la explicación del sabio clérigo,
simplemente relacionando su vida con lo esculpido, como pasa con el capitel de
la zorra y el cuervo en Frómista. Va con la naturaleza humana, desde Esopo y
antes. Cuando un capitel no se explica por sí mismo, malo; queda expuesto a la
interpretación, a veces no del que mira, sino del que le dice lo que tiene que
pensar.
Capitel de Saulieu con "el pedo del oso". Quizás el palo con bola pueda identificar al domador.(Foto Lola e Ina) |
Lateral con el personaje que "saca" el tapón del culo del oso para señalar que llega el cambio de año (Foto Lola e Ina) |
Pero aún seguimos buscando un paralelo a los
osos adiestrados que manejan la bola brillante de Silió. Acabamos de ver la
caza del oso, veremos luego la captura (vivo) en Zamora pero nos falta
encontrar algo tan insólito como lo que aparece en Silió: la domesticación como
animal de circo.
Salterio de S.Remigio del St.John's College de la University de Cambridge |
El salterio del siglo XII que añadimos muestra la música sacra arriba y la profana abajo, protagonizadas por un oso que golpea con las manos un tambor que lleva colgado al cuello.
Capitel de la danza ritual
La
propuesta sugerida antes sobre la representación en Silió de escenas relativas
a ordalías, con los gestos de los personajes de sus capiteles, no deben
hacernos obviar el más misterioso del
conjunto de la arquería interior del ábside: los hombres saltando o danzando en círculo portando espadas.
El otro lateral.Bajo los danzantes, las máscaras |
Lateral del capitel de los danzantes con espadas |
Cara frontal del capitel de los danzantes de Silió. A los pies, sendas cabezas, quizás máscaras. |
Hace
tiempo propusimos una posible alusión a una danza guerrera que aún se baila en
el folklore de la zona, “la baila de Ibio”, que ejecutan sólo hombres provistos
de lanzas y espadas al son de una caracola, seguramente la más celebrada del
folklore regional. Coincide que en la ficha escrita por G.Guinea sobre la
iglesia, señala que en el primer capitel –que ya hemos visto, el de los
personajes que saludan mano en alto intercalados con hombres envueltos en
capas, como notables- la figura central parecía portar una cornamusa, hoy
perdida (lo más parecido a la caracola actual) que hemos dibujado sobre la
silueta. Aparecía en una foto antigua del archivo etnográfico. Son datos para relacionar ambos capiteles contiguos
y todo el conjunto en una ceremonia.
Hombre tocando la cornamusa según foto de archivo |
Recordemos
que en los ángulos inferiores del capitel de los danzantes de Silió figuran
casi perdidas unas cabezas que parecen humanas, y que pudieran ser máscaras con
copetes como adornos quizás vegetales, que evocan las máscaras de La Vijanera. También
hemos comentado que precisamente en Silió se mantiene viva una fiesta
carnavalesca de notable éxito; en el pueblo hay un museo dedicado a ella: “La Vijanera”
(¿viejo enero?) coincidiendo con el cambio de año. (www.vijanera.com).
El próximo 6 de Enero, domingo, es la fiesta. La caza del oso representada con
múltiples personajes es su episodio central. Y tampoco faltan danzantes
portando palos o varas mientras saltan en el aire.
Detalle de las máscaras a los pies de los danzantes |
Por otro lado, durante varios meses, desde Mayo a Agosto se mantiene elevado en el centro del pueblo un altísimo poste (dos árboles unidos), la Maya, de clara raigambre fálica. Pero como todo esto pertenece al mundo del folklore, minusvalorado por los historiadores, sólo a un chiflado se le ocurre relacionarlo con los capiteles de la iglesia. Los mensarios y calendarios agrícolas son de mayor categoría, al parecer.
Como
estas fiestas y bailes hunden sus orígenes “en la noche de los tiempos” no
sabemos si vienen incluso de época “de los moros” que es la expresión que se
suele utilizar en los pueblos para decirte que ya ni se sabe de cuándo.
Foto anterior a 1936 con el tocador de cuerno por cortesía de vijanera.com |
Lo
que pretendemos es que si algún lazo tiene este curioso capitel ha de ser
relacionado con lo que se está esculpiendo alrededor: ceremonias (quizás de
consagración del templo, quizás ordalías o fiesta de bendición de los campos)
escenas de circo (de las que veremos más ahora) y, en fin, cosas que tanto a la
comunidad religiosa como a los usuarios, pudieran darles tranquilidad y
seguridad, reconocimiento. Hay que destacar un hecho interesante: ni una de las
figuras esculpidas representa pasaje bíblico alguno, si exceptuamos el dudoso
de la expulsión del Edén. ¿Tan poco peso pudieron tener las opiniones de los
monjes? ¿O ellos preferían disponer en el templo aquello que los propios
parroquianos consideraban útil y necesario, que protegía más que la imagen de
un santo o de la Virgen?
Saltador de la Vijanera con máscara y gorro (wikipedia) |
Pocas
veces hemos visto personajes “que se suben por las paredes”, como los aquí
tallados. García Guinea confiesa su incomprensión de la escena, pero señala,
como hemos dicho, el tamaño desproporcional de las cabezas que vemos a los pies
de los bailarines, lo que nos permite insistir en que son máscaras. La
originalidad del tallista para sugerirnos que se trata de una danza, lo
transmite la postura idéntica de los guerreros bailarines. Suspender en el aire a los
protagonistas con las piernas encogidas empuñando una espada se nos antoja que
es la mejor manera de representar una danza guerrera, pese a que G.Guinea no se
pronuncia, como es habitual.
Y bien se trate de una escena ritual como una remembranza folklórica, el ambiente esculpido en el templo lo avala.
El oso protagonista en La Vijanera (wikipedia)Gómez Linares |
tocador de cuerno en La Vijanera (Foto Nacho Sainz Ezquerra) |
Entre las muchas imágenes de la fiesta, en la que sólo participan varones -como en la Baila- encontramos desde los saltos que realizan los bailarines (que recuerdan el capitel de Silió) hasta las máscaras con altos gorros que llevan en la cabeza, también remembranza de las imágenes de la iglesia románica, pasando por el tocador de cuerno y la figura del oso, que es cazado y matado como símbolo del mal.
Capitel de la caza
Uno
de los capiteles más bellos por su expresionismo, la postura dinámica de sus
protagonistas y la esmerada ejecución es el de la caza. Es posible que los
capiteles del interior de la iglesia hayan sido tallados por distinta mano que
las ventanas exteriores.
Hemos
apenas trabajado la imagen del capitel para resaltar una vez más cómo el
cazador lleva cinturón de fuerza mientras en una postura de lucha, agachado,
introduce la lanza en el pecho del león, que a su vez ha mordido en el cuello
a un tierno ciervo. La figura del joven cazador ha sido muy bien detallada.
Capitel de la caza en el que marcamos el cinturón de fuerza y la cabeza del cervatillo |
Quizás el relato tenga relación con el capitel que hemos visto en la ventana
próxima de la fiera que tiene la cabeza humana atrapada mientras un hombre
fálico intenta liberarlo. Naturalmente, todo ello puede ser leído en clave
moral, anagógica o como se prefiera. Y seguro que es fácil encontrar un texto
adecuado (Biblia, santos Padres, San Agustín o uno de los innumerables escritos
que se manejan en los monasterios) que encaje con el ciervo cazado por el
malvado león al que acomete el cristiano. Como aquellos rústicos que lo
contemplaban requerían del “traductor” con tonsura para que lo entendieran,
nosotros lo visitamos sin guía, por lo que sólo vemos lo que nos entra por los
ojos. Y como rústicos que somos, vemos lo que se identifica con nuestra vida y
las cosas dignas de recordar: héroes cazadores, circo, las ordalías convertidas
en espectáculo, la fiesta, los ritos religiosos y las danzas guerreras.
Silueta del capitel de la caza en el ábside de Silió |
Otro capitel con circo
En
otra ventana se talla otro divertido capitel relacionado con el circo:
contorsionista, músico que toca la flauta, arpista…circo. Afortunadamente, el
profesor G.Guinea así lo ve, como “circense” y concluye relacionando esta
escena con la de Pujayo que ahora veremos, tan similar: “Así, pues, tanto en
Pujayo como en Silió este conglomerado de músicos expresan el deseo de los
tallistas románicos de manifestar escenas lúdicas de aquella sociedad”.
Lástima
que no nos diera tiempo antes de que falleciera el profesor, de discutir sobre
esa “piña” de tamaño y presencia insólita en el capitel del triunfal que
nosotros vemos, junto con el “cojonudo” domador como una escena de circo puro y
duro. Me hubiera dicho: ”demuéstralo”; y disponemos de otros ejemplos para
ello. Desde luego, no en los manidos textos que controlan los monasterios.
vista lateral con el arpista.Las ondas pudiera representar el recinto para el circo |
Describe
el sabio: “volviendo al lateral izquierdo de la cesta, pegado a los sillares de
la ventana vemos a un personaje masculino, solamente en busto, que parece
llevase a la boca una especia de armónica que, aunque cascada por el extremo
derecho, tiene una forma rectangular. En este lado izquierdo, pero participando
también el derecho, es decir, en el esquinal del capitel, aparece algo
inusitado, pero que para nosotros que hemos trabajado en la iglesia de Pujayo,
resulta de bastante claridad, aunque siempre discutible. Tanto en Pujayo como
en Silió, se trata de una escena de contorsionista que se revuelve sobre sí mismo
mostrando al mismo tiempo su rostro de frente y su cuerpo de espaldas. Este
tinglado de esta escena circense, se completa en la cara derecha de la cesta,
en donde aparece un arpista en el momento de hacer sonar sus cuerdas. Arpa y
brazo izquierdo del músico están enormemente fracturados. Su mano derecha debió
también tocar el arpa por el otro lado, aunque por su deterioro tan solo puede
ello imaginarse. La cabeza del contorsionista muestra sus dos manos, una a cada
lado de su rostro, que parece están agarrados a una especie de pliegues
ondulados que no podemos explicar. Así, pues, tanto en Pujayo como en Silió
este conglomerado de músicos expresan el deseo de los tallistas románicos de
manifestar escenas lúdicas de aquella sociedad.”
El
capitel de enfrente es de la caza que acabamos de mostrar. Ahora veremos el de
la portada de Pujayo, que contiene el mismo número circense.
Pujayo como copia de Silió |
Pujayo como copia de Silió |
Por
tanto, podríamos decir que demostramos que hay circo en estos capiteles, tal
como proponemos: lo dice García Guinea. Sólo nos queda convencer al estudioso
que lo trate, de que uno de los números era el del domador con osos.
El
otro capitel que ahora recordamos, que nos remite de nuevo al uso de sexo y
circo para promover la protección apotropaica, está bastante lejos: en Santiago
el Viejo en Zamora, a la orilla del Duero. Pero eso lo dejaremos para la “coda”
de esta sinfonía ursulina, y para que podamos en su día acreditar la propuesta
inédita que vamos a presentar.
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