NUEVAS APORTACIONES SOBRE LOS CAPITELES DE S.MARTIN DE FROMISTA

 LOS CANÓNIGOS AGUSTINOS

Habíamos visto cómo, a nuestro entender, parte del programa iconográfico del interior de San Martín gira en torno a dos temas :  la liturgia, materializada en los capiteles mal llamados  de la Caída y la Expulsión como parte de la ceremonia del Exultet,  y por otro lado la doctrina pacificadora y renovadora de los cluniacenses promoviendo la abolición de las viejas leyes vengativas y las gravosas ordalías que suponían una humillación, a veces con fatal resultado para los menos poderosos. (ver entradas Exultet de 13/mar/17 y 14/Mar/17).Esos eran los temas de la escultura que vemos en Frómista: liturgia y justicia pacificadora. (ver también entradas de 9/mar/17 y 10/mar/17)

Al relacionarlos con la casa madre cluniacense, pudimos proponer el paralelismo con el capitel de la Expulsión y estudiando otros capiteles  identificados por su parangón en Vezelay, atisbar una vinculación con el rito del Exultet, ahora con la mención a las abejas y su virtuosa concepción equiparable a la virginidad de María.(ver Exultet, origen) de 27/ene-19 y siguiente (7/feb/19)  y final (27/feb/19).

Lateral del capitel de Cristo como alternativa a Adán
con dos canónigos agustinos en la liturgia del Exultet


Nos había quedado un interrogante que pensamos pudiera ahora responderse. El  capitel mal llamado “de la Expulsión”,  es –siempre a nuestro modesto juicio- una alusión al texto del Exultet en el que se alaba la presencia de Cristo como alternativa al pecador Adán (¡nada menos que bendiciendo  al pecado original gracias al que vino Cristo a redimirnos¡) que contiene sendos monjes en primer plano lateral, uno mostrando una cruz (a nadie parece llamarle la atención que en  una “expulsión” aparezca un monje en el  Paraiso con una cruz) y el otro con un libro vuelto hace el espectador (como se lucía el rollo del Exultet).

Los clérigos esculpidos en esa escena llevan grandes capuchas plegadas que han hecho a los investigadores confundirlas con alas (es más aceptable que en una Expulsión haya ángeles que clérigos) pero los cluniacenses (benedictinos) no llevan capuchas. Sin embargo, sí la llevan los agustinos, que en la época de construcción del programa de Cluny (finales del XI) se encargaban de la liturgia del templo. De hecho, hemos podido comprobar que los cluniacenses pudieron influir decisivamente en la elección de los temas y programas iconográficos de los templos románicos castellanos, pero su escaso número sólo permite entenderlos como ideólogos aunque no llevaban el culto, administrado en muchos casos por agustinos, como en Loarre. Se trata de canónigos agustinos y por eso llevan capucha plegada a la espalda.

LAS ABEJAS

Ya en otro entrada anterior habíamos citado la posibilidad de que un extraño capitel, el nº 8 de la clasificación de G.Guinea que efigia figuras encorvadas simétricas con ramajes sobre la espalda, dominados por un personaje central y que en un lateral parece gustar algo que le lleva a la boca uno de los agachados, pudiera hacer referencia a las abejas y su vida laboriosa.(ver entrada 7/feb/19).

Repetición del plano de G.Guinea de la planta de Frómista
donde incluimos el capitel nº 8 (el de las abejas al que alude el Exultet)


 En el Exultet vimos que se comparaba (exageradamente, desde el punto de vista científico) la pureza de la reproducción  apícola con la de la Virgen, solo mediante la saliva, sin contacto sexual alguno y de ahí que también en Cluny - y asociado a ello, en Vezelay-  tengamos capiteles relativos al canto del Exultet: los apicultores.  Pero en Frómista lo que ha hecho  el ideólogo es “humanizar” las abejas, reproduciendo el trabajo en la colmena con seres humanos en postura apícola, tienen alas marcadas sobre la espalda, se mueven como las abejas y alimentan a la reina con la miel que producen.

Capitel nº 8 con personajes cooperantes agachados como abejas cuya espalda muestra los ramajes y nervios de las alas de las abejas mientras otros homenajean a la "reina"


 Muestran en las esquinas lo que creíamos alusión sexual, pero es más probable que –aunque no vemos la exacta  forma  hexagonal  típica de la colmena- sea ésto lo que están marcando: las celdas de una colmena o su entrada, donde elaboran la miel y la cera, tan alabadas en esa oración del Exultet. 

Lateral mostrando lo que puede ser la
entrada de las abejas a la colmena


De esa manera se establece un paralelismo entre la labor de las abejas en su constante movimiento para fabricar miel y cera, productos  virginales, con la que deben hacer los monjes en el famoso “ora et labora” de su norma vital, vinculando el canto del Exultet no sólo a la liturgia de la Resurrección sino a la alabanza de la virginidad de María y el culto que le rinden los monjes. De ahí que lo que vemos como ramajes sobre la espalda de los “obreros” se deba ver como los nervios de las alas de las abejas y sus movimientos alimentando a la reina se activen con la lectura del Exultet y su alabanza a las abejas. 

Apis mellifera (de wikipedia).Ver los
nervios de las alas



Lateral del capitel de las abejas en el que los eones
alimentan a la reina (ver el entramado de las alas)












La actitud de los personajes del capitel reproduce la de las abejas en el panal. En Cluny la relación aparece menos sofisticada, ya que los apicultores han sido mostrados en plena labor, los humanos con protección y los “ayudantes divinos”, los eones, sin ella, puesto  que son espíritus benéficos. Es una constante de la imaginería cluniacense esculpir figuras angélicas sin alas ayudando y socorriendo a los humanos. Lo vemos en capiteles exteriores e interiores de Frómista y en Jaca e Iguácel, donde en muchos casos los distinguimos por sus cascos o pequeños gorros. Lo mismo ocurre en Vezelay. Lo que parece más probable que ese modelo de alusión virginal no tuviera éxito y por ello en la Borgoña la iconografía se apoyó en el trabajo de los apicultores, pero en ambos lugares, eran imágenes que se activaban en la liturgia del Exultet, cuyo texto se piensa fuera inspirado por San Ambrosio, que más tarde acabó siendo patrono de los apicultores.

Capitel de los apicultores de Vezelay (foto en flirck de Robert Joseph) 


Eones con capas que dominan fieras en Frómista
Eones o seres angelicales dominando fieras
en S.Martin de Frómista












Eones o seres angélicos dominando las pasiones
en Iguácel (Huesca)

Seres angélicos dominando pasiones en Jaca










OTROS CAPITELES DISCUTIDOS: LA MANQUADRA

En el Curso de las Claves del Románico de este año en la Fundación que patrocina este blog, curso al que esperamos asistir on line en un pocos dias, me cuentan personas que han concurrido, el interés de las ponencias y me han comunicado algunas observaciones que aumentan mi  deseo de asistir a la segunda convocatoria.

Una ponencia trataba de algo que hemos desarrollado en este blog en múltiples entradas desde hace cuatro años: las ordalías. En el coloquio se hicieron preguntas al ponente, y según me cuentan, una de ellas iba referida a un capitel de Frómista –siempre activa y presente- que intriga tanto que hasta el atento guía cuenta que en un programa de radio hace años se consideraba ese capitel como sexual, ya que –entre otros  personajes- aparece un hombre discretamente desnudo.  Lo vimos en 6-3-17 en este blog. Es el nº 31 de G.Guinea.

Capitel de la concordia de Frómista con el extraño desnudo


El tallista se ha arreglado para no mostrar nada “molesto” sino un hombre evidentemente desnudo al que tapan con sus manos hombres que lo escoltan, que se recogen la túnica a la manera de los jueces que hemos visto en Aragón y cruzan sus manos a manera de juramento. Como asisten clérigos –puede que abad y obispo- en gesto positivo,  me dicen que se planteó en el curso ua propuesta de un prestigioso investigador de que allí se hubiera esculpido un juramento de manquadra. Ese juramento lo hemos citado en la entrada de este blog de 26/jul/17 “Batallas a escudo y bastón por el honor en Aragón” que terminábamos con la deliciosa historia de la abogada Calpurnia.

La hábil lectura del estudioso tiene encaje parcial  con un texto que manejamos “El juramento de manquadra” de 1955 descargable en internet, de Juan García González, en Dialnet, que hemos leído y que, como es lógico, tiene una carga jurídica fundamental,  pero ninguna litúrgica o religiosa, lo que nos hace pensar que no se refiere a ello.  Además de que la manquadra se materializa en el siglo XII y se acomoda en los Fueros, los cluniacenses no promovían esas reformas jurídicas directas, sino siempre con la justificación de la caridad y la justicia y la manquadra a fin de cuentas era la participación de terceros en la veracidad de los testimonios judiciales, nada que ver con la liturgia ni la religión. Hemos tratado algo similar en entradas de este blog en donde pretendíamos que en los juicios de Dios se valorara el testimonio de los cojuradores, pero siempre en situaciones ajenas al derecho civil y más cercanas al papel judicial de la Iglesia en los Juicios de Dios y ordalías. En nuestra opinión los cluniacenses no criticaban normas judiciales civiles y sólo se habían pronunciado en las que eran lesivas para los ciudadanos porque además se apelaba a la Iglesia para llevarlas a cabo: las ordalías. La fuerte crítica a las venganzas, como el capitel de la Orestiada, derivaban de que no eran normas jurídicas ni tenían ya apoyo legal. Era algo peor: una norma consuetudinaria.

La definición de manquadra  que aporta García González en su artículo, sí que supone una pista sobre el capitel : Según Herculano en su Historia de Portugal  “era una  especie de juramento que o auctor ou reu  davan corn quatro individuos, todos conjuntamente e cruzando as maos, segundo o indica a palabra “ , aunque el investigador matiza que “el juramento de manquadra era un juramento que el demandante prestaba en unión de un cojurador cuando carecía de pruebas para fundamentar su demanda.”

 Y eso es lo que parece representarse, personajes que entrecruzan las manos sobre el hombre desnudo, pero insistimos que la funcionalidad de los capiteles que promovían los cluniacenses no pretendía más que humanizar las consuetas que venían de los visigodos con la crueldad de ordalías y venganzas, pero no entrar en las formas judiciales que usaban los hispanos. Un rito judicial no era tema para su intromisión, era un formalismo sin consecuencias. Que un pleiteante reforzara su testimonio mediante el apoyo de conocidos que acreditaran su solvencia o más bien que lo que decía era cierto, no inquietaba a los benedictinos. Y tampoco se justifica la desnudez del cojurador. Es curioso que este juramento lo vincule García González a las ordalías (capitel cercano a éste en Frómista) cuando dice que “en algunos Fueros se alude a otros medios de prueba empleados también cuando hay juramento de manquadra, como son la lid y la ordalía del hierro caliente”. Habitualmente usado para causas de cierta enjundia procesal, no dejaba de emplearse en otros  como alternativa, tal que  el Fuero de Medinaceli que cita el autor : “Otrosí faga qui a otro  crebantare dient, o caxar, ol metiere estiércol en la boca, mas si testigos non oviere faga la manquadra con un vecino”.

LA HUMILLACIÓN

Pero vamos a proponer una posible alternativa que hemos visto recientemente y que sí era practicada por los monjes franceses : la ceremonia de la Humillación. La desnudez y la acción conjunta como protesta contra los abusos de los poderosos enmarcaba  esa ceremonia cluniacense. No pretendemos haber dado con la lectura correcta, porque tampoco ahora tenemos explicación para la desnudez del personaje, pero sí hay un amplio estudio sobre la cuestión.

Patrick Geary escribe un artículo “Humiliation of saints” en el libro “Saints and their Cults, Studies in Religious Sociology, Folklore and History” editado por Stephen Wilson.

Geary estudia un fenómeno medieval que roza la herejía, mediante el cual “la relación entre algunos santos en concreto y las comunidades en las que se conservaban sus reliquias era percibido como una reciprocidad”. Ya hemos conocido cómo también en los pueblos en donde se pedía una atención especial al santo, (sequías, inundaciones, etc. ) si no eran atendidos, el santo acababa tirado en el río.

El estudioso cita un famoso especialista, Lester K. Little, uno de cuyos trabajos “La morphologie des malédictions monastiques” manejamos simultáneamente. También usamos un trabajo de la prestigiosa historiadora Barbara H.Rosenwein  “Feudal war and monastic peace . Cluniac liturgy as ritural aggression” también disponible en internet.

El ámbito descrito es el de los monasterios altomedievales en donde sus moradores tenían que apelar a los medios de defensa de que disponían cuando eran agredidos y al carecer de fuerza armada, utilizaban las maldiciones, precisamente lo contrario a las bendiciones. Y ello se materializaba en excomuniones e interdicciones, pero cuando el poder de llevarlo a cabo  lo ostentaba sólo el Obispo, apelaron a los modelos aprendidos de la Biblia para realizarlo.

Geary estudia la liturgia de la humillación en una variante sutil que se llamaba “el clamor”. Al no tener capacidad de privar a los demás de la adoración de sus reliquias, maniobraban para hacer sentir al prójimo el dolor y enfado por el maltrato que recibían. Esa liturgia estaba presente en textos de Cluny de los siglos XI y XII “Consuetudines Farfenses” y difundido por las casas de la orden por Europa. El clamor era un grito o lamento al Señor pidiendo ayuda cuando se sentían impotentes ante los agravios, y realizado durante la misa entre el Pater Noster y la Pax Domini.  Para mayor efecto “durante la recitación del clamor los religiosos podían postrarse ante la Eucaristía como forma de humillación. Simultáneamente los monjes podían bajar del coro al suelo de la iglesia las más importantes reliquias e imágenes y colocarlas en el suelo a modo de mayor humillación. “El ritual de la humillación se conservó en dos formas: una es la humillación temporal  como parte del clamor según el citado customario de Cluny; la otra es la la que se practicaba en San Martín de Tours”-

En Cluny el oficiante extendía sobre el suelo un trozo de tela donde colocaba el crucifijo, el evangelio y las reliquias. Todos los monjes echados al suelo recitaban el salmo 73 sotto voce. Luego sonaban  dos campanillas y el oficiante elevaba el tono recitando más salmos en voz alta, para después retornar los objetos sagrados a su origen recitando  el “Liberanos quaesumus Domine”.

En Tours, se hacía fuera de la misa. Tras la recitación común después de  Primas, los superiores de la comunidad  colocaban objetos de culto en el suelo como antes y colocaban espinas sobre la tumba de San Martín. “En el centro de la nave colocan un hermoso crucifijo también cubierto de espinas, y bloquean las puertas menos una del templo con espinas. Luego comienzan los Maitines y el oficio diario comienza en tono leve. Los canónigos (la curia de San Martín eran canónigos regulares, no monjes) descienden de sus sitiales y siguen el oficio desde el suelo. Todo el entorno se suspende: no se recitan antífonas, el coro canta en voz tenue, no se encienden velas, etc. La misa se celebra como misa privada. Después del Pater Noster, el clamor se recita como en Cluny: el diácono declama el gran clamor mientras el celebrante permanece ante el altar sosteniendo la Eucaristía y los canónigos yacen postrados en el suelo. Tras ello, todos cantan el Salmo 51, mientras suenan las campanas de la iglesia y continúa el servicio en voz alta.

En la humillación mayor la ceremonia física se realiza por separado y y el ritual continúa hasta que la humillación causada por la injusticia ha sido finalizada. “Los santos han sido humillados por la injusticia”. A veces esa injusticia no era por poderes civiles o militares; también se ofendían por disposiciones jerárquicas en la Iglesia. “En Tours y otros lugares, las espinas eran reminiscencias de la corona de espinas, la flagrante humillación de Cristo”, no es preciso aclararlo. La ceremonia era de asistencia muy restringida, con las puertas cerradas. La liturgia era adecuada a cada situación y se “castigaban” los objetos sagrados. “A cierto nivel, los monjes estaban simplemente dramatizando lo que había ocurrido a los santos a manos de esos actos de soberbia del ofensor.” "La postración era un gesto requerido a un monje que hubiera cometido un serio pecado en Cluny” dice Geary.

El uso del ritual, en tiempos de la reforma gregoriana,  tenía como fin mostrar el dolor y la injusticia que sufría la comunidad, por ejemplo, cuando un poder feudal  pretendía hacerse con bienes de la congregación. Esto derivaría en las fórmulas de las ordalías, como cuenta G.Guinea respecto a un bosque que se pretendía quitar a la comunidad de Piasca y que ya hemos presentado aquí. Los monjes repetían el acto ante los usurpadores cuantas veces fuera necesario aumentando el énfasis de su demanda divina, hasta aterrorizar –en su caso- a los rivales, tal como cuenta el autor del monasterio de Saint-Amand.

Pero como hemos dicho antes, si no se veía arreglo, la comunidad achacaba al santo protector cuya imagen había sido depuesta en el suelo, de la culpa del fracaso.

Cuenta Rosenwein en el artículo citado antes, que Cluny se volcó en dotar de pompa y ceremonia toda la liturgia, a lo que dedicaba muchas horas en la jornada. Era su signo de distinción. Probablemente eso impresionó a Alfonso VI, que añoraba ceremonias como la espectacular que acompañó a la muerte de su padre. Eso y la especial generosidad con la casa madre, provocó que en los mementos de la misa en que se pedía por los difuntos tuviera un protagonismo único. “La mayoría de las intenciones de la misa (en Cluny) estaban conectadas con la muerte, de una forma u otra –cuenta Rosenwein-, pero había varias excepciones. En la misa mayor, por ejemplo, la cuarta invocación es para el rey y otros príncipes, la primera para obispos y nuestros abades, la sexta por nuestras familias y la séptima por el rey de España”.

Este empeño de los cluniacenses en erigirse como intermediarios entre Dios y los hombres, lo mantuvieron con provechosos resultados. No hay que olvidar que años más tarde sus oraciones sacarán al rey Alfonso del infierno en un sueño del Abad. lo mismo que antes influyeron en su liberación de prisión. Convencido el rey hispano de la conveniencia del intercambio, todo fueron beneficios para los monjes. “La intercesión era el arma con el que luchar contra el diablo” y eran los monjes quienes batallaban por los hombres, pero con sus oraciones, nunca con las armas.

Para el tema que estudiamos, la interpretación de la gestualidad de ese capitel de San Martín de Frómista, en el que aún no encontramos razón para el hombre desnudo (salvo que fuera un santo desnudado para la humillación, que vemos improbable) sirven algunos comentarios de Rosenwein.  Así en la pag. 152 de “Cluniac Liturgy as Ritual Aggression” que estudiamos avanza que la “agresión es controlada, tanto en humanos como animales, mediante la ritualización de su expresión”. La investigadora comenta cómo la mayoría de los  monjes de Cluny procedía de familias nobles, y su renuncia al uso de armas en que habían sido educados, suponía un trauma que superar, un baño de humildad, diríamos hoy. De ahí procedería el movimiento de la paz de Dios. “Aunque las fechas son limitadas, parece que la Paz y la Tregua Dei estaban patrocinados y activamente promovidos por los cluniacenses y otros clérigos. La primera nació en el Sínodo de Charroux (989) y finalizó en el segundo cuarto del siglo XI para proteger a los miembros desarmados de la sociedad, entre ellos, los campesinos y los clérigos.

“A los ojos de parte de los clérigos situados al frente del movimiento de la Reforma, combatir y llevar armas y usarlas, empezó a ser considerado, al final del siglo XI, como un desafío de la misma magnitud del placer por el dinero y el acto sexual”, se escribía en Borgoña. Es un cambio desde el principio de Cluny. En la primera mitad del siglo X la liturgia solo fue usada para controlar la agresividad. Pero en el primer cuarto del siglo XI esto era claramente insuficiente, lo que pudo radicalizar el mensaje.

Por tanto, ni en la ceremonia de la Humillación ni en el juramento de mancuadra, había nadie que apareciera desnudo. El resto de la gestualidad pudiera ser compatible con lo que muestra el capitel. Nos queda una última opción, que es la que por su simplicidad pudiera ser la más adecuada. 

LIBERACIÓN DE CAUTIVOS

Los capiteles que hemos estudiado hasta ahora, ensalzan la labor de los monjes para erradicar viejas costumbres lesivas para los más débiles y promover la concordia y la ley. La presencia del hombre desnudo al que parecen acoger y proteger las posibles autoridades acompañantes pudiera estar ofreciendo esa otra función de los monjes medievales: la liberación de cautivos. No es nada nuevo, puesto que está documentada la dedicación conocida de los monjes de Silos en esa liberación de cautivos y el propio Santo Domingo intervino en uno de sus milagros para lograr hacer retornar al monasterio silense a un grupo de antiguos esclavos liberados que se habían fugado. Tan importantes como para que el santo de Silos saliera en su busca. Era algo habitual que entre la servidumbre de los monasterio hubiera anteriores esclavos que preferían vivir entre los monjes, especialmente si no habían aceptado su conversión al cristianismo, ahora en semilibertad.

 

Detalle del cruce de manos con el posible juramento en Frómista con autoridades eclesiásticas y civiles

Aunque la literatura al respecto de alfaqueques y profesionales de la liberación e intercambio de cautivos abunda a partir de la fecha de construcción de Frómista, no cabe duda de que en esa época ya intervenían los monjes como garantes de las negociaciones y sin ánimo de ganancia. Pudiera el escultor haber hecho aparecer al cautivo desnudo para realzar su condición de miseria.

En un artículo publicado por Ana Echevarría Arsuaga en la revista AL-QANTARA XXVIII 2, julio-diciembre de 2007 “ESCLAVOS MUSULMANES EN LOS HOSPITALES DE CAUTIVOS DE LA ORDEN MILITAR DE SANTIAGO (SIGLOS XII Y XIII)” se habla de la existencia de hospitales para la redención de cautivos de las órdenes militares en los siglos XII y XIII. “Estas instituciones disponían de espacio para alojar a los cautivos mientras se negociaban rescates con los poderes islámicos y atendían a la redistribución de aquellos musulmanes que, por no haber sido redimidos, pasaban a ser esclavos de la propia orden o ser vendidos en los mercados de los reinos cristianos.” No creemos que fuera muy diferente un siglo antes, una vez que se había extendido el poder musulmán sobre la Península y los enfrentamientos se saldaban con frecuentes raptos y rapiñas por ambos bandos. “Las guerras peninsulares contra el Islam era la fuente de esclavos por antonomasia” afirma la investigadora.

Puesto que la doctrina de la Iglesia criticaba ese mercado humano, en los documentos consultados se percibe la dificultad de distinguir la denominación de estos cautivos, que a veces conservaban su designación romana y en otras ocasiones según su origen: sarracenus, maurus, sclavus debido a que la mayoría provenían de su condición de “trofeos de guerra”.

“Evidentemente, la facilidad de obtención de cautivos de guerra en el contexto de las luchas entre musulmanes y cristianos en la Península Ibérica es el primer factor que propició el mantenimiento de la esclavitud durante todo el período andalusí y, posteriormente, bajo los soberanos cristianos peninsulares. Las campañas de Alfonso VII entre 1130 y 1145 proporcionaron gran número de esclavos, a juzgar por las noticias de la Chronica Adefonsi Imperatoris” añade la estudiosa, y puntualiza: “Además, gran parte del servicio doméstico era esclavo, y estaba formado por cautivos musulmanes”.

Añade: “…tenía (la Iglesia) necesidad de artesanos, que a veces eran libres, pero otras se encontraban sometidos a la servidumbre, tanto en el ámbito rural como en la ciudad. La dedicación del clero a sus funciones litúrgicas favorecía, evidentemente, su utilización de otras manos para el trabajo, y se justificaba este hecho aludiendo a su condición de paganos, musulmanes, herejes o cismáticos.”

Refiriéndose en concreto a la ciudad de Avila en el siglo XII dice: “. Los repartos de esclavos como botín eran algo común, y todos los grupos sociales de la ciudad se beneficiaban de ellos, siendo más importantes los concedidos a la Iglesia para la construcción de la catedral, que se llevaba a cabo en ese momento, y los destinados a la construcción de la muralla. Incluso se habla de un mercado de esclavos en la propia ciudad”. Y añade en una nota: ”En cuanto a mención de esclavos, es bien conocido el testamento del prior de la catedral de Ávila, Martín, quien donaba en 1197 a sus dos moras manumitidas, Zeme y Fátima, dos lechos con todo su ajuar y seis modios de harina de trigo”.

Menciona finalmente que incluso los mozárabes fueron esclavizados junto con los musulmanes y tuvieron que protestar por ello.

Pese a que el estudio que citamos está referido a un periodo algo posterior a la construcción de Frómista, es evidente que la lucha de fronteras y la captura de enemigos era ya habitual, como hemos visto en Silos, y por eso es lógico que comente que aún con la existencia de hospitales para cautivos a partir del siglo XII que servían para concentrarlos hasta el momento de su canje, también servían para “ aquellos musulmanes que, al no ser canjeados o liberados, debían permanecer en territorio cristiano como esclavos”.

Al ser considerados jurídicamente como parte de los “enseres domésticos” de cada comunidad, su “cosificación” no solía permitir individualizarlos, por lo que son difíciles de rastrear en los documentos. Se poblaban nuevos territorios “con sus bueyes, sus vacas y sus moros”, según una crónica portuguesa. Era relativamente frecuente que un monarca o personaje poderoso donase a la Iglesia sus esclavos musulmanes.

Resulta significativo que fuera precisamente el obispo de Palencia quien recibiera la orden del Papa Gregorio IX a principios del siglo XIII de levantar la condena a los caballeros de Santiago que habían vendido animales a los musulmanes ante la necesidad de obtener dinero para rescatar cautivos cristianos, cosa prohibida por la Iglesia.

En el Código de las Siete Partidas del rey Alfonso X el Sabio se describe el perfil preciso para ocupar el cargo de “alfaqueque”, institución que se prolongaría en varias categorías durante los siglos posteriores, y que ya de forma rudimentaria se practicaba desde la invasión musulmana. El alfaqueque no era más que un mediador, conocedor de los idiomas y con suficiente prestigio por ambas partes, como para mediar en la recuperación de cautivos y el pago de la recompensa. Pensamos que en cierto modo, los monjes de Silos y otros monasterios como San Martín de Frómista no sólo fueron receptores de cautivos, sino “alfaqueques” en determinados casos de personajes de relieve capturados.

A modo de resumen, sirva el interesante trabajo de  Ana Echevarría para sentar la idea de la existencia de personas trabajando en los monasterios procedentes del mundo musulmán, bien como capturados, bien mozárabes, que realizaban duras labores manuales y que en muchos casos tardaban tiempo en lograr su estatus de ciudadano. Los musulmanes sólo lo alcanzaban previa aceptación del cristianismo y recibir el bautismo. Si persistían en su fe mahometana, se les toleraba, pero no redimían por el trabajo su condición cercana a la esclavitud.

Muchos de los capturados de uno u otro bando, lo eran en las galeras en las que remaban en muy duras condiciones, y su nula capacidad económica nunca les permitía el rescate, esperando la liberación como consecuencia de un combate.

ESCLAVOS

 En otro interesante trabajo titulado “El comercio de los esclavos musulmanes en el Portugal medieval: rutas y papel económico” de François Soyer publicado por la UNED en 2010, su autor hipotetiza en base a un documento del siglo XII, que un monje gallego del monasterio de Sobrado hubiera viajado a Portugal con el encargo de procurarse un esclavo albañil. No hay diferencia entre España y Portugal a este respecto, más aun teniendo en cuenta que hacia la época previa a la construcción de San Martín de Frómista Fernando I era rey de Portugal. “Los esclavos musulmanes que poseían habilidades particulares, como los albañiles y carpinteros, eran bienes muy valiosos para sus dueños. Por ejemplo, el famoso monasterio cisterciense de Alcobaza, fundado en 1158 en la Estremadura portuguesa, poseía un número de esclavos trabajando como albañiles o carpinteros” informa el artículo.

Finalmente debemos mencionar el veterano estudio de D.Juan Ignacio Ruiz de la Peña “Siervos moros en las Asturias medieval” en el que cita los trabajos de Verlinden sobre la esclavitud en Europa con abundantes menciones a la existencia de esos grupos sociales ya a raíz de las batallas ganadas a los moros al inicio de la Reconquista.

El profesor Ruiz de la Peña resalta cómo a partir de principios del siglo X “la cautividad por guerra era una de las más importantes fuentes de ingreso en servidumbre para la España Cristiana”. A la hora de examinar documentos existe alguna duda si los citados fueran musulmanes prisioneros o mozárabes, como hemos señalado antes, pero a los efectos del mensaje de la iconografía de Frómista puede resultar irrelevante. La terminología es muy variada, desde “caldeos” a “ismailitas”, pasando por “servi, mancipia, ancillae, converso”, etc. y en los documentos del reino astur-leonés algunos nombres parecen darse tras recibir el bautismo. En una donación fechada en el siglo XI de la condesa Aldonza, esposa del conde Pelayo Froilaz, figuran dos moras –Maria y Jamira- a favor del monasterio de Villanueva de Carzana, en territorio de Teverga, cuya iglesia románica es tan admirada por su particular iconografía.

“Los moros que vemos establecidos en Asturias, por lo menos desde el siglo X, eran o bien gentes cautivas y prisioneros de guerra reducidos a esclavitud y traídos aquí por sus aprehensores o bien descendientes de antiguos mauri captivi en los que el recuerdo de su originaria condición étnica perduraría durante varias generaciones, encontrando puntual reflejo en los testimonios documentales que a ellos se refieren”, indica el  investigador asturiano al que nos referimos.

“Sabido es que los mauri captivi en los primeros siglos de la Reconquista, pasarán a engrosar la capa ínfima de la masa de población servil en los reinos cristianos, la constituida por los siervos personales o domésticos, verdaderos esclavos que, con el paso del tiempo, se reclutarán fundamentalmente entre los contingentes, cada vez más numerosos, de aquellos prisioneros de guerra musulmanes, y de los que se distinguirán, cada vez con perfiles más nítidos, los hombres de criazón siervos en los que la fijación hereditaria de su condición y la estrecha relación con la tierra supondrán un factor de elevación de su estatus personal sobre el de sus compañeros de los niveles inferiores de la servidumbre personal.”

Cita a Verlinden: ”la íntima relación entre los esclavos y la tierra ejercerá una influencia atenuadora de la rigurosa condición inicial de éstos señalando más adelante como la sujeción hereditaria a un mismo dueño y a sus descendientes, y más fuerte razón aún, a una iglesia, es una de las características de la servidumbre, insistiendo después en el hecho de que en los establecimientos eclesiásticos los esclavos moros se confunden rápidamente con los “hommes de criatione” de la familia monástica, siendo absorbida la esclavitud por “le servage”.

Y termina: “Escasos en número, dispersos, muy alejados –cada vez más- de sus centros de origen, sometidos a servidumbre y confundidos con los cristianos de su misma condición jurídico-social, los moros asturianos terminarían por integrarse plenamente en los cuadros de las familias serviles adscritas a las explotaciones de los dominios eclesiásticos, en los que entraron por donación de sus primitivos dueños.”

Y cita algo tan reciente como una crónica del siglo XIX referida a los vaqueiros de alzada en Colunga, en cuya iglesia había una viga atravesada, como en otras de la zona, que separaba a los fieles de inferior condición considerados de origen musulmán, a los que el paso de los siglos aún no había redimido de su herencia.

Algo similar se puede decir de los maragatos, a los que se atribuye origen norteafricano, pese a que la mayoría de estudiosos los vincula con los moriscos granadinos.

Para terminar, anotamos del brillante estudio del año 1935 del mencionado Charles Verlinden, “L’esclavage dans le monde Ibérique Médiéval” en su capítulo dedicado a la España musulmana, información valiosa para el objeto que perseguimos.

Así, comenta el origen y práctica del esclavismo, practicado de antiguo por el mundo árabe. Encuentra contradicciones en el Corán, en el que por un lado el Profeta ordena dejar los prisioneros en libertad una vez terminada la guerra, pero esa misma guerra justa contra el infiel entraña la toma de prisioneros. Así, el rescate de cautivos es recomendado tanto para musulmanes como para cristianos. Y a fin de cuentas, en una y otra creencia, los hechos (y la economía) no siempre convergen con la religión, añadimos nosotros.

El autor afirma: “Lo mismo que las expediciones cristianas en la zona musulmana, las de los musulmanes en la zona cristiana eran verdaderas razzias”. Campañas breves a la conquista de botín o para dar muestra del poder del príncipe. En ese botín, los esclavos ocupaban un lugar importante. A partir del siglo IX los cristianos del norte reaccionan igual que sus rivales, usando procedimientos análogos. En el año 844 los normandos reducen al esclavismo a musulmanes de Sevilla, Medina Sidonia, Niebla y Lisboa. En 837 en una campaña contra Alava, los musulmanes toman cautivos a mujeres y niños. Igual en 840 en Galicia y en 843 en Pamplona. En 941 se toman 200 cautivos en tierras del rey Ramiro II. La mezquita de Córdoba se elevó con el trabajo de esclavos cristianos. En 967 el kaid Ghalib anunciaba cómo el favor divino le había permitido hacer prisioneros en Castilla. Asimismo Almanzor, en torno al año 1000 hacía multitud de esclavos, muchos en Cataluña. En la batalla de Alarcos, los cautivos cristianos fueron tan numerosos que serían vendidos por un dírham cada uno.

Además de las razzias en tierra, la guerra que se seguía en el mar “jugaba un rol importante en el reclutamiento de esclavos, por ejemplo, en el siglo XII en Mallorca.

Hasta sus últimos momentos, el reino moro de Granada fue un estado esclavista, como se puede ver en las capitulaciones, que obligaban a entregar los esclavos cristianos que tuvieran retenidos.

El estudio se adentra en la influencia de los judíos en este mercado, en el que desde muy antiguo eran mediadores.

El origen del nombre lo atribuye por la región europea que inicialmente los musulmanes habían utilizado para procurarlos: los eslavos. En el siglo X aparecen en Al-Andalus. Y profundiza en la variación de su nombre: Sakaliba, es decir, eslavo en árabe. Como debió de ser práctica común para utilizarlos en las cortes orientales el convertir a estos esclavos en eunucos, la denominación sakaliba acabó siendo sinónimo de eunuco a partir del siglo X.

“En el imperio musulmán el eunuco tipo es el esclavo eslavo. Ya en el IX los eunucos eslavos eran muy numerosos en el califato de Bagdad, como se cuenta en el Libro de los Animales, de Jahiz, polígrafo de Basora. Traducido por M. Asin Palacios: “Capítulo que trata de los efectos que le sobrevienen al hombre después de la castración y de los cambios que experimentan las cualidades que poseía antes de ser castrado”…”otro accidente le sobreviene al eunuco: si dos esclavos de raza eslava que sean hermanos de padre y madre y además gemelos, al uno se le castra y al otro no, el eunuco sale más dispuesto para el servicio, mas sagaz, hábil y apto para las distintas faenas del trabajo manual, y hasta lo encontrarás también más vivo de inteligencia en la conversación. Todas estas cualidades resultaran privativas del castrado. En cambio, su hermano seguirá teniendo la misma torpeza nativa, igual falta de talento natural, igual imbecilidad, propia de los eslavos e incapacidad para entender una lengua extranjera.”

Se puede remontar, al menos hasta principios del IX el comercio de esclavos, ejercidos sobre todo por los judíos, entre los países cristianos y la España musulmana.

A partir del IX los cristianos hicieron prisioneros en gran número. Los rescates eran entonces mucho más frecuentes y se multiplicaron hasta el XIII época en la que se recurría cada vez más al cambio de prisioneros por vía de tratados.

En la Biblia (Exodos XXI 2) se dice: Si tu compras un esclavo hebreo te servirá seis años pero el séptimo saldrá libre sin pagar nada. Levitico etc. Exodo XXI 20,21.matar esclavo…Deuteronomio

Había de antigüo un empeño judío en tomar esclavos negros por la maldición a Cam por Noe, tras el incidente de la borrachera.

Otro estudio interesante lo suscribe el catedrático emérito de Historia del Derecho D.Gonzalo Martínez Díez,  “Le emigración mozárabe al reino de León: siglos IX y X”, en el que se analiza el fenómeno de este grupo social en épocas respetados por el poder musulmán, pero que en otros momentos, como a finales del siglo X, hubieron de refugiarse en territorio cristiano, con recuerdos tan traumáticos para los mozárabes como la famosa “noche toledana” del siglo IX. Muchos clérigos mozárabes se implantaron en las zonas libres de la Tierra de Campos. “Algunos de estos mozárabes emigrados eran incluso cristianos acomodados que habían logrado mantener su fortuna en medio del mundo musulmán como aquel agemí toledano con capacidad económica suficiente como para costear las defensas de la ciudad de Zamora el año 893.

Por el contrario no hemos encontrado en toda la masa documental ni un sólo caso de un siervo de origen mozárabe; los siervos con nombre árabe son cautivos de guerra y son muy frecuentemente designados como mauri. Las tierras repobladas que volvían a la vida eran tierras nuevas de libertad, y sus habitantes no habían heredado lazos antiguos de servidumbre, todavía permanentes en las viejas tierras que no habían sufrido la despoblación”.

“No todos los mozárabes que llegaban al reino de León eran campesinos o ganaderos; tampoco faltaban entre ellos artesanos, algunos muy cualificados, como aquellos tres mozárabes tirazeros, llamados Vicente, Juan y Abiahia (Abu Iahya), que al servicio del rey Alfonso V (999-1028) encontramos en un diploma leonés del año 1022. Los tiraceros eran tejedores de brocados o telas de seda de lujo al servicio directo de los reyes, que fueron establecidos por primera vez en Córdoba por Abd al-Rahman II y que trabajaban exclusivamente para el monarca.”

Parece razonable deducir que estas mismas condiciones se puedan encontrar en el entorno de Frómista. Los patronímicos como San Pedro de Moarves o Moarves de Ojeda nos dan seña de la ocupación de estos mozárabes en tierras palentinas.

En el capítulo dedicado a “Los libros mozárabes llegan también a las nuevas tierras del Duero”, el profesor Martínez destaca cómo ya en el siglo VIII eran muy estimados los libros procedentes del culto mozárabe (un vulgar códice se valora como tres vacas preñadas) de origen visigótico que desembocarán en los Beatos.

Termina su trabajo con este comentario: “Esta cultura llamada mozárabe reinará en las tierras de la monarquía leonesa durante dos siglos completos, hasta que Alfonso VI (1065-1109) abra las fronteras de su reino a los monjes de Cluny, estreche sus relaciones con Roma e incorpore su reino al mundo cultural europeo del románico, que acabará desplazando a la que había sido una cultura de resistencia y de salva­guardia de los valores hispánicos.”

Pensamos que Frómista es testigo de primera línea de este cambio del mundo mozárabe al de los monjes cluniacenses y el capitel que tratamos refleja de algún modo la referencia a los siervos que formaban parte en la escala más baja de la comunidad monástica, al tiempo que ofrece una visión de una de las misiones que tenía la comunidad de redimir a los cautivos, evocando aquellos galeotes que fueron capturados o redimidos para incorporarlos al servicio del monasterio, así como los que tenían especial habilidad para la talla.

Cerramos el abanico de candidatos del desnudo de este expresivo capitel con un apunte hacia lo que promueve el programa de Frómista: la abolición de las venganzas y las pruebas ordálicas. Los estudiosos jurídicos del tema (Villa-amil, Laliena, Terrades Saborit, etc) han comentado y nosotros lo hemos recogido en 2017 en este blog, que en la etapa final del uso de las ordalías, éstas se convocaban pero en muchos casos se suspendían al límite, es decir, sólo la amenaza formal de tener que someterse a una ordalía era motivo suficiente para que el culpable se declarase tal, o se retirase la denuncia original ante el inminente riesgo de una lesión mortal. También los expertos han reiterado que la ordalía se sufría sin ropa, para evitar subterfugios y trampas. Por ello, y en línea de esa política cluniacense de aborrecer las pruebas lesivas, pudieran haber querido mostrar la suspensión en el último momento de una ordalía cuando el reo se presentaba desnudo para sufrirla, ante las autoridades eclesiásticas y avalado por el testimonio de dos posibles jueces (ver las togas recogidas de sus acompañantes, iguales a las que vimos en Aragón) en presencia de autoridades eclesiásticas, con la sana intención de promover a la Orden como protectora de la paz social.

La Cerca.(Burgos) capitel de ordalía de agua fría

La Cerca.(Burgos) combate judicial.Tregua Domini

La Cerca (Burgos).Pantocrator para juramento en los juicios de Dios (recuerda a Turégano)


La Cerca.Pastores con sus rebaños. No hay anuncio

La cerca.Otra vista de los pastores y sus rebaños



La Cerca.Pastores y sus rebaños. No encontramos ángel anunciador


En la entrada de 11-Feb-17 titulada “Las ordalías condenadas…pero no tanto” incluimos una nota de Terradas Saborit en su libro “Justicia vindicatoria” que dice : “Toda ordalía debía ir acompañada previamente de juramento para dar la posibilidad al culpable de escapar a ella antes de su ejecución” y en la página 609 estudia las ordalías del agua fría que, aunque apenas haya registros de ellas en España –se hizo una gran expurgación una vez fueron prohibidas por la Iglesia- se encuentran esculpidas en iglesia del norte de Burgos, como La Cerca, Siones y Vallejo de Mena, interpretadas como “la pesca milagrosa” aunque no presenten ninguna conexión con ese milagro y sí, por el contrario, haya elementos ordálicos en su entorno. (torneos, castigo de perjuros, etc).

Siones (Burgos).Otra ordalia de agua fría.

Siones.(Burgos).Grupo de tejas de clara intención
apotropaica reforzado por los nudos del cimacio



                                 Vallejo de Mena.(Burgos).Ordalia de agua fría (2º por la dcha.)
Siones.(Burgos) Capitel similar al del herrero de Fuente Urbel





Lucha ecuestre.Vallejo de Mena (Burgos).

Castigo del perjuro.Portada Vallejo de Mena










Queden ahí las alternativas para que expertos mejor informados propongan su idea, pero hablar de ordalía de agua fría celebrada en Las Burgas de Orense suena a broma.


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