TURÉGANO Y SUS PEREGRINOS
Hemos
ido intuyendo en las últimas entradas y en otras muchas anteriores, que hay un
patrón que se repite en determinadas iglesias románicas, no sólo hispanas, sino
también en Francia: la aparición de un Pantocrator con Tetramorfos, muchas
veces fuera del lugar trascendente que le corresponde, como un tímpano o un
altar, sino en un capitel o un muro (Biota, San Quirce), y además con la frecuente
presencia de Daniel y otras escenas de combate o castigo. Tradicionalmente se
ha asociado -como sugiere el Pantocrator- al anuncio del Juicio Final, pero tal
como grandes investigadores han interpretado respecto a las imponentes portadas
francesas, también allí se celebraban espectaculares juicios medievales. Aludir
al Juicio Final como marco para un juicio “actual” parece tener sentido. (ver
La fachada del Borgo San Donino, parte 3 y final, con comentarios de Dorothy
Glass).
Turégano,
en la provincia de Segovia, es el más reciente descubrimiento de esa temática y
acompañado de iconografía alusiva a escenas de ordalía, juicio de Dios, y
castigos relativos a la boca (amenaza a perjuros) y en ocasiones con personajes
que no hacen nada sino esperar o con gestos de condena o desesperación,
sugieren la celebración de esos juicios ante su portada y en el interior, donde
también se han conservado, al menos, por su espectacular policromía. Pero aquí
no hay Daniel, sino un Apóstol Santiago invocado en toda España como protector.
¿Puede ser en este caso la figura de un intermediario ante Dios en el juicio, y
así podría ser considerado Daniel en los múltiples casos anteriores? Hemos
propuesto en numerosas escenas que Daniel apareciera como juez, pero cabe
considerar la función de intermediario, o “abogado defensor” de quienes
confiaban en demostrar que eran injustamente acusados, como le ocurrió al
profeta. No tenemos empacho en matizar esa propuesta, puesto que –siempre en un
ámbito judicial- sería el juez moral,
que conocía la conciencia del reo acusado. Ese puede ser el papel reservado en
esta iglesia a Santiago, en lugar de Daniel, el de mediador, y así lo presenta
el Dr. Castiñeiras en el artículo que utilizamos.
Pantocrator con Tetramorfos y ángeles enmarcados por capiteles condenatorios |
Visitar
los relieves románicos tras el retablo de Santiago, es contemplar un bello espectáculo después de la restauración. Esto ha dejado un tanto “arqueológico” el relato de la
EdR, realizado por Rodríguez Montañés poco antes “en blanco y negro”. Se
comenta en ella el yeso que cubre algunas figuras, que recuerdan los santos de
San Vicente de Avila. Hoy luce con brillante color. Su visión de las esculturas
cubiertas de polvo:
“una representación de la Segunda Parusía y un Juicio
Final como “digresión marginal en una aparición escatológica”, según expresión
de Yves Christe (CHRISTE, Yves, Les Grands Portails Romans. Études sur
l’iconologie des théophanies romanes, Ginebra, 1969, p. 61). Las tres figuras
inferiores de los bienaventurados, situadas al pie de la Teofanía, podrían así
interpretarse como San José, caracterizado por el bonete y el bastón “en tau”,
la Virgen y, probablemente, San Juan Evangelista. Mayores reservas mantenemos
en cuanto a la identificación de la figura del otro relieve. Al aparecer con
los pies desnudos no cabe duda de su categoría de visión supraterrena, pudiendo
ser así, en función del libro que porta, bien un apóstol o un profeta, aunque
el cayado también podría convenir a su interpretación como la figura de
Santiago el Mayor, santo titular del templo. Estos conceptos e imágenes
extraídas del evangelio de Mateo y el Apocalipsis, plasmados en unos relieves
excepcionales por su marco, creemos funcionarían como elementos doctrinales,
ejemplificando la liturgia y moviendo a la devoción, al modo de los retablos
lígneos que se popularizarán a partir de la época gótica. En realizaciones de
algunos de los talleres tardorrománicos más activos del área navarro-aragonesa
(círculo del denominado “maestro de San Juan de la Peña”, sobre todo en San
Pedro el Viejo de Huesca), y las obras de la seo de Santo Domingo de la
Calzada, cuya influencia se deja sentir en la comarca de las Cinco Villas de
Aragón y, en Castilla, en la catedral de El Burgo de Osma y algunos templos de
la capital soriana, aunque también en la provincia de Segovia es perceptible su
impronta en ejemplos como Languilla y Grado del Pico. De confirmarse esta
margen cronológico entre las dos últimas décadas del siglo XII y las primeras
del XIII”.
Luego veremos la identificación que hace
Manuel Castiñeiras tras la restauración en un trabajo muy completo que se puede
descargar de la web de Omedes “Románico Aragonés” al final de la descripción de
este templo.
Dejando aparte aspectos como el “tamaño” del
Santiago, si era el Mayor o el Menor (según cartel en la iglesia, del cronista
V.Borreguero), nos interesa resaltar nuevamente la evidente presidencia del
bello Pantocrator con Tetramorfos, lugar de juramentos –proponemos- con un
capitel muy parecido al que hemos visto en La Higuera, del castigo a los
perjuros, mientras al santo le acompañan las mujeres compungidas y otros
elementos comunes a los juicios de Dios.
Ya antes, en la calle, llama nuestra atención dos
capiteles de las ventanas exteriores sur y este del ábside con una “clásica”
lucha de caballeros, en la que no hay lucha. Ambos a caballo llevan al hombro
la espada como si fueran desfilando. Son los guerreros más pacíficos del
románico. Quizás porque representan una ceremonia, porque no hay “combate de
jinetes”, como dice la ficha. Unas leves
bandas que se cruzan bajo las patas equinas pudieran sugerir una Tregua Domini,
que no vemos clara.
El
otro capitel “ordálico” figura en la otra ventana, donde vemos la tan repetida
escena de pelea de guerreros sin armas, tirándose de la barba y haciéndose la
zancadilla, dos parejas, tan similar a los de las portadas ya vistas (Virgen de
la Peña, La Higuera…) y que de nuevo sugieren que ya desde el exterior se anunciaba
el carácter juradero del templo.
LOS
RELIEVES DEL INTERIOR
La
web de Omedes dedica un magnífico trabajo al estudio de estos relieves románicos policromados descubiertos hace pocos años tras el retablo barroco hoy
desplazado, y puestos en valor tras una
polémica sobre la forma de hacerlo, lograda al final por, entre otros, la
insistencia de Juan Antonio Olañeta desde la presidencia de Amigos del Románico.
Además de sus siempre perfectas fotografías, la web "Románico Aragonés" añade al
final un ilustrativo artículo del Dr. Castiñeiras proponiendo vinculaciones y
relaciones verdaderamente interesantes. Nosotros no vamos a repetir lo que se
puede leer en dicho trabajo, en el que el profesor gallego reconoce en los tres
personajes que se identificaban antes como S.José, María y San Juan, ahora como
los comitentes, el rey de Castilla y León Fernando III, su esposa Beatriz
de Suabia, y el obispo Bernardo de Segovia, todos ellos promotores de la construcción del
templo en el primer tercio del siglo XIII, según su propuesta.
Sin embargo, no me
privaré de comentar, sin más afán que manifestar mi intriga, la curiosa
coincidencia de los dos tríos de peregrinos con similares figuras que hemos
visto en la portada del Borgo San Donnino en Fidenza, construída por Antelami
pocos años antes. ¿Pudiera esa disposición de un templo claramente de
peregrinos a Roma (incluso San Pedro señala el camino en su puerta) haber
servido de modelo a los relieves de Turégano para los peregrimos a Santiago?
¿Habrían traído los comitentes desde tan lejos esa idea, que Castiñeiras
vincula con más sentido a Compostela? Puede que la pista la encontremos en la
joven reina Beatriz.
Las crónicas apuntan
al hecho de que la reina Beatriz era
hija del rey Felipe de Suabia (1178-1208) quinto hijo de Federico I Barbarroja
y Beatriz de Borgoña, primero obispo y luego rey, Emperador del sacro imperio
romano germánico, que tuvo gran influencia en el templo italiano del Borgo San
Donnino, al que hemos estudiado como sede judicial probablemente contra las herejías. Después
de la muerte de su padre, Beatriz permaneció bajo la tutela de Federico II
Barbarroja, nieto del que reconstruyó San Donnino y probable impulsor de su
fachada; éste dió su autorización para su matrimonio con Fernando III el Santo,
rey de Castilla y León, unión que se concretó a finales de noviembre de 1219 en
el Monasterio de San Zoilo en Carrión de los Condes. De dicha unión nació,
entre otros numerosos hijos, Alfonso X
el Sabio (1221-1284).
Peregrinos en el Borgo |
Peregrinos siguiendo al ángel en Borgo S.Donnino |
Cuando
hemos descrito la portada de Fidenza, hemos analizado los dos tríos de
peregrinos también con distinto ropaje unos de otros (ricos y pobres, para
unos; ciudadanos y campesinos para otros, romeros del lugar, etc) y distintas
edades y condición, como ocurre en Turégano. Yoshie Kojima realizó un completo
análisis de tan profusa iconografía. Lo vimos en “La fachada del Borgo San Donnino (Fidenza) parte II en concreto.
El profesor Castiñeiras, quien data la iglesia en el primer tercio del siglo XIII
destaca la apariencia inacabada de la talla de los tres personajes inferiores
(en el centro estaría la reina Beatriz) que, como se hacía en la época, era la
pintura la que completaba la forma de esas figuras La categoría de esos
relieves le hace sugerir la inspiración en Santo Domingo de la Calzada o
Santiago de Compostela, e incluso la Seo zaragozana.
Esto
le lleva a trabajar con las fechas en torno a 1211 cuando se coloca una estatua
de Santiago el Mayor entronizado en Compostela, con asistencia de Fernando III,
lo que genera esta iconografía varios
años después, en torno a 1232.
Capitel del Pantocrator con la frecuente iconografía del perjuro al que sacan la serpiente de la boca |
A los efectos que estamos proponiendo aquí, los capiteles son muy expresivos. Vemos a la derecha del Pantocrator un capitel con un diablo que saca de la boca de un personaje desnudo (que nos han pintado como mujer) una gran serpiente, tal vez el diablo que le ha conducido a cometer perjurio. Otro diablo por detrás coopera a la acción como hemos visto en los templos anteriores (La Higuera en Segovia, La Virgen de la Peña en Sepúlveda): castigo a los perjuros. También a la derecha, pero esta vez del señor Sant Yago, dos parejas desnudas con la mano en la garganta (a la manera adánica) parecen esperar la ejecución de la sentencia. Esas dos parejas, pese a su postura no representan a Adan y Eva duplicados, pero sí su gesto alude al órgano con el que han pecado con su falso testimonio.
Doble pareja de condenados desnudos sujetando el origen de su pecado
Retablo del Apóstol con cabeza demoniaca |
La negra cabeza
felina (diabólica) que aparece sobre el Apóstol pudiera ofrecer una alusión al
riesgo de condena por jurar en falso. Nos recuerda la figura de la cabeza
leonina que preside las tomas de juramento en varios templos y muy
especialmente la gran cabeza que devora la mano de uno de los porteadores de Frómista, probablemente alusivo a la condena de los falsos testimonios. Esa
cabeza es escoltada por dos personajes en busto que no parecen ser ángeles (los
del Pantocrator tienen alas y el pelo ensortijado) pero tampoco tienen
atributos demoníacos. Sobre el muro, una
bella pintura muestra al ángel trompetero del Apocalipsis.
Es
evidente el ambiente “juradero” de esta iconografía que preside de nuevo el
Pantocrator, con los capiteles repetidos en templos cercanos. Destaca
Castiñeiras el del arrancamiento de lengua, muy similar al que aparece en el
Pórtico de la Gloria en Compostela (otro punto de juicios de Dios), enfrente
mismo del Apóstol titular y sobre la figura –que no vemos en Turégano- de
Daniel en la base de la columna, que sujeta a sendos leones a cada lado, de
cuya amplia boca salían vapores y sahumerios en las ceremonias de ordalías que
se ejecutaban en el Pórtico. En efecto, este “teatro” en Turégano también
cumpliría la misma misión judicial. Uno más. Por eso los capiteles no señalan
los castigos escatológicos, sino que muestran a los condenados y el castigo a
los perjuros; por eso comparten una temática común a toda la iconografía
judicial en el románico: arrancar la lengua. Cierto que la figura del
intermediario celestial, que en otros templos lo encarna Daniel, en este caso
se hace con Santiago Apóstol, quizás por la influencia que cita el Dr.
Castiñeiras.
El
texto de su artículo :
En el terreno de la hipótesis, convendría una vez más llamar la atención sobre la parafernalia de la escena de los seis peregrinos ante la estatua de Santiago representados en Turégano. Los tres personajes arrodillados, lamentablemente privados de su policromía original, parecen responder por su tocado e indumentaria a los estamentos de los privilegiados, de ahí que desde siempre los autores que los han estudiado hayan querido ver en ellos erróneamente una representación de los Reyes Magos. El primero, una figura masculina, de media melena y barba, lleva su mano derecha al pecho en acto de contrición, porta un bonete corto que presenta incisiones triangulares propias de una corona y se apoya con su izquierda en un bastón El segundo, una figura femenina, está tocada con un bonete terminado en punta que le cubre el cuello, propio de las damas aristocráticas de la época, y porta igualmente en su izquierda un bastón. Por último, el tercero, una figura masculina, con barba y bigote, lleva lo que parece ser una mitra y se apoya sobre un curioso báculo en tau.Los tres personajes arrodillados podrían ser un rey, una reina y un obispo en el momento de su llegada ante el altar de Santiago. Sabemos, gracias al Tumbo A de la Catedral de Santiago, que el 29 de febrero de 1232 el obispo de Segovia, Bernardo, se encontraba apud Sanctum Iacobum, junto al rey Fernando III y la reina Beatriz, acompañado de la mayoría de obispos del recién unificado reino de Castilla y León, para confirmar una serie de privilegios en beneficio de la iglesia compostelana.. Unos meses después, el 10 de julio de 1232, se producía probablemente la consagración de la nueva iglesia de Santiago de Turégano, en presencia del obispo Bernardo, que veía en los relieves el recuerdo de su peregrinación y devoción jacobea así como la afirmación de su poder episcopal por su cercanía a los monarcas.
Cronología.
Julio-1232. Posible consagración de la Iglesia de Turégano en presencia
del rey Fernando III, su esposa Beatriz de Suabia y el obispo de Segovia,
Bernardo. Acaban de aparecer en el Tumbo A de Santiago en una ceremonia
inaugural dedicada a los peregrinos en Santiago de Compostela.
El rey Fernando III, hijo de Alfonso IX -quien aparece en un capitel de
Santiago en la consagración de 1211- era gran devoto del Apóstol, (había asistido
a la consagración con 10 años de edad) lo que hace proponer a Castiñeiras, además de
otros datos históricos, que fuera el promotor de los relieves de Turégano.
Esa información nos conduce a la alternativa curiosa que proponemos:
quien realmente pudiera haber inspirado los relieves de peregrinos de Turégano
no sería el rey, sino su esposa Beatriz porque ella sí que tuvo con toda probabilidad la ocasión de
contemplar el modelo que parece inspirar los peregrinos de Turégano: la iglesia
del Borgo San Donnino, a la que hemos dedicado una serie por su fachada
“jurídica”, también confirmado por los estudios de expertos, como Elliot.
Tanto del rey como del obispo no tenemos constancia de una `posible
peregrinación a Roma, aunque era factible, pero la reina Beatriz sí que es muy
probable que conociera bien la sede italiana por haber estado allí en su
infancia.
Beatriz de Suabia (1203-1235) nacida como Isabel -aunque adoptó el nombre de su hermana mayor muerta en 1212- vino a España en 1219 para casarse con Fernando III. Su corta vida no le impidió nacer a una decena de hijos, de los que el mayor Alfonso X el Sabio es el de más brillo. La cultura y el conocimiento rodeó su vida desde el principio, ya que su padre Felipe de Suabia, de la saga Hohenstaufen era hijo de Federico I Barbarroja, y gran favorecedor de la cultura, seguramente por dos razones: había ejercido de obispo y viajado por Italia.
Muertos sus padres, Beatriz fue tutelada por su primo Federico II
Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, cuyos dominios se
extendían por Milán y otras regiones italianas, hasta el punto de que su
coronación se llevaba a cabo en Pavía. Se considera que el abuelo de este
emperador (Federico I) hizo reconstruir la catedral del Borgo San Donnino, lo
que sitúa a esta joven princesa acompañando a su padre Felipe en los dominios
del Borgo en alguna ceremonia en el templo parmesano. Se denominaba a Federico
II Barbarroja (1194-1250) stupor mundi
por su personalidad fuera de serie y su gran cultura, que pudo influir en los
gustos de la futura reina.
Vamos
ahora con el templo: Yoshie Kojima cuenta que el posible inicio del templo
actual de San Donnino (construido sobre otro anterior de ladrillo destruido en
una revuelta, que asoma tras la fachada de piedra, como se puede ver en los tres capítulos dedicados a su fachada excepcional) fuera en 1162, según un diploma imperial y en 1207 se
consagra la cripta. La pretensión de Barbarroja era asumir el poder y la gloria
de Carlomagno para trasponer su prestigio en reinos disputados con el Papa, y
se hace coronar en 1152, haciendo que canonizaran a Carlomagno en 1165. El pretendía
ser el trasunto del mítico emperador.
El
artífice de su promoción mediante la catedral había de ser Antelami
(1150-1230), ya famoso por su arquitectura y escultura en toda el imperio, pues
se había formado en el sur de Francia, donde dejó valiosas obras. En el Borgo
se le sitúa entre 1180 y 1190 e incluso en 1198.
Nos
queda un tercer protagonista, que sería el rey Fernando III, que nació en 1201.
La crónica de su enlace con Beatriz la
describe como “optima, pulchra, sapiens y púdica”. Bien por cumplir el deseo de
la reina, bien por propia iniciativa en homenaje a lo que representaba San Donnino para ella, los relieves de los peregrinos evocan de una manera directa
los de la fachada del Borgo que tuvo que contemplar Beatriz en su infancia,
porque la composición es muy similar, con los dos grupos de tres peregrinos, de
diferentes edades, diferentes ropajes y aunque aquí fijan todos su mirada en el
gran protector, Santiago, en Fidenza caminan en direcciones divergentes que ha
dado lugar a especulaciones como las que relatamos en la entrada de este blog.
La versión más razonable es que caminan hacia el interior del templo. Parece
desprenderse un acuerdo de la pareja real para resaltar la figura de Santiago
peregrino con una evocación a los romeros que hubo de conocer Beatriz en
Fidenza.
De cualquier forma, es una idea que ofrecemos al estudioso que pretenda documentar esta propuesta con mayor enjundia.
iMPOSIBLE REBATIR CON SEMEJANTE DOCUMENTACIÓN !!
ResponderEliminarComo siempre, bien fundamentada.
Enhorabuena y gracias , amigo !
Gracias, Lola. Ha resultado divertido bucear en la vida de la joven esposa de Fernando III el Santo (la segunda) que murió con menos de 40 años tras tener creo que once hijox. Se caso a los 15.
ResponderEliminarAcabo de ver dos veces la magnífica confe de Vincent y tomado notas porque aporta muchos datos para proponer el sentido apotropaico de las inscripciones ("lo importante era que se escribieran, aunque no se entendieran por el vulgo" te aclara a una pregunta). Entonces, ¿para qué poner una inscripción de un alfabeto completo en el contorno de una arquivolta de una ventana alláaaa arriba del transepto, que no se ve desde el suelo? Solo si vuelas lo puedes leer; ¿ para qué poner una inscripción en una lauda que iba bajo tierra? Solo si eres un bicho diminuto lo puedes ver.
Los lectores potenciales eran los diablos acosadores, que se quedarían fuera sin atravesar esa ventana.
Me ha gustado la pregunta de Antonio sobre los elementos especulares. Lo traté hace varios años en el foro de AdR. Te puedes imaginar la finalidad de "entorpecer" la vista de letras y dibujos. Y luego el apotropaico soy yo; pues no, son los canteros, comitentes y usuarios.